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El
Poeta Peroles tenía razón. El Poeta Peroles decía:
"Nuestro Señor Jesucristo/nació en un pesebre./Donde
menos se espera/salta la liebre". Donde menos te esperas,
salta la liebre de la pistola de Julio Anguita. A Anguita le han
robado la pistola, pero eso no es noticia. La noticia es que
Anguita gasta pistola. Me barruntaba que Anguita no era del
eurocomunismo, sino del universo de las rumbas de Peret. Llegué
a esa conclusión por su analogía con Juan de Dios Ramírez
Heredia, aquel eurodiputado gitano andaluz de la emigración de
Barcelona, más cursi que un guante o que un discurso de Anguita.
Ramírez Heredia era de ese universo Peret de los charnegos y
llegó a la política como podía haber llegado a la rumba
catalana: le hubiera bastado ponerse unas las gafas de espejos
además de su habitual blusa de lunares con pañuelito
flamencón al cuello.
Anguita paseaba en la noche de Córdoba cuando por el
procedimiento del tirón le robaron la pistola. Pero no era en
la noche de Córdoba, sino en la noche del aguallano de Peret:
cuando yo le dije a mi Lola que si tú usas cuchillo,
charlatán, yo gasto pistola. Me lo imaginaba todo de Anguita.
Que se hubiera olvidado de su teoría de las dos orillas,
después que comprobase que a Llamazares le faltan orillas donde
desembarcar con armas y bagajes el proyecto de IU, llámese
connivencia con los socios y cómplices de Batasuna, llámese
conveniencia de pacto con el que, ¿te acuerdas cuando decían
que era el partido de la corrupción? Me imaginaba de Anguita
incluso que escribiera versos. A los líricos del poder, cuando
se retiran, les da por seguir escribiendo sonetos de amor y
canciones desesperadas.
Por estas razones, creía que lo peor que te ocurriera si te
acercabas a Anguita es que te sacara un soneto y, pum, te leyera
los catorce versos, uno detrás de otro. Pero no podía
imaginarme que Anguita, en un momento dado, pudiera tirar de
pistola. Esto de la pistola de Anguita es como la copla del
verso de Manuel Machado: "A todos nos han cantado/en una
noche de juerga/coplas que nos han matado". Y en la negra
noche española de los tiros en la nuca, a todos nos han
ofrecido una pistola, que ninguno hemos querido. Para llevar
pistola hay que tener madera de Gary Cooper y Anguita, contra
todo pronóstico, la tiene. No me imagino una licencia de armas
a nombre de Anguita, y la hay. Como tampoco me imagino a Anguita
haciendo las obligatorias prácticas en un túnel de tiro de la
Policía, y debe de hacerlas según la ley.
Si somos hombres de paz y de libertad, es una contradicción
que vayamos con pistola. No me vale ni el adagio latino "Si
vis pacem, para bellum", porque eso de "para bellum"
suena a lo que suena, lagarto, lagarto. Que un antiguo
coordinador general de Izquierda Unida, pacifista, anti OTAN,
antibelicista, antimilitarista, vaya con pistola, como si fuera
un antiguo alférez provisional del Ejército de Franco, es para
que se le caigan a uno todos los palos del sombrajo, si es que
alguno queda en pie, maestro, con las cosas que estamos viendo.
¿Desde cuándo gasta pistola Anguita? Es la incógnita. Si
la gasta ahora, retirado de todo cargo público, es señal de
que quizá antes también la usaba, cuando estaba en la cresta
del gallito de la política y de la ola de la oposición. Más
palos del sombrajo abajo todavía, maestro. Imaginen la escena:
ese Anguita en el tablado de los mítines, largando fiesta
contra la OTAN, pero con un 9 largo en la sobaquera. Con el
pasado estalinista del partido en el que militaba Anguita, me
conformo con que la verdadera traducción de "programa,
programa, programa" no fuera "pistola, pistola,
pistola".
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