|
|
|
 |
ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO
Respeto, no, miedo a las minorías
|
Leyendo
el Duverger como una resistencia frente a la dictadura aprendí
que un bendito signo de la democracia es el respeto a las
minorías. Tengo que poner al día el viejo Duverger. El Estado de
Derecho ha devenido en Estado de Perplejidad. O en Estado de
Contradicciones, en el que la transgresión acaba convirtiéndose
en norma, y viceversa, borrando cualquier principio moral. En
octubre de 2004 hemos alcanzado lo que pedían en mayo del 68: lo
imposible. Radio Nacional da su diario parte de Guerra, don
Alfonso: a España no la conoce ni la madre que la parió. Si por
madre entendemos la Constitución de 1978. Y el mismo parte de
RNE, impasibles el ademán y el talante, da también el desmentido
al otro Guerra, al torero Rafael Guerra: en España lo que no
puede ser, sí puede ser, y está siendo. Y además es posible.
Tela de posible. Casi obligatorio.
Las españoladas no se acabaron con la dictadura. Siguen
existiendo. La única diferencia es que ahora la firma Pedro
Almodóvar en vez de Luis Lucia, y la produce Canal Plus en lugar
de Cifesa, pero igual: con crédito sindical antes, con
subvención con pegatina del No a la Guerra ahora. Españolada es
el movimiento pendular de la Historia. Vamos detrás de los
curas, en procesión con un cirio o persiguiéndolos con un palo;
vamos detrás de los homosexuales, persiguiéndolos con la Gandula
o apoyando la manifestación que encabezan para que les den
cuanto pidan. Hemos pasado del respeto a las minorías a la
dictadura de las minorías. Con un miedo espantoso de las
mayorías a parecer carcas. Canguelo modelo Gallardón. Si Aznar
leía a Cernuda, Rodríguez debe de tener a Juan Ramón de
cabecera: «A la inmensa minoría siempre».
A mí la españolada de esta dictadura de las minorías me da
también miedo, pero lo venzo, sin canguelo modelo Gallardón.
Pasan por dogmas infalibles las tesis de las minorías. Un
ejemplo: el silencio de pánico que ha acogido el anuncio de la
legalización de los mal llamados matrimonios de señor con señor
o de señora con señora. Por miedo hemos arrancado todas las
páginas del Diccionario que traían sinónimos de guasa para
homosexuales y lesbianas. En una España que sigue blasfemando,
esas voces han desaparecido del habla. La tortilla española no
existe. Los mariquitas del Sur no cantan por las azoteas ni en
el poema de Lorca. Los propios sinónimos de Federico para tal
condición en su «Oda a Walt Whitman» son anticonstitucionales.
Nadie se atrevería a recitar ese fragmento del poema. El amor
oscuro no es el que le hacía preguntar a Rafael de León en un
soneto perfecto por qué tienes ojeras esta tarde. Ahora el amor
oscuro es el antiguamente normal, de señor con señora. El otro
es el que está más claro que el agua. Y nadie se atreve al
democrático ejercicio de la disidencia. Yo mismo me la estoy
jugando. Como el Santo Oficio perseguía a los del pecado
nefando, la Nueva Inquisición de Gays y Lesbianas me pondrá el
sayo infamante de homófobo. La españolada, con signo contrario.
Tal es la dictadura de las minorías, el miedo que le tenemos,
que nadie se atreve a eso tan español de sacar un nombre
humorístico para el nuevo tipo de matrimonio. El PP ha dicho que
matrimonio no es, pero no se ha atrevido a ponerle nombre. Tabú
innombrable. Si no hubiera miedo, cien mil ingenios de la Corte
habrían dicho ya que no es matrimonio, que le sobra la T: que es
marimonio. Pero nadie se atreve. El miedo a decir lo que se
piensa es el mismo que cuando las españoladas de la dictadura.
Mal anda la libertad de expresión cuando no nos queda ni la
resistencia del humor. Es puro Marifé de Triana, la que tanto
gusta a esa minoría dictatorial: «Miedo, tengo miedo...»
Correo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
|
|
|
- Copyright © 1998 Arco del Postigo
S.L.
Sevilla, España.
-
|
|
|