Cuando
casi nadie tenía coche, aquel concejal del Ayuntamiento de
Sevilla llegó a Madrid en su auto y lo estacionó donde quiso.
Y cuando acudió a recogerlo, se encontró que un municipal lo
estaba multando. Se dirigió al guardia y le dijo, enseñándole
un carné:
-- Mire usted, agente, es que
soy concejal en Sevilla.
Y mientras seguía escribiendo
la multa, respondió con incredulidad el guardia:
-- ¿Concejal de Sevilla?
¡Pues eso aquí es una mierda!
A lo que el concejal replicó:
--No, si allí en Sevilla
también es una mierda... Yo se lo decía por si colaba y me
quitaba la multa.
¿Le ha pasado igual al hijo de
Aznar cuando iba a 160 kilómetros por hora conduciendo un
Porsche entre Florencia y Pisa y lo paró la Policía de
carretera para quitarle el carné? Pudiera haber ocurrido, que
José María Aznar Botella le dijera al guardia:
--Mire usted, es que mi padre
es presidente del Gobierno en España.
--¿Presidente del Gobierno en
España? ¡Pues eso aquí es una mierda!
--No, si allí en España
también es una mierda. Yo se lo decía por si colaba y no me
quitaba el carné...
El caso es que el niño de
Aznar se ha quedado sin carné como el de Suárez se quedó sin
presidencia de Castilla-La Mancha. Y se ha quedado casi sin
comentarios. Tan ocupados estamos con la Asamblea de Madrid que
se nos van las mejores de las autopistas de Italia. A esa
chulería de coche deportivo, exceso de velocidad e hijo de
papá no se le ha sacado la menor punta. De bastante menos hizo
Herrera el monasterio de El Escorial, y ya ven la que le liaron
a Aznar por la boda de la niña. ¡Vaya parejita! La una, con la
boda escurialense, le mete al padre el gafe en casa e inicia la
cuesta abajo del chapapote y otros males del siglo. Y el otro,
pegando cochazos por la Italia de Berlusconi, que es amiguete de
papá. Lo que no hizo el niño de González lo ha hecho el niño
de Aznar. Y encima, con un Porsche. Claro, Aznar es como todos
los padres españoles, que les compran un Porsche a sus hijos
como regalo por haber aprobado la Selectividad.
Ya que El Escorial da tan mala
suerte y el Porsche tan mala imagen, descuidamos un aspecto
básico en la sucesión de Aznar. Sólo le pediría que eligiera
un sucesor sin hijos. O, si los tiene, que sean aún pequeños,
que no tengan edad de montarle una boda en El Escorial o un
cirio con Porsche en Italia. Es lo que antes hay que mirar en
Rajoy, en Rato, en Mayor, en Gallardón. ¿Tienen hijas
casaderas que puedan exigir al padre una boda de caprichito
ridículo? ¿Tienen hijos que puedan ir por ahí con un cochazo
en el que si escandalosa es la velocidad, más la marca y lo que
cuesta el cochecito dichoso? Espero que después de esto Aznar
elegirá al sucesor más adecuado. Es decir, a uno que no tenga
ni hijos conductores de Porsche ni hijas casaderas de Escorial.
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