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Hace
muchos años, por estas fechas, José Luis Montoya acusa recibo y
responde desde su sección «El Patio» a las felicitaciones de
Pascuas. Aunque me pase como al que la copia, voy a imitarlo en
este artículo. He recibido varias felicitaciones que, con la que
está cayendo, tienen un leer. Cartas con liturgia de la palabra,
culto que se practica poco. Don Julio Domínguez Arjona, que
gratis et amore pregona cada día a Sevilla por internet, me
desea, con la murillesca imagen de la Sagrada Familia del
Pajarito:
«Desde Ocnos, una Sevilla soñada por Cernuda, donde la Catedral,
El Salvador, Santa Catalina no están en obras; donde el
Giraldillo es de verdad; donde los taxistas no son los amos de
la ciudad; donde no hay una procesión extraordinaria cada
semana; donde los monumentos, esculturas y cuadros están
perfectamente conservados, pues las cosas de Sevilla donde mejor
están y se conservan es fuera de ella, como esta Sagrada Familia
del Pajarito de Murillo en el Museo del Prado, le deseo
muchísima salud (te duele una muela y ya está todo jodido),
trabajo (hoy el trabajar se ha vuelto un tesoro), tener por lo
menos un par de amigos de verdad con los que tomarte todos los
mediodías una cerveza sin que te claven una fraternal puñalada
en Cristo; en un mundo donde las cosas no ocurren por algo sino
simplemente ocurren, gozar de una razonable cuota de paz y
tranquilidad». ¿Dónde hay que hacer cola para sacar la entrada
para esa Sevilla, don Julio?
Don Enrique Álvarez Martín me dice: «Felices Pascuas, que son
las de Navidad y Reyes. A la m... Papa Noel, que yo no lo
conozco. Esta pertinaz ola laicista que nos invade,
paradójicamente, está acendrando nuestra fe. Esta Navidad para
mí está siendo más Navidad. Y ahora vuelvo a regustar los peces
que beben en el río, mientras Ella se peina con peines de plata
fina; y rememoro con fruición que ese Niño tan chiquito, todo
vestidito de blanco, es de la Virgen María y del Espíritu Santo;
y resuenan con más alegría los cánticos de mi tierra, que cantan
vivas al Niño Dios que nace en la Nochebuena. Han conseguido lo
contrario de lo que pretendían. Ahora me gusta más la Navidad.»
Hasta para el problema del premio con retrocarga que nos trae el
2005 me ha dado solución don Francisco Narbona en su carta:
«Después de leer su recuadro de hoy, me permito desearle una
feliz Cuaresma, esa cosa que empieza antes que la Cabalgata, con
el quinario al Hijo de la Madre de Dios, que pacientemente
escucha Sentencias a diario, algunas bastante más indeseables
que las del propio Pilatos. Y como el año trae su guasa, me
acojo al latín, siempre socorrido: Felix MMV».
Laus et laus, que en latín significa ole y ole. ¿Y aún quieren
quitar el Latín? Si es utilísimo... Gracias al latín, a Carmen
Calvo, nacida en Cabra, le dicen egabrense y no lo otro. Y de
los números romanos, ni te cuento. El 2005 en números romanos,
MMV, no tiene rima posible. Resuelve el problema que ayer
exponía José Luis Losa: «Para premio, el que media España va a
dar a Ramón García el día 31 por la noche cuando diga en alto
aquello de Feliz 2005», Pues si recurre al latín en las
campanadas de la Puerta del Sol, Ramón García se librará de la
retrocarga del premio, por aquello del hipérbaton latino. Puede
decir: «Annus novus MMV vobis felix prosperusque sit». Para
Ramón García la única solución es que con su caracartón, con su
caracajazapatos, salga por TVE desde la Puerta del Sol y diga: «Felix
MMV» pero en la citada frase latina completa, con el hipérbaton.
Porque si dice MMV al final, como el número romano V en latín se
dice «quinque», no se libra del premio ni con alas... de los
pies de Mercurio. Cinco (5) o quinque (V) no se libra de la
retrocarga ni en latín... Sea como sea, éste entra a por uvas
del premio. Y hasta en subjuntivo si el 5 lo dice como «quinque»
en latín.
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