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Lo
están intentando, peligrosamente, jugando con fuego, y lo van
a conseguir: reinventar las dos Españas. Desde arriba, desde
el Gobierno de Madrid. Hay un separatismo catalán y hay un
separatismo vasco. Y también un separatismo del centralismo
gubernamental. Los dos primeros quieren separarse de España y
el tercero quiere separarla en dos mitades. Otra vez, qué
pesadez. Otra vez el siglo XIX, absolutistas y liberales,
carlistas e isabelinos, Maura sí y Maura no, rojos y
nacionales, Manolete y Arruza. Están erre que erre abriendo
fosas, desmembrando archivos, quitando estatuas, homenajeando
a asesinos de checas, enarbolando banderas tricolores. Paula
Garvín convierte algo tan serio y respetable como el
cementerio civil y la memoria de un sevillano de libertades
como Martínez Barrio en plató del «Bienvenido, Mister Marshall».
Tiñe en tricolor el vestido de flamenca de Lolita Sevilla y se
pone a cantar:
-¡Republicanos, os recibimos con alegría!
El irresponsable de ZP echa a Don Juan Carlos colonia con el
bote cerrado, y lo piropea llamándolo Rey republicano.
-Eso es grave, usted. Zapatero ha confundido al Rey con Casal,
el concejal republicano al que la calle Sierpes hizo Rey de
los Bolsos, y que ponía en sus anuncios que era el «reypublicano»
que «reygalaba» los bolsos,..
-Sí, Zapatero ha tomado a Don Juan Carlos por el Rey de los
Bolsos. Pero para quitarle el bolso de la Monarquía por el
procedimiento del tirón...
No abren fosas: abren las heridas que el tiempo había cerrado.
Están reinventando peligrosísimamente las dos Españas.
Resurrección del odio. Han reinventado las dos Sevillas. Acaba
la que José Luis Losa llama «La Feria de los Canis». ¡Bingo!
Que ha sido la Feria de las dos Sevillas. ¿Canis contra pijos?
Sí, y algo más peligroso todavía: la vuelta a la lucha de
clases. Pírcin contra gomina. Gorra contra sombrero de alancha.
Chupa contra chaqueta. Deportivos caros contra sebagos falsos.
Mantón contra ombligo al aire. Bonobús contra Audi. Tres Mil
contra Los Remedios. Una Sevilla contra otra Sevilla. Leo la
crónica de José Luis Losa y me recuerda las de Sánchez del
Arco. Las casetas de los distritos de la calle Pascual Márquez
tenían algo de barricadas de San Marcos: «no pasarán». ¿Canis
u okupas? Ha habido una ocupación de la Feria en el tiempo y
en el espacio. Cierta Sevilla ha renunciado a la madrugada de
Feria, que ha abandonado, en retirada, en manos de otra
Sevilla. Los flamencos que antes se daban a la 1 de la
madrugada son ahora a las 10 de la noche. Por miedo. Las
casetas de los distritos son Territorio Cani donde no se puede
ir.
En los periódicos viene retratada la Feria de una Sevilla y en
Canal 47 sale otra absolutamente distinta. ¿Cuál es el Real de
la Feria? ¿El Real de los enganches o el Real nocturno de la
realidad de los canis agresivos y anillados, con el sombrerito
de los veinte duros? En Canal 47 salían por dentro las casetas
de los canis, con las madres de los canis y los abuelos de los
canis, modelo Juan Imedio. Todos muy sentados en unas mesas
muy largas, gloria bendita de raciones y botellines por
delante. No sé cómo hablan de rebujito. De rebujito, nada:
unos a un lado y otros a otro. Rebujito, el de los 80 y 90,
cuando con la democracia emergió afortunadamente la clase
media que hasta entonces apenas había tenido protagonismo en
Sevilla, hizo suya la Feria como socia de una caseta y el
elitismo fue un tópico desfasado, como el ascua de luz. Con
aquel rebujito han terminado en esta resurrección de las dos
Españas en forma de dos Sevillas. Canis frente a pijos. Odio.
Mucho odio. Miedo. Mucho miedo. Media Sevilla avasallando y la
otra media sintiendo miedo. Y ojo, que pijo es cualquiera:
puede ser el hijo de un consejero socialista de la Junta de
Andalucía, ¿eh?, al que le parten la nariz y tienen que
ingresarlo. El Saturno de la irresponsable demagogia más
peligrosa devora a sus propios pijos.
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