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El
Cura Chamizo ha hecho realidad al Cura don Francisquito. Este
Cura Chamizo que se hizo famoso en el Campo de Gibraltar con los
cuarterones de los derechos humanos y de la lucha contra droga,
es uno de esos sacerdotes que conocemos por todo, menos por su
sagrado ministerio. Hay quien del Sagrado Ministerio hace cuarto
y mitad de Consejería. Chamizo es como el Cura del Alabardero,
pero sin restaurante. Como el Cura de Córdoba, pero sin Caja. Es
defensor de algo que existió una vez: el pueblo andaluz. Aunque
Chamizo está en nómina para defenderlo, no creo que exista ya
pueblo andaluz. Existió. Hace veinticinco años. En aquel 28-F al
pueblo andaluz le pisaron el callo de su orgullo y se puso en
pie. Hizo verdad el «Andaluces, levantaos». E inmediatamente, el
«Andaluces, sentaos», una vez conseguida la autonomía plena. Y
hasta hoy. El pueblo andaluz le confió la administración de su
autonomía plena al PSOE como las señoronas de los pueblos la
administración de sus cortijos a un perito agrícola. El perito
les aseguraba sus rentitas, y ellas encantadas. El PSOE le
asegura al pueblo andaluz sus rentitas del PER, las subvenciones
agrícolas para los señoritos, los viajes del Imserso, el
ordenador para los nietos, las recetas gratis para la abuela, y
todos encantados.
Buero Vallejo tituló una obra sobre la España de la Ilustración
como «Un soñador para un pueblo». Chamizo es un soñador defensor
para un pueblo que no existe. Más que pueblo andaluz, aquí hay
habitantes del territorio andaluz, que es muy distinto. Título
añejo el de su cargo. Hay que traducirlo a la modernidad. Pueblo
ahora se dice ciudadanía.
Y como Chamizo anda sin pueblo que defender, porque el pueblo
andaluz hasta perdió el orgullo de serlo, pues se tiene que
inventar ciudadanías cuyos alegatos pueda presentar a los
poderes públicos de los que forma parte (que ésta es otra). El
defensor del pueblo andaluz forma parte de la misma trama de
poder que los presuntos ofensores del pueblo andaluz. Por eso
Chamizo, a falta de pueblo andaluz, se dedica mayormente a la
extranjería. Su programa de acción parece el de Jesús Quintero:
anda siempre entre perros verdes y ratones colorados. Es como
una ONG unipersonal para la marginalidad. Seguramente Chamizo
defenderá a señores corrientes que protestan por la lista de
espera quirúrgica, por el colegio de sus niños, por cuestiones
mayoritarias de cada día. Pero eso no suena. Chamizo sale en los
papeles siempre entre inmigrantes, entre creyentes de otras
confesiones religiosas, entre minorías. Tenemos un defensor del
pueblo completamente juanramoniano: «A la inmensa minoría
siempre». Y a la inmensa mayoría, que le vayan dando: que se
busquen otro defensor que no sea cura, ni proceda de la lucha
contra la droga, ni esté como pez en el agua entre perros verdes
y ratones colorados.
El Cura Chamizo ha hecho verdad lo del Cura Don Francisquito. El
quinteriano Cura Don Francisquito era coadjutor de la parroquia
del Salvador. El capellán real don José Sebastián Bandarán
estaba organizando allí una función solemne, dizque de Pasión,
que iban a presidir los Infantes. Y Bandarán le iba ordenando a
Don Francisquito el protocolo: «Aquí pon un cojín para la
Infanta Mi Señora; aquí pon otro cojín para el Infante Mi Señor;
aquí, otro cojín para el Infantito». Hasta que Don Francisquito,
harto de regios cojines, le soltó a Bandarán:
-Pero, bueno, Pepe, ¿esto qué es? ¿Una función principal o un té
moruno?
El Cura Chamizo ha cogido un cojín del Cura Don Francisquito y
se ha ido a la mezquita Al Hoda de Sevilla, a tomarse un té
moruno con sus colegas los imanes, para defender el islamismo,
que como saben es la religión mayoritaria del pueblo andaluz.
Para defender la enseñanza de la minoritaria religión católica
en los colegios andaluces no ha tomado ni café con nadie.
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