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Ojú,
se ha levantado la veda del naranjo. El año ha comenzado con
levantamiento de vedas. Se ha levantado la veda del Ateneo, que
era tabú, no sé si por los Reyes Magos o por el acto fundacional
de los poetas de la Generación del 27. Y contra los naranjos,
más o menos de la época de la Generación del 27, lo mismo:
levantamiento de veda y tala que te crió. Aquí mucho repetir el
topicazo de los cielos de perdimos, pero muy pocos protestan por
los árboles que estamos perdiendo. La saña arboricida. Más que
podarlos, talan los árboles, los dejan con muñones que da pena
verlos. Y cuando el árbol está enfermo, lo cortan. Eutanasia de
Parques y Jardines. Es como si al que llega a la Residencia con
una hepatitis le pusieran una inyección letal. Dan bolilla a los
árboles enfermos, como perros rabiosos. Y cortan y talan sin
causa ni piedad los naranjos de la Plaza de la Virgen de los
Reyes. Dicen que van a cambiar el pavimento y de momento
arrancan los árboles. Y me temo que sigan Mateosjago arriba
arrancando naranjos, y que tiren luego para la Plaza del
Triunfo, y la Plaza Nueva, y lleguen hasta la Gran Plaza.
Esto, señores, es una conjura contra el azahar. Lesa sevillanía
del naranjo en flor. Al pie de la Giralda no olerá a gloria de
Sevilla cuando llegue la primavera. Yo que cardenal de Sevilla,
excomulgaba al que me dejó sin el olor de la primavera entrando
por mi balcón. El azahar es símbolo y signo de la Semana Santa.
Cuando llega marzo, los naranjos se ponen a tocar "Amargura" con
su olor. Este año, al pie de la Giralda, la cofradía de la
primavera será de silencio. Sin olor. No quiero pensar mal, pero
quizá toman el azahar por flor conservadora, de la Sevilla que
quieren cambiar con talante y buen rollito. A propósito de
talante. El otro día el alcalde estuvo con ZP en su visita a los
jubilatas de Heliópolis. Seguro que ZP le dijo:
-Alfredo, no te olvides nunca del talante...
Y Alfredo, plas, tomó tan al pie de la letra lo del talante, que
se ha creído que talante viene de talar, como amante viene de
amar y cantante viene de cantar. Y con los naranjos va de
talante por detrás y por delante. Tala que te tala con el
talante. Cuando Sevilla debería proclamar al naranjo y a su flor
símbolo de la ciudad como el NO8DO o la Giralda, a pesar de que
son más recientes. Los primeros naranjos callejeros se los
regaló Sánchez Dalp a la ciudad que se acicalaba para la
Exposición del 29. Aníbal González inventó la arquitectura del
regionalismo. El Marqués de Vega Inclán inventó el Barrio de
Santa Cruz, postal turística en parte de la antigua Judería.
Santiago Montoto inventó la Plaza de Santa Cruz y llevó allí la
Cruz de Cerrajería, arrumbada en Las Mínimas. Y Sánchez Dalp, el
de la casa de la Plaza del Duque que tiraron para hacer el
Cortinglés, inventó el naranjo como símbolo de las calles de
Sevilla. Le dio a Sevilla la seña de identidad del azahar.
Piensas en la primavera de Sevilla y evocas el olor de azahar.
Evocabas. Ahora la Plaza de la Virgen de los Reyes olerá en
primavera... a cagajones de los coches de caballos. La han
tomado contra el azahar. Estoy por proclamar solemnemente que
los naranjos son linces o águilas reales, a ver si los
profesionales del ecologismo de pegatina, pancarta y nómina
abren la boca que callan ante estos arboricidios. ¿Consentirían
los vascos que les talaran el árbol de Guernica? Pues, al
cambio, los naranjos son eso para los que tenemos a Sevilla como
patria. Cuando sale un toro muy bravo a la plaza, piden su
indulto. Yo desde aquí pido al señor alcalde que demuestre su
talante indultando al toro de la bravía primavera que salta a la
plaza en flor: que salve del hacha a esos naranjos. Si estamos
contra la pena de muerte, mucho más hemos de estarlo contra la
muerte de la belleza del aroma del azahar.
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