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En
la plaza de toros de Jerez hay un sector de localidades al que
llaman Tertulia. Precioso nombre. Como si la entrada te diera
derecho a la charlita y al vamos a comentar. En la Plazalostoros
de Sevilla también hay localidades de tertulia. No se llaman
así, manque sean más tertulia que las jerezanas. El Palco del
Aero es una tertulia, en cuya primera fila, acodado sobre la
barandilla, Fermín Bohórquez se queda profundo cuando lo de allí
abajo no tiene interés. Menos mal que no ronca, porque hay
corridas que son como para que los ronquidos de Fermín se oyeran
en Pamplona. O fueran comentados en verso, como cuando Rafael
Peralta retransmitía una corrida para Tele 5, estaba Matilla
también estroncaíto, y dijo el ingenioso caballero de La Puebla,
estructurando uno de sus pareados geniales: «El empresario
Matilla, echando una siestecilla». Si el del Aero es una
tertulia, José Luis de Plaza de Cuba en versión taurina, el
Palco de los Ganaderos es otra, con los habituales de siempre,
Javier Medina, Ignacio Pablo Romero, Luis Algarra, donde aún
echamos de menos a Carmen Núñez o a Pepe Murube.
Y hay más tertulias en la plaza. Los rinconcitos. El Rincón del
1, allí arriba, debajo del palco de convite del teniente, hasta
da un premio taurino. Está este Rincón del 1 y está el Rincón
del 7, con Paco Gandía, con Dolores Aguirre, con los Peralta,
con Diego Puerta, con Mercedes Domecq, con Manuel Marchena, con
Ángel Casal, vamos, con gente así que es el primer día que va a
los toros. Y está el Rincón del 2, donde Clavero tiene su
barrera, donde va Curro con Carmen Tello y donde por aburrida
que esté la corrida nos queda siempre la fiel infantería de los
golpes de Gregorio Conejo y de la gracia honda de Luis Carlos
Peris cogiéndole el compás.
Estos rincones de la plaza son como patios de vecinos por lo
fino, donde todo el mundo se conoce. Le pedimos al señor de al
lado el programa del peso de los toros como las vecinas del
Corral del Conde perejil unas a otras. El domingo fue la
despedida en estos rincones. Si triste era la corrida, más
sentir, bajo la luna llena en el Arenal, el paso del tiempo:
-Ea, señores, pues hasta el Domingo de Resurrección...
-¿Y vas a sacar el abono el año que viene, con lo que hemos
tenido que tragar?
-A ver, qué remedio queda.
Hay en los abonados de la Plazalostoros como una ritual
resignación. Se renueva el abono cada año pagando la morterá más
IVA, más que por el interés de los carteles, por no perder el
abono. Se saca el abono por el abono mismo. Ser abonado en la
plaza de Sevilla es un masoquismo ritual que forma parte de las
tradiciones. Hacemos propósito de no dar un duro más a la
empresa Pagés, pero cuando llega la hora de la verdad en marzo
siempre te dice la parienta:
-¿Y vas a perder el abono, que era de tu padre?
Y no lo perdemos. Y nos retratamos, paseo hasta el Paseo Colón
con el talón conformado. Aunque es para no ir, volvemos por no
dejar de estar. Eso lo sabe la empresa, que los abonados
hocicaremos, aunque nos pongan carteles con El Fundi, El Fandi y
El Fandangui o de Chicha, Machicha y Nolete con toros de Agustín
el del Carrete. En la tarde de despedida de San Miguel todos
prometemos no volver, pero el Domingo de Resurrección, a ver,
qué remedio, Cisquero mediante, todos estamos en nuestro
rinconcito. Nadie hace lo que promete. Lo que por ejemplo oyeron
en la despedida del rinconcito del 2:
-¿Pues sabes dónde me voy a sacar mis dos abonos el año que
viene? ¡En La Campana! Dos pedazos de abonos de sillas en La
Campana, que ahí te gastas el dinero y tienes siempre la
seguridad de que te vas a divertir, y que cuando entre ese palio
de la cofradía de tu barrio tocando Los Campanilleros se te van
a caer dos lágrimas como dos yacuzis...
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