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bastante menos del 3 por ciento de lo que Maragall dijo de
Convergencia, don Antonio María Felipe de Orleáns, duque de
Montpensier, le descerrajó un tiro a don Enrique de Borbón,
duque de Sevilla, dejándolo muerto en el campo del honor. Me
lo ha recordado la biografía de un profesor riojano nacido en
1958: «A los 23 años acude por primera vez en su vida al campo
del honor, retado a muerte por un marido inglés celoso; la
segunda tuvo efecto en la ciudad belga de Brugge, donde un
flamenco había insultado a la mujer española en su presencia».
Hay que volver urgentemente a los duelos. No sólo de maridos
burlados, sino de famosos y de políticos. El mareo de la
perdiz que se traen Maragall y Mas con la demanda se acabaría
ahora mismo si nombrasen padrinos con chisteras, alquilasen la
berlina del cochero del Conde de Montecristo, buscaran a un
médico de levita, eligiesen armas, se acercaran a un horizonte
funeral de cipreses del amanecer, y ora a pistola, ora a
sable...
-¿Más sable quiere usted todavía, con los sablazos que les
están pegando a los constructores?
Sí, más sablazos. Y más pistoletazos. Que ora a sable, ora a
pistola, se batieran en duelo Maragall y ese Artur Mas que
tiene nombre de productor de Franz Johan y de la perrita
Marilín de Herta Frankel. Bastaría un duelo a primera sangre,
sin aumentar la tasa de mortalidad catalana. Hay que restaurar
el duelo de honor para asegurar la fluidez de la
administración de Justicia. Los tribunales van tan lentos por
la cantidad de duelos equivocados de campo del honor. Los
estrados son como alrededores de cementerios románticos con
sus duelos de papel, y, claro, se colapsan como La Palmera
cuando juega el Betis. El Gobierno debería promover la vuelta
a los duelos. En el campo del honor hay que hacer la reforma
agraria para que no se judicialice todo: la vida política, la
prensa del corazón, la TV basura. A los profesionales del
plató televisivo del escándalo no se les cae de la boca la
frase preferida:
-Pues lo que has dicho se lo voy a llevar a mis abogados y te
van a meter una querella que se va a mear la perra...
Con los duelos no ocurriría. El maromo retaría a florete al
ganapán, y el duelo, además, podría retransmitirse en directo
desde el propio plató de la basura, con lo que la cuota de
pantalla llegaría a los 8.000 del Himalaya.
Y en la política podrían establecerse salas de armas tanto en
el Congreso como en el Senado y en los parlamentos
autonómicos, para que sus señorías fuesen adiestrados en el
arte de la esgrima para duelistas. Es que los estamos viendo
tomar lecciones de Pérez Reverte, a falta de Maestro Afrodisio.
Vistan de blanco a ZP, con un calzón que deje ver sus canillas
con medias, pónganle un florete en la mano. ¿A que está para
batirse en duelo con Rajoy? Rajoy hasta tiene cara de
espadachín, como escapado del reparto de la película de
Alatriste. A florete, a espada, o a navaja albaceteña, hay que
desjudicializar la política y la TV basura por la vía del
duelo. A pistola o a revólver. O a pellizcos. Llevemos hasta
el final este paripé nacional del honor que estamos viviendo.
Aunque todos prometen el cargo y casi nadie lo jura, te sacan
a la primera de cambio su conciencia y honor. ¿Qué honor?
Seremos todo lo modernos y tolerantes que digan, pero hay un
Sunami Calderón de la Barca que nos arrolla con las demandas
de honor. Honor de mentirijillas en duelos de papel. Si de
verdad lo estimaran tanto, en el campo del honor tenían que
dar número para los duelos, como en el ambulatorio o en la
charcutería del Carrefour. Nada, como el «que se besen» de las
bodas: ¡que se batan, que se batan Maragall y Mas! En el campo
del honor del Carmelo, por supuesto. Si es que no se ha
hundido también.
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