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Cuando
eligen al Dalai Lama, a todo el mundo le parece perfecto ese
señor con gafas como de sargento americano de la base de Rota
que han elegido, y al que visten con túnica color azafrán El
Aeroplano. Y pensará usted en este punto:
-Pues como yo no creo en Buda, por mí que le vayan dando al
Dalai Lama. Que pongan al que quieran. Como si ponen a ese
niño de Granada que se llevaron, pobre criaturita, para
meterlo en un seminario de monjes budistas, seminario que por
cierto no vendieron para poner allí la Presidencia de la Junta
del Tibet.
Por mucho que la religión de Mahoma defienda el maltrato a
mujeres y el derecho marital de la tragantá a la parienta; por
mucho que los capillitas de la morisma pisoteen los derechos
humanos, nadie dice si hay que actualizarla o no hay que
actualizarla. El islamismo nos da lo mismo.
Pero han elegido Papa a Benedicto XVI, y todos los que no
creen en Dios, los profesionales del agnosticismo y los
virtuosos del laicismo, los mismos que quitan la Religión de
los colegios, se han cogido un cabreo considerable y no hacen
más que decir cómo tiene que ser la Iglesia y qué tiene que
hacer el Papa. Cuando de papas entienden todo lo más con
bacalao o aliñás. Del Papa, ni papa. Pero nos empapan con sus
paparruchas, los muy papafritas.
Dicen que Benedicto XVI es un dogmático. El rottweiller del
dogma. Como aquello del doberman, pero en Roma. Han sacado a
pasear al mismo perro con el mismo collar. Iba a decir en
latín «cave canem», pero Carmen Calvo podría entender que hay
que dar cava a los canis. Así que traduzco: «Cuidado con el
perro». Y los que se escandalizan por el dogmatismo lo hacen
desde su propio dogmatismo. Por lo visto, como el colesterol,
hay dogmatismo bueno y dogmatismo malo. El dogmatismo de
conservar un bien escaso como la vergüenza es el malo; el
dogmatismo de la manga ancha, el bueno. Desde ese dogmatismo,
Chaves dice que la elección del Papa le ha causado decepción,
porque es conservador. Chaves, que se ha leído de pe a pa los
cuarenta libros de Benedicto XVI y se ha oído más de
trescientas conferencias suyas, está preparadísimo para juzgar
al Papa. Ya saben: los teólogos de Roma vienen ex profeso a
San Telmo, a consultar a Chaves las cuestiones disputadas.
Tachan a Benedicto XVI de inquisidor. Y lo hacen los nuevos
inquisidores, en los autos de fe del Santo Oficio de lo
Políticamente Correcto. A los que tenemos la funesta manía de
pensar y mantenemos el fuego doceañista de la Libertad nos
ponen la hopa de herejes y nos dan por el hopo. Aguanten la
risa: si te expresas en libertad, a contramano de la moda,
eres un facha. Si renuncias al pensamiento libre y sigues los
dogmas de la nueva Inquisición, eres como hay que ser:
progresista, moderno, dialogante y con talante por detrás y
por delante...
Por eso estoy deseandito leer la novela «Memoria de cenizas»,
que Eva Díaz Pérez presentó anoche en la Fundación Lara. Eva
Díaz es una guía privilegiada de la Sevilla secreta, de los
grandes autores llamados menores de la Generación del 27 o de
los heterodoxos hispalenses. De Inquisición va su novela. De
los monjes erasmistas del Monasterio de Santiponce que se
atrevieron a ejercer el pensamiento libre en la ciudad de los
dogmas aplastantes y tuvieron que escapar río abajo hacia la
libertad de Cádiz. Sospecho que los personajes y los paisajes
me van a ser muy conocidos. Muy actuales. ¿Novela o excavación
arqueológica? En La Encarnación, escarbas y te sale Roma. En
la ideología dominante de Sevilla, escarbas y te sale la
Inquisición. Con otro signo, con otras personas, pero
Inquisición: la Sevilla Eterna, ahora con el Dogma Progre. ¿Ha
sido abolida la Inquisición o sigue, con signo contrario? Oigo
al poder, a la ch del chupachú del poder, a Chaves y a
Chamizo, hablar sobre el Papa y me parece escuchar a la vieja
Sevilla de la Inquisición que ha novelado Eva Díaz.
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