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                En
                la recta final de la campaña, anoche contemplé en TV un debate
                interesantísimo. ¿Sobre el programa de ayuda a la familia del
                PSOE, dice usted? No. ¿Sobre la porta gayola de Aznar ante
                Sadam y las cornadas que da el hambre de sangre del terrorismo?
                No, tampoco. Era sobre un tema mucho más decisivo para nuestra
                política, nuestra economía y sobre todo para nuestra cultura.
                Monográficamente, versaba sobre la pública masturbación de un
                cubano, televisada en directo, y debatía un aspecto tan
                importante para la sociedad española cual si el tal lance al
                modo de Archidona había sobrevenido por la sola fuerza manual
                del antillano o con el concurso de hembra aparejando su
                trinquete de proa.
                 Pero esto, abyecto, deleznable
                y sigan poniendo adjetivos de su propia cosecha, no era lo peor.
                Lo peor estaba en la parte inferior de la pantalla. Como ahora
                se estila, la distinguidísima y cultísima audiencia
                participaba a distancia en la discusión, mediante el envío de
                numerosos mensajes SMS de pago a través del teléfono móvil,
                vía 5055. Si altamente educativo era cuanto se veía y oía en
                la parte superior de la pantalla, no menos formativos eran los
                certeros juicios, cargados de cultura, redactados en un bello
                castellano, que iban apareciendo en este faldón interactivo. El
                uno deseaba: "Dinio k t foye un p". El otro matizaba,
                siempre en fornicatoria materia: "Yola k estas + kalient i
                + wena k nadie foyatelo, tq, salu2". Un tercero
                sentenciaba: "Juanmi marikon kyat k t den x qlo". 
                Me recuerdan estos mensajes las
                barracas del pim,pam,pum de las ferias en sepia, donde había
                que derribar monos de caucho lanzándoles pelotas de trapo, al
                conjuro del pregón: "¡Leña al mono, que es de goma y no
                se entera! ¡A perra gorda el pelotazo!" Ahora el pelotazo
                es telefónico, cuesta algo más y los monos son una escogida
                pandilla de indeseables sin moral y sin ética. Atónitos, vemos
                hasta dónde ha llegado la degradación colectiva. Cualquiera
                que pague su mensaje al 5055 puede decir la burrada que tenga
                por conveniente, que se la ponen en directo en el baldón del
                faldón. Con toda impunidad. Lo importante es que manden muchos
                mensajes, que la cadena cobre por esta lapidación de peaje, a
                tantos euros el pelotazo. 
                Muchos hemos planteado la
                necesidad de una regeneración ética de estos contenidos
                televisivos del "todo por el share". Obtener audiencia
                por estos métodos es como si nos pareciera normal que con cada
                libro dieran una papelina de cocaína, entonces sí que iban a
                subir las tiradas... La basura se retroalimenta ahora de basura
                y la España que salió de la LOGSE se gasta fortunas para que
                aparezcan en pantalla mensajes deleznables escritos en una
                lengua podrida. Los que pedíamos aquella regeneración ya nos
                conformamos con menos: que quien pueda acabe con esta vergüenza
                nacional. A este paso, hasta en el telediario habrá lapidación
                de peaje. Darán la información de una aprehensión de droga y
                alguien habrá pagado por mandar un mensaje que diga:
                "Maderos kbrones biba l maria". 
                 
                 
                    
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