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Este
Gobierno no va ciertamente de Premio Príncipe de Asturias de la
Comunicación en su política informativa. Igual mi maestro
Manuel Halcón concedía por su cuenta, en pucherazo
unipersonal, el Premio Juan Palomo, he creado el Premio
Cencerros Tapados y se lo he dado a Aznar, por lo de las
pensiones. Como siempre que hay campaña, han sacado a relucir
las pensiones. Como si las pensiones tuvieran algo que ver con
la política de los ayuntamientos o las autonomías, que ésa es
otra. Y ha empezado el hondísimo debate de siempre, como en los
antiguos tranvías de mi pueblo, que llevaban un letrero que
decía: "Cuidado con los rateros". Cuando hay
campaña, alguien le enseña un letrero así a los jubilados:
"Cuidado con los rateros de pensiones, que os pueden dejar
sin ellas; échense la mano a la cartera antes de emitir su
voto". Aquí se hizo muy seriamente toda una campaña en la
que les decían a los jubilados que si ganaba el tío del bigote
les iba a quitar las pensiones. Ahora el tío del bigote les
dice a los jubilados que si gana el tío de las cejas se
quedarán sin pensión.
Y de paso, pero muy de paso,
dice el tío del bigote que cuando llegaron al poder y abrieron
el cajón del dinero de las pensiones, se encontraron con que
allí no habían dejado un duro; que el que estuvo a punto de
dejar a los viejos sin pensiones no fue el tío del bigote, sino
el tío de los labios bembones que había perdido el poder como
antes la vergüenza. Javier Arenas, que fue quien abrió el
cajón de las pensiones y vio que tenía hasta telarañas, me ha
contado que el del bigote le encargó dos cosas: una, buscar
bajo la tierra si fuera preciso el dinero que faltaba; y dos, no
decir ni una sola palabra de la bancarrota a que nos habían
llevado los manirrotos, para no alarmar al personal. Sólo
ahora, al humo de las velas y muy de pasada, dice el tío del
bigote que González estuvo a punto de dejar a los viejos sin
pensión, y que si la tienen es por los encajes de bolillos que
Arenas tuvo que hacer como primer ministro de Trabajo del PP. Y
así todo. Cuando entonces, en 1996, tenían que haber cogido la
TVE y haber dicho a los cuatro vientos: "Señores, que nos
hemos encontrado con que estos tíos dejaron el cajón de las
pensiones vacío, pero tranquila, señora, que ya está
arreglado lo de su jubilación". Parecen cartujos, por el
silencio de regla que guardan sobre todo cuanto hacen a
cencerros tapados. Repito: no sé si son más torpes que
honrados o más honrados que torpes.
Ah, y Los Albertos, a todo
esto, siguen en libertad. Que rima con Agag.
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