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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Que venga ya el cambio climático

Los marvizones dicen que desde las Pascuas a esta parte hemos sufrido cuatro olas de frío, a saber: la ola de frío siberiano; la ola de frío polar: la ola de frío ártico; y la ola de este frío de los co...nfines del invierno. Igual que una lluvia antigua, también hay una nieve antigua. Dices «Memoria de la nieve» y parece un libro de poemas. La nieve de la Sierra de Cazalla me ha traído la memoria de las bodas del Emperador Carlos con Isabel de Portugal en el Alcázar. En esas bodas dieron el convite que pueden imaginar. De tal refinamiento, que entre plato y plato pusieron sorbetes helados, para el cambio de tercio de los gustos. Y estamos hablando de 1526.

- Pues poca Ibense Bornay habría en 1526 para trabajarse el sorbete...

No, la había. Y esa ha sido la memoria de la nieve que trajeron las fotos de la sierra helada y del monumento guadalcanalense (vulgo follador) de don Adelardo López de Ayala con una cuarta de nieve encima de la cabeza de su decapitada musa, que se la cortaron las hordas inciviles en 1936 creyendo que era la Virgen de Guaditoca y no Erato. En la Sevilla del Siglo de Oro, había tanto refinamiento que la nieve de la sierra era recogida en pozos y guardada para enfriar en el verano delicados manjares. En Constantina hay aún un lugar al que llaman El Pozo de la Nieve. Allí se guardaba la flor blanca de la jara de estas nevadas. Era luego llevada con caballerías, en serones con sal y paja, hasta Sevilla. Por eso en Sevilla al hielo de enfriar le seguimos llamando nieve. Es un homenaje a los pozos de la nieve de la Sierra. Como el que, tirado por una mula, repartía las barras de hielo por Sevilla, era el Carro de la Nieve. Ese carro con tantos chiquillos puede que en Castilla repartiese hielo; en Sevilla, nieve.

Nieve que me encanta que llegue, y cuanto con más frío del Polo (aunque sea del Polo de Desarrollo de Huelva), mejor. A ver si de una vez viene el cambio climático. A ver si el agujero de ozono hace que cambie el clima. Tengo puestas grandes esperanzas en los apocalípticos anuncios de la niña que le salió ministra a Paco Narbona. Ojalá haya un cambio climático, y gordo. Y tengamos este frío siempre. A ver si, hablando del Emperador Carlos, esto se pone más como Quinto de Alemania que como Primero de España. Un frío bueno, persistente, de los de echar vaho a las tres de la tarde. Un cielo siempre cubierto, plomizo, panza de burra. Venga nubes. Y nada de sol: todo tendido 1.

En los países europeos donde hace ese frío, la gente no está todo el día tirada a la calle tomando copas, sin dar golpe. Los muchachos en paro no se emborrachan hasta las tantas para olvidarse de que no les sirve para nada el título de licenciados. En los países donde hace ese frío no es un tipismo la corrupción. No están todos pendientes de la subvención, de los empresarios a los jornaleros. No hay partidos que se perpetúen en el poder y que conviertan el gobierno en régimen. En los países fríos de Europa, como no se puede estar en la calle, la gente se dedica a cosas serias, a producir, a ahorrar, a vivir confortablemente, y no al cante, al baile, a la cofradía, a la feria, al Carnaval, al Rocío y al niño, invita aquí a estos señores. En un país de clima frío, por ejemplo, no sería pensable que tuvieran hace veinticinco años a un Chaves perpetuado en el poder y, lo que es más triste, sin perspectiva alguna en las encuestas de que en otros veinticinco años aparezca quien pueda desalojarlo. En los países fríos nunca unas ideas tan nobles como las liberales de la oposición son defendidas por una partida de papafritas tan grandes como los del PP: «¡Houston, Houston, tenemos un Arenas!». ¿Que los países fríos son tristes? No. No hay nada más triste que un país de buen clima, de sol y de que siga el cachondeo, donde la única esperanza de cambio que nos queda es que venga, y pronto, el cambio climático.




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