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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO
David Bisbal, rosario al cuello
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Y
eso que el Papa no ha visto a David Bisbal. Podía haber
entrado David Bisbal en la sala donde el Papa recibió al
episcopado español para pegarle la bronca a ZP. Haciendo Bisbal
con los brazos esos movimientos de extensiones como de chino de
película de kunfú. El Papa se habría quedado más de piedra de
columnata de Bernini todavía al ver las cosas tan raritas que
ocurren en esta España nuestra. Estaría el Papa largando fiesta,
como es su obligación, ganándose el jornal, acusando al Gobierno
de promover el laicismo y despreciar la religión, cuando por
esas puertas, dando un salto de kunfú de los suyos, entrase
David Bisbal. Rosario al cuello. No un collar de dientes de
tiburón; no unas cadenas con abalorios como lucen los
chuloplayas de Marbella en sus despechugadas camisas de seda.
No. Un rosario. Con las cincuenta cuentas de sus cinco misterios
y su crucifijo.
Estos sí que son los misterios del santo rosario. El rosario se
ha puesto de moda como adorno de cuello. Las famosas puretonas
se ponen al cuello bufandas de seda para que no se les vean las
arrugas y los que están con la edad en la boca se cuelgan del
pescuezo un rosario. La moda le ha hecho caso a María Dolores
Pradera. Se han quedado con todo lo demás y han devuelto el
rosario de su madre. Todo lo demás es lo denunciado por el Papa:
la enseñanza de la religión; el entendimiento del matrimonio con
la imprescindible eme de madre; las raíces cristianas de nuestra
cultura. Y esta sociedad laica nos ha devuelto el rosario de su
madre, para que David Bisbal y los que están a la moda se lo
cuelguen al cuello como adorno. Ni el Padre Peyton hubiera
soñado tal popularidad para el rosario. Familia que luce el
rosario como abalorio unida, permanece unida contemplando cómo
son destruidos los valores de nuestra sociedad. Si esos valores
religiosos, obviamente, pertenecen al cristianismo. Si
representan el islamismo no he dicho nada: la culpa de todo,
como es sabido, la tiene nuestra cultura judeocristiana.
Punto en el cual llego a un atisbo de luz en este túnel de una
sociedad que reniega de sus raíces. Ya sé, ya sé por qué David
Bisbal lleva el rosario al cuello en esta España cada vez más
laica y más aduladora de lo mahometano, de lo amoral y de la
poca vergüenza. David Bisbal y cuantos lucen el rosario al
cuello como abalorio decorativo lo exhiben como trofeo de
guerra. Es una pieza robada al enemigo. Aquellos precursores de
las pateras que fueron los moros de Tarik y Muza, descolgaban
las campanas de las iglesias para llevarlas como trofeo. Como
una campana pesa mucho...
-¿Usted ha cogido una campana en brazos o algo?
No, pero tiene que pesar tela. Y como una campana pesa lo suyo,
esta sociedad hedonista que va siempre al mínimo esfuerzo no va
a andar llevando de acá para allá las campanas que las huestes
de ZP han arrebatado a las iglesias de la Conferencia Episcopal.
Un rosario significa a estos efectos igual que una campana. Y es
mucho más decorativo. Al rosario que David Bisbal lleva al
cuello, como al que lucen muchos a modo de collar, se le ha
quitado toda significación religiosa. Es tan frío como una
iglesia desamortizada convertida en sala de conciertos. Es un
rosario desacralizado por la hoja de ruta que lleva a España no
a una sociedad laica, sino a renegar de todo lo religioso.
Hemos pasado de María Dolores Pradera a Juanito Valderrama. La
Praderita le daba todo su valor al rosario de mi madre. Los
otros, como Juanito Valderrama, dicen: me voy a hacer un rosario
con el «Adiós, mi España querida». Bisbal ya se lo ha hecho. Lo
luce al cuello como trofeo del triunfo del laicismo. Como los
indios de las películas lucían tras Little Big Horn las casacas
azules con las cabelleras del derrotado Séptimo de Caballería.
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