|
Menos
mal que el Magazine de El Mundo lo ha
aclarado. Me refiero al
sastre del Rey, que suena a título de obra teatral de Zorrilla
o de romance del Duque de Rivas. Aunque soy hijo del cuerpo, del
Real Gremio de Alfayates de Sevilla, me inquietaba la cantidad
de gente que va por ahí presumiendo de que tienen el mismo
sastre que el Rey. A medio que comentes lo elegante que va un
ejecutivillo de un banco, te dicen inmediatamente:
-- Es que le cose el mismo sastre que al Rey...
Echaba las cuentas, y no me salían de ninguna forma. En cada
banco, en cada empresa, hay cientos de presuntos elegantes que
alardean de tener el mismo sastre que el Rey. Nada digo de
ciertos consejos de administración, donde al que llega con un
traje de Cortefiel le echan bola negra y donde no otorgan la
menor confianza al nuevo consejero nombrado por el incensante
dedo político que lleva una chaqueta con los ojales de las
bocamangas no practicables. Miran al advenedizo por encima del
hombro, porque no les cose el sastre del Rey. Pero si fuera
verdad que todos los que se sientan en esos consejos de
administración llevan trajes cortados por el sastre del Rey,
Gonzalo Larraínzar debería tener una capacidad de producción
que ni la de los talleres de Zara y de Mango juntos. De ser
ciertos todos esos roneos del mismo sastre que el Rey, del
probador de Gonzalo Larraínzar tendrían que salir prendas
suficientes como para vestir a las fuerzas expedicionarias de
las Naciones Unidas, pero en sus dos variedades de uniforme de
bonito y uniforme de faena.
Pasa con los sastres del Rey como con las monterías. Estamos
en tiempo de montería. Y todo el mundo estuvo anteayer, no el
otro, ni hace quince días, precisamente anteayer, en una
montería con el Rey. Y el que no estuvo anteayer, es porque
estuvo ayer mismo. En una finca de Samuel Flores, naturalmente.
De ser ciertas todas estas monterías regias en casa de Samuel
Flores, las fincas del ganadero salmantino no cabrían en
España, tendrían que salirse a Portugal, como los nuevos
pantanos del Guadiana. Ni el Rey podría hacer otra cosa que
pegar tiros, de ser ciertas todas esas monterías regias donde
acaban de estar exactamente los mismos que presumen de que les
hace la ropa el sastre de Don Juan Carlos.
Menos mal que el Rey no tiene Corte. Sin corte, España se
nos ha llenado de monteros no precisamente de Espinosa y de
petrimetres presumidos que acaban todos de salir del probador de
Larraínzar. Así que no sé qué pasaría si hubiera Corte. Y
hablando de Corte: para no ser menos que los presumidos de los
consejos de administración, diré que a mí también me cose el
sastre del Rey. Supongo que Don Juan Carlos también se pondrá
alguna vez una chaqueta de Emidio Tucci comprada en la planta de
caballeros del Corte Inglés.
Hemeroteca de
artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
Libros
de Antonio Burgos en la librería virtual de Carrefour Ocio
Libros
de Antonio Burgos publicados por Editorial Planeta -
Correo
|