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Somos
tan tontos y tenemos tan entregada la cuchara ante los
catalanes, que hablando una lengua tan hermosa como la nuestra,
al barrio de Barcelona que medio se ha hundido por las obras del
Metro le decimos El Carmel.
-Vamos, El Carmelo...
Un Carmelo que ha sido, y Maragall lo ha reconocido, como el
chapapote. Más de mil criaturas se han quedado no sólo sin piso,
sino sin ropa, sin muebles, sin documentos, sin nada. Hasta sin
perros. Sin un solo objeto personal. Como un naufragio en la
ciudad. Los pisos se han hundido como el «Titanic», y todo se lo
han tragado con ellos. Piense que está usted en el cine, que
vuelve a su casa y que se encuentra con un enorme socavón y una
montaña de escombros, donde está sepultado su piso, la memoria
de su vida, de su familia, las fotos, los juguetes de sus hijos.
¿Se imaginan la que hubiera liado el PSOE si esto del Carmelo de
Barcelona le hubiera pasado a un alcalde del PP, a una autonomía
del PP? Piensen por un momento que El Carmelo está en un cabezo
de Huelva y que los bloques de pisos se le hunden a Perico Rodri.
Ya lo habrían fusilado al amanecer del día, como el ver los
barcos venir del fandango. Nada digo qué hubiera liado el PSOE
si El Carmelo se le hunde a Rita Barberá en Valencia, con una
autonomía del mismo signo. ¿Y qué ha ocurrido? Pues que en su
lugar, apagón informativo. Tal como suena. Maragall ha impuesto
un pacto de censura y silencio al Colegio de Periodistas de
Cataluña y nadie ha abierto la boca. Han declarado una «zona
cero», como la tristísima de Nueva York, y allí nadie hace ni
una foto. A los vecinos damnificados les sugieren que si hablan
a la prensa es posible que pierdan toda ayuda pública. Si esto
no es totalitarismo y dictadura, que venga Goebbels y lo vea.
Dejo a su libre albedrío que comparen la que liaron cuando el
chapapote estos mismos que imponen el apagón informativo y
político. Y no es que yo defienda al PP, porque me parece que el
PP rima con chapapote por lo carajotes que son, que se les van
vivas las mejores. Se les ha ido vivo el submarino de Moratinos
en el Peñón, con la que lió Chaves con el «Tireless», y se les
va vivo ahora el chapapote del Carmelo, el chapapote del
tripartito, de Joan Clos y de Maragall. Aquí no hay «Nunca mais»
que valga.
Y dejada constancia de lo carajotes que son los del PP, voy a lo
que nos interesa aquí: que no haya un Carmelo en la calle Monte
Carmelo, pongo por caso. Que no lo haya en la avenida de
República Argentina. Pasé ayer por la esquina de República
Argentina con Santa Fe, donde se abre la inmensa zanja del
metro. Desde fuera de las tapias se ven los muros de contención
que han hecho. Pero se ven también los edificios de República
Argentina allí al ladito. ¿Estarán en perri, Dios mío de mi
alma? De la calle San Fernando, ni te cuento, con lo que ha
pasado ya con los cimientos de las casas al lado de La
Equitativa, edificio que la otra vez (antes que el alcalde Valle
dijera que el Metro era un túnel sin salida) tuvieron que
cinchar de arriba abajo para que no se abriera como una granada
o como la torre de San Isidoro cuando el terremoto de Lisboa en
1755. Aún estamos viendo los testigos de yeso en las grietas de
la fachada de Casa Guardiola.
El Ayuntamiento ha hecho bien pidiendo a la Junta una reunión
urgente para que se conozca el riesgo de un Carmelo que pueda
haber aquí con el Metro. Pero ya mismo. Que informen sin apagón
totalitario alguno. Cierto que aquí tenemos a Santas Justa y
Rufina, que aguantaron La Giralda cuando el terremoto de 1755 y
aguantaron luego La Equitativa y Casa Guardiola para que no se
hundieran con el Metro. Y que aguantarán ahora República
Argentina. Pero pronto tendremos por ahí una tuneladora suelta
haciendo agujeros del Metro y no sé yo si Justa y Rufina han
hecho la FP de aguantar edificios con las nuevas tecnologías o
si se van a cansar de echar tantas horas extraordinarias...
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