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Han
pasado a DVD la película de la corrupción y el crimen de Estado
que ya vimos en VHS. La contemplamos otra vez. Digitalizada, con
los ruidos quitados, más nítida. Así que ha vuelto Belloch,
dándole trescientos millones de pesetas...
-Dirá usted de las antiguas pesetas...
Pues no. Digo pesetas a secas. Pesetas de toda la vida. Si se
dice una cantidad en pesetas, no son ni antiguas ni modernas:
son pesetas, joé. La antigüedad vamos a dejarla para aquellos
duros antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar, no para
estas pesetas a las que ponen el mote de antiguas sin razón
alguna.
Así que ha vuelto Belloch, dejando a su señora pianista de su
alma y a su alcaldía cesaraugustana de su alma, dándole
trescientos millones de pesetas a todos nosotros a Paesa, para
que en el pajar del Capitán Khan encuentre la aguja de Roldán
con el gabán. En un aeropuerto de los veinte duros. De esos
sitios donde fabrican maritatas para las tiendas de los veinte
duros. Y ha vuelto Paesa. Portento verdaderamente milagroso.
Apocalipsis de infantería, sin caballos. Desde la resurrección
de Lázaro no se veía algo igual. Paesa fue el precedente de las
"autopsias light" que están de moda en la Pasarela Requiescat in
Pace de este mortuorio noviembre sin Tenorio. Primero vino la
moda de las cenizas rocieras, tendencia Carmina Ordóñez. Ahora,
las autopsias «light». Autopsias «sin», autopsias bajas en
calorías, sin azúcar ni cafeína. No las inventó el general
Vicente Carlos Navarro en Turquía. La inventó el abogado Cobo
del Rosal. Rosal de la Frontera por donde se escapó Paesa. Cobo
le hizo a Paesa la autopsia «light», a ojo, y entregó
solemnemente su certificado de defunción en el Registro Civil.
Gracias al invento de la partida de defunción «light», de las
esquelas mortuorias «ligth», del funeral «light», de las misas
gregorianas «light», Paesa vuelve a la vida. ¿Corrupción? ¿Qué
corrupción ni qué niño muerto? Muerto incorrupto, como el cuerpo
de San Fernando bendito. ¡Milagro, milagro! Lázaro, un mojón pá
ti: para resurrecciones, la de Paesa.
Y con Paesa vuelven todos. Vuelve Vera a la puerta de la cárcel
de Guadalajara en un llano, el llano del crimen de Estado y de
la corrupción. Vuelven las enlutadas viudas del GAL. Venga,
mentores de la autotitulada memoria histórica, ¿ahí, en esos
mantones negros, no hay nada que rascar de la memoria histórica,
ahí no hay fosas comunes con cal viva que excavar? Vuelve
Barrionuevo, vuelve Corcuera. Estaban con la moviola de la
Historia en la comisión del 11-M, para largar el mochuelo a los
anteriores, y se les fue la mano en la velocidad del cacharro. A
la moviola se le rompieron los frenos, se volvió loca, y se puso
a rebobinar lo que pasó con los anteriores a los anteriores. Ya
vamos por Roldán, por Paesa, por Vera. Retorno a Brideshead,
pero en cutre, en ignominioso. Moviola para la sentencia del
Supremo sobre Batasuna como brazo político de la ETA. La
sentencia de ilegalización que nunca existió. Y moviola para el
Pacto Antiterrorista. El pacto que nunca existió. La bicha del
escudo de la ETA se escapa del hacha y se le enrosca a Odón
Elorza en su bastón de alcalde de San Sebastián, desde cuyo
sillón se pone a hachear a favor de los asesinos de Gregorio
Ordóñez.
Albertiano retorno de lo vivo lejano. Y tan vivo. Estos tíos tan
vivitos y coleando felipismo, tan cercanos. Como el que avisa no
es traidor, les advierto que una máquina de café ha sido
enchufada y puesta a calentar. Las cosas están de un modo que de
un momento a otro volverá a aparecer Juan Guerra dando cafelitos.
No está, pero se le espera. Está al caer. Para demostrarnos que
aquellas oscurísimas golondrinas han vuelto a colgar sus nidos
del balcón de los tontos con balcones a la calle. Génova.
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