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A
Aznar no le salió el otro día la palabra cuando lo
entrevistaba Luis del Olmo y hablaba de esa abyecta degradación
moral de España que reflejan sus televisiones, promueven los
truchimanes de programas con sus latisueldos y cobran estos
dueños de burdeles que se autitulan empresarios de la
comunicación. Quizá tendría esa palabra en la punta de la
lengua, pero comprendo que hay voces del tendido impropias en
boca de un presidente. La voz exacta acaba de ser acuñada por
un actor de televisión y de éxito, Jesús Bonilla. Es como si
Bonilla, representando el personaje de Juan Ramón Jiménez,
hubiese dicho: "Intelijencia, dame el nombre exacto de las
cosas,/que la palabra sea la cosa misma". Y la inteligencia
de Bonilla le ha dado el nombre exacto de la cosa, la cosa
misma: "Telemierda". Igual que Arquímedes dijo
"¡eureka!" cuando descubrió la ley del empuje que
experimentaban los cuerpos sumergidos en un liquido, Bonilla ha
dicho "¡telemierda!" cuando ha descubierto el bajón
que experimentan los programas televisivos de calidad sumergidos
en el líquido elemento de estos elementos, los excrementos
nacionales rociados por un ventilador de 625 líneas con forma
de corazón.
¡Qué televisión basura ni
televisión basura! La basura es algo muy digno, y más desde
que nos hemos puesto tan europeos que la clasificamos antes de
arrojarla al contenedor, y en casa tenemos dos cubos, y en la
calle hay receptores de vidrio y de cartón y en las papeleras
públicas, departamentos para las materias orgánicas y el
papel. No ofendamos a la basura comparándola con la
generalizada abyección televisiva de consumo general en
España. Llamemos a las cosas por su nombre, y ese nombre es
telemierda. España consume mierda.
Contra la que se impone un
pacto nacional, que hagan no sólo los partidos, sino la
sociedad misma. Yo me avergüenzo de mi oficio cuando oigo que a
los oficiantes de la coprofagia televisiva les llaman
"periodistas", como los empresarios deberían
avergonzarse de sus colegas que hinchan la cuenta de resultados
dando mierda. ¡También Alfonso de Salas vendería más
ejemplares de este diario si diera una papelina de cocaína con
su papel, y no por eso lo hace! Igual que ahora ya todos estamos
contra el terrorismo, tenemos que conseguir que pronto todos
estemos contra la telemierda. Se lo sugerí al juez Baltasar
Garzón en la cena de los Cavia y me enseñó la prueba del 9 de
esta triste sociedad moralmente degradada por la telemierda:
"Tú pregunta a alguien que te diga nombres de personas que
sean referentes éticos de nuestra sociedad. No tienen ni idea.
Todo lo más te dicen Fernando Savater, quizá José Antonio
Marina... Pregunta en cambio chulos que vivan de su bragueta o
pelanduscas que trafiquen con sus intimidades, y te dicen más
nombres que la lista de los Reyes Godos..."
Veinte millones de moscas
comiendo mierda no pueden tener la razón. Aunque la riada de la
telemierda haya borrado todos los referentes éticos. Se impone
que la sociedad acabe con esta inundación y ponga de una vez un
letrero que diga: "Hasta aquí llegó la telemierda".
Sobre el envilencimiento de
la TV, en El RedCuadro:
Kyat k t den x qlo
Otro "Basta ya"
Las querellas impresentables
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