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Cuando
ruedan la escena callejera de una película o una serie de TV
con acción en los años 60 o 70, los de ambientación lo tienen
fácil: basta con que pongan un 600, un Dauphine y dos o tres
extras vestidos de soldados de la División Brunete, con gorra
montañera y botas de tres hebillas. Cuando luego vemos esas
escenas, comprobamos lo que hemos avanzado en la sociedad civil.
En España ya no se ven soldados ni uniformes militares por la
calle. De la modernidad del Ave me sorprende siempre la
exactitud de la velocidad pero aún más que en el tren ya no se
sube ni un solo soldado de Infantería de Marina camino de San
Fernando. Si en el tren van soldados, son profesionales y no
gastan uniforme. Con la democracia nos quitamos de encima los
uniformes militares, como el Concilio Vaticano II quitó las
sotanas a los curas.
La escena de unos asesinos
pronunciando en la TV pública de la Comunidad Autónoma Vasca
una arenga o un fervorín, ataviados con el uniforme del cuerpo
al que pertenecen demuestra a qué tipo de sociedad quieren
llevarnos: a una dictadura en que vuelva a haber uniformes por
la calle. En esas Vascongadas donde ya no van de uniforme ni los
curas proetarras, los asesinos están perfectamente uniformados.
La ETA, como Sendero Luminoso, sigue usando uniformes
militaroides en la sociedad civil que quieren destruir. Estos
tres señores a los que los dirigentes de la TV vascongada no
conocen de nada, salieron según su baranda Ortúzar porque
"eran noticia". Y tanto que son noticia: unos tíos de
uniforme en una sociedad civil. Esa es la triste noticia: van
los tres tiparracos vestidos con el uniforme del cuerpo de
asesinos al que pertenecen. Así quieren poner a España entera,
uniformada otra vez y marcando el caqui. Las democracias dan
chaquetas y corbatas y las dictaduras dan uniformes como el
atuendo oficial de la ETA, que ya sabemos que consiste en
chaleco con cuello de cremallera abrochado hasta arriba, como si
estuvieran siempre pasando los fríos de la muga camino de los
otros fríos del tiro en la nuca; capucha en forma de máscara
y, sobre el todo, la boina.
¿Habrá algo más ridículo
que ponerse una boina encima de la capucha? O les sobra la boina
o le sobra la capucha, pero estos burros van atalajados albarda
sobre albarda. Pues nada, este es el uniforme de la ETA: capucha
con boina. Haciéndole un flaco favor a la industria sombrerera
de Tolosa, al desnaturalizar algo tan español como la boina. No
querrán ser españoles, pero de momento van con la boina de
Martínez Soria, con la boina de Gila. Hay que quitarle a la ETA
la capucha, como se la está quitando el Estado con el peso de
la ley, para poder quitarle luego la boina. No hay derecho a que
la honrada y laboriosa boina de los vascos pase por la prenda de
cabeza del uniforme oficial de la ETA. Amigos y colegas
madrileños del Club de la Boina, ahí tienen ustedes tarea. Hay
que conseguir que la boina no sea el uniforme de los asesinos.
Nos libramos de las boinas rojas de la Guardia de Franco y nos
salen ahora las boinas negras de la Guardia de Arzalluz...
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