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Como
hay una Pasarela Cibeles de la literatura, Ymelda Navajo me ha
dicho que esta temporada se llevan mucho los libros de guerra
civil y de exilio republicano. Con la exposición del Palacio de
Cristal mostrando la terrible nana de la cebolla visual de la
maleta-cuna de los que se tuvieron que ir para librarse de la
cárcel o del fusilamiento, nos esperan semanas y semanas de
relatos increíbles de sufrimientos. En esos libros de la guerra
civil y del exilio siempre hay una foto conmovedora de los ojos
de un niño. Los ojos de un niño de Rusia, con su abriguito y
su maletita, asustados en el muelle de Barcelona antes de
embarcar. Los ojos de un niño de Morelia, aún no acostumbrados
a la paz de México. Nos quedan que ver los ojos tristes de
muchos niños que tuvieron que permanecer en España, rapados al
cero, saludando obligatoriamente brazo en alto antes de recibir
el tazón de pan migado en una larga mesa del comedor de Auxilio
Social.
Creía que los ojos de temor de esos niños republicanos y de
esos niños nacionales quedaban en la moda de este otoño en que
guerra y exilio se llevan como las botas de piel que vuelven a
velarnos las piernas de las señoras. Pero el temor de los ojos
de los errantes niños republicanos y de los rapados niños del
hambre de Franco sigue vivo, ay, en España. ¿Vieron al niño
del "bai"? Llamo niño del "bai" al que
apareció en la cámara oculta del reportaje de EL MUNDO
TV, al
que no dejan hablar castellano en la "ikastola" y que
sólo responde sí en vascuence cuando le preguntan. ¿No les
suena a franquismo este "habla la lengua del Imperio"
a que obligan al pobre niño vascongado? Ese miedo, ¿no es el
mismo miedo de los niños del franquismo, saludando a la romana
en Auxilio Social?
Aquí se nos revuelven las entrañas cuando vemos a los
niños del Tercer Mundo en la propaganda de las ONG que piden
ayuda. ¿Y quién ayuda a estos niños del "bai",
desvalidos, manipulados por siniestros maestros de escuela que
les enseñan la geografía del odio a España? El día que les
transferimos alegremente la enseñanza pusimos en marcha los
Altos Hornos del Odio. Son ya generaciones enteras las que han
sido criadas en la manipulación, en la mentira, en el miedo, en
el odio.
Dicen que en cuanto nos resistamos lo más mínimo a seguir
bajándonos colectivamente los pantalones, se van derechitos al
Tribunal de La Haya para no sé qué de los derechos de los
pueblos sojuzgados. Nosotros quizá no tengamos que esperar
tanto. Tras oír al niño del "bai" creo que la
manipulación de la infancia vascongada es asunto digno de la
intervención de la Unicef. No son los niños brasileños
trabajando en las minas, ni los niños ugandeses explotados. Son
los niños de una parte del Reino de España a los que no les
dejan hablar la lengua constitucional de la tierra que les han
enseñado a odiar.
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