Muy buenas tardes, señoras y señores: nos encontramos en el Estadio del Mundial
82 de España, donde ha de jugarse el encuentro en que nuestra selección, como siempre,
ha de comerse una rosca así de grande. En sus pantallas de la memoria pueden ver a
nuestro equipo, que está procediendo a hacerse la fotografía de rigor y de Ruesga Bono.
A las órdenes del seleccionador Santamaría, presenta la siguiente alineación en el
dibujo, y de izquierda a derecha... De pie: Arconada (¡bien!), Alexanco (¡bien!),
Joaquín (¡bien!), Tendillo (¡bien!), Camacho ( ni bien ni nada, silencio) Gordillo,
(¡bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeen!)
Y cuando se calman los
aplausos de la memoria, la voz de Manuel Melado, la voz de megafonía de La Rosaleda,
sigue diciendo la alineación. Agachados, y también de izquierda a derecha: el pobre de
Juanito (¡bieeeeeeeeeeen!), Perico Alonso (¡bien!), Satrústegui (¡bien!), Zamora
(¡bien!), López Ufarte (¡bien!), e Idígoras y Pachi, en plan Di Stéfano y Puskas, que
no salen en el dibujo porque son los retratistas de la memoria que lo han pintado
(¡bieeeeeeeeeen!)
Y se pone la pelota en juego,
señores, y la coge Gordillo, para que se entere el mundo del Mundial que el Betis está
celebrando las bodas de platino bajo la presidencia de don Manuel Mauduit, siempre un don
Manuel en el Betis y un Betis para un don Manuel, y que la ministra de Cultura, Soledad
Becerril, señores, avanza por la banda de los presupuestos generales del Estado para
conceder toda clase de ayudas al club, a fin de que esta verdadera religión verdiblanca
fundada en 1907 pueda poner el campo de dulce. Aunque hay un don Manuel, estamos,
señores, todavía en el que los especialistas en Historia de la Arquitectura de los
Campos de Fútbol han llamado el periodo pre-manuelino o mauduista del estadio de
Heliópolis, que son estas ampliaciones y reformas para el Mundial, para que se luzca
Brasil bailando samba por las palmas cariocas de la Palmera, gracias a Soledad, que ha
dicho al presidente del Gobierno, al triste de Leopoldo Calvo Sotelo:
-- Leopoldo, échame el toldo
en forma de cemento sobre el campo del Betis, y convida a ampliación aquí a estos
señores, no seas rácano, a fin de que celebren como Dios manda que Sevilla sea sede del
Mundial 82.
Añaden esos historiadores de
la Arquitectura de los Campos de Fútbol, señores, que el verdadero estilo manuelino, de
don Manué, no habrá de llegar todavía a Helìópolis hasta dentro de dieciocho años,
cuando aterrice en la Palmera un platillo volante tripulado por Javier Clemente.
Y aquí está ahora, señores,
que hemos vuelto a 1982, soñando su gloria, Rafael Gordillo, de Almendrajelo, como
Gregorio Conejo, aquel niño de la riada del Tamarguillo que le derribaron la casa y se
tuvo que ir con su familia al refugio de la Cochera de los Tranvías y luego al Polígono
de San Pablo, donde comenzó a darle a la pelota con este arte con que ahora la da, que
aunque Gordillo tiene mucho arte, como aquí está Camacho esto no puede salir bien, así
que el Mundial saben ustedes, señores, que acabará con más ruina que la casa de
Gordillo cuando la riá del Tamarguillo, porque vamos a empezar empatando con una potencia
mundial del fútbol del porte de Honduras, pero luego, señores, qué pena, qué pena
señores, Alemania nos corta el camino, por 2 a 1,
goliligoligoligoligooooooooooooooooooooool.
Y podemos decirles, señores
que esto del Mundial del 82 es como un homenaje a Málaga, a Fuengirola, ahí está
Juanito, gloria de Andalucía, para que se entere España que el presidente Escuredo
quiere hacer de nuestra tierra la California de Europa, y no hay mejor California que la
Fuengirola de Juanito. Pero aunque Juanito está en la selección, señores, Sevilla se lo
acaba llevando todo y se lo quita a Málaga haciendo la pared. El verdadero gol, señores,
del Mundial del 82 fue el gol que marcó Sevilla, que se portó tan bien de jugador
número 12 que viendo el Rey de España a aquella afición con las banderas nacionales,
ronca de aplaudir, fue que le dijo a Sandro Pertini, sentándolo para que se calmara con
la copa Jules Rimet camino de Roma:
-- Qué buen jugador número
12 para España, Sandro. Como dentro de diez años tenemos que celebra el Quinto
Centenario del Descubrimiento de América, podríamos hacerle una Expo a este jugador
número 12. Mejor publico para que haga colas en los pabellones y quede entusiasmado no
vamos a encontrar...
Y si España en el Mundial del
82 empezó mal y acabó peor, sin necesidad siquiera de que Clemente metiera la pata, que
Santamaría tampoco era manco, para Sevilla no pudo concluir mejor. El Mundial del 82 fue
el ensayo general con vestuario de jugador número 12 (bufandas, banderas) para la Expo
del 92. Sevilla se creía que con el Mundial del 82 todo el mundo se iba a hacer rico, la
ciudad iba a cambiar, todo esto iba a quedar que no lo conociera ni la madre Hispalia que
lo parió. Pero como quiera que aún no había llegado el mes de octubre de aquel año de
gracia de 1982 y aún no se habían asomado por la ventanita del Palace dos andaluces,
González y Guerra, para que vieran en Madrid que la gran calle de Alcalá cómo reluce
cuando suben y bajan los socialistas andaluces, pues hasta 1992, señores, no podremos
contemplar el mayor despilfarro de millones que vieron los siglos, mientras la Málaga de
Juanito volvía a quedarse, como siempre, como un chiquillo pobre de cuento de Dickens con
la nariz pegada en el cristal del escaparate de una pastelería.