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Sevilla
tuvo que ser. Hago la transcripción para órgano del verso del
bolero de Carmelo Larrea: Ayarra tuvo que ser. Don Enrique
Ayarra, nuestro sentimental Maese Pedro, aunque navarro de
nación, es sevillano por un tubo. Por un tubo de los órganos
grandes de la Catedral, y no vea usted la cantidad de tubos que
tienen. No hay mayor emoción que cuando don Enrique toca una
marcha sevillana de Semana Santa en el órgano. Es como si las
altas bóvedas se llenaran de incienso musical y oliera a noche
de primavera. Yo he asistido a una boda en la Catedral donde, a
modo de marcha nupcial, tocaba don Enrique "Coronación de
la Macarena" de don Pedro Braña, y cómo sonaba aquello de
solemne y de clásico. Uno de fuera, oyéndolo, me preguntó:
-- ¿Qué es? ¿Haendel o Bach?
-- Ninguno de los dos: Macarena
pura.
En la mucha Sevilla que ha ido
a Roma acompañando al señor cardenal, se ha llevado don Carlos
lo mejor: la música nuestra. Nuestra mejor música. Antonio de
Cabezón y Correa de Arauxo en una pieza. Traduzco: a don
Enrique Ayarra. ¿No dicen que los cardenales son los príncipes
de la Iglesia? Pues Ayarra ha puesto en el Vaticano música
principesca, de corte sevillana, con esos gentileshombres
cubiertos que son los seises. Estaba acabando la ceremonia y
sonaba la sevillana de "El adiós". Entonces lo
comprendí todo. Ya sé por qué el Papa ha hecho cardenal a
monseñor Amigo. ¿Por la sede de San Isidoro? Frío, frío.
¿Por la tradición del capelo en Sevilla? Frío, frío. ¿Por
Don Carlos? Frío. Y como no es cosa de encender la calefacción
ante tanto frío, frío, diré por qué ha hecho Juan Pablo II
cardenal al arzobispo de Sevilla. Resulta que estaba el Papa en
el Vaticano, con el camarlengo de turno, haciendo la lista de la
bonoloto del capelo, y cuando la tenía ya rellena, con los 30
números y el complementario cuyo nombre mantiene "in
pectore", dijo al camarlengo:
-- Falta uno...
-- ¿Cuál, Santidad?
-- El de no te vayas por favor,
no te vayas todavía...
-- ¿El de Sevilla?
--- Eso, eso, que siento que el
barco se hace pequeño cuando se aleja en el mar...
El Papa ha hecho cardenal a
Amigo Vallejo para agradecer la emoción de una copla. Para
volver a vivir esa copla. Amigo es cardenal por el rito de
Manuel Machado: "A este Papa le han cantado/una mañana en
Sevilla/coplas que me lo han matado..." Como se vio en el
Vaticano, que es cuando más emoción dramática ha tenido nunca
esa copla. ¿No hay una pavana para una infanta difunta? Pues
Sevilla ha inventado una pavana en forma de sevillana para un
Papa que el pobre se nos está muriendo a chorros. Sonaba en el
Vaticano el "no te vayas todavía" y parecía que era
la vida la que se lo cantaba al Papa.
Yo no sé el Papa, pero Manolo
Garrido puede morirse tranquilo después de escribir este poema.
Lo digo porque todos hablan de "El adiós", al que
llaman "las sevillanas del adiós", y bien se creen
que son populares o bien que son de los Amigos de Gines, que las
grabaron en 1975. Pues no. Esa emoción en forma de copla tiene
su autor, su poeta inspiradísimo, que es Manuel Garrido, quien
la compuso en colaboración con Manuel García, a quienes nadie
nombra ni les reconoce el mérito. Nunca esa letra ha sido
realidad tan dramática como la otra mañana, cuando Ayarra la
tocaba al órgano vaticano y el Papa era un impresionante cuadro
de Valdés Leal sobre la brevedad de la vida. Sonaba "El
adiós" y el pobre Papa era un pañuelo de silencio a la
hora de partir.
Letra
de la sevillana "El adiós", de Manuel Garrido y
Manuel García
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