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Es
perfectamente descriptible el clamor que hay sobre la reforma
del Estatuto Andaluz. Tenemos por fortuna términos de
comparación que lo hacen más fácil. En torno a la reforma del
Estatuto hay un silencio de plaza de toros de Sevilla. Hay un
silencio de Primitiva Cofradía de los Nazarenos de Sevilla por
la calle Francos.
-Y sin pitos del Silencio, usted...
Sin siquiera pitos. Es, quizá, lo más cruel de nuestra forma
de ser y de exteriorizar los sentimientos. Chaves está en la
arena dando mantazos y bandazos, ante la más absoluta de las
indiferencias. Ante la indiferencia del propio partido que
preside. Chaves preside la Junta y preside el PSOE, ¿será por
presidir? Aunque hay quien dice que la Junta la preside
Zarrías y que el partido se lo preside Zapatero, que él va de
reina madre. Molestando lo menos posible. Hay que poner al día
lo del buzo bajo el agua como comparación del aguante. Los
buzos bajo el agua aguantan bastante menos que Chaves en la
Junta y en el partido. A él, que lo registren. ¿Que estalla el
escándalo de las facturas falsas en el Distrito Macarena?
-Eso es un problema del alcalde de Sevilla...
¿Que estalla la corrupción en Marbella?
-Eso es un problema del ayuntamiento de Marbella.
¿Que revienta la presa de Aznalcóllar y se anegan de lodos los
campos de mi Andalucía?
-Ese un problema de los suecos de Bolidén.
Chaves, en el fondo, es un sueco. No de Bolidén, de aquí, que
es lo peor. Se hace el sueco ante todo. Y más ahora. Todavía
cuando estaba el PP en el Gobierno de Madrid abría de vez en
cuando la boquita para meterle las cabras en el corral a Aznar.
Pero ahora que están los suyos en Madrid, ni cabras, ni
corral, ni nada. Convierte a Andalucía en infantería de
combate o en artillería de acompañamiento del Gobierno de
Madrid, según se tercie. Sabe que tiene a su favor la absoluta
indiferencia de este pueblo cuyo pulso político es
completamente lepero: cero grados, ni frío ni calor. Ha
logrado un perfecto entramado social, económico, político,
cultural donde la red de intereses creados lo atrapa todo.
¡Menudo trasmallo el de la Junta! En ese trasmallo están los
empresarios que tienen a la Junta como al primer cliente.
Están todas las fuerzas del trabajo y la cultura, que se decía
antes, que dependen de las subvenciones los sindicatos y de
las mamandurrias los intelectuales. Está en sus manos la
enseñanza, la sanidad, los medios de comunicación de mayor
consumo, como esa máquina de manipulación que es el Canal Sur
o esa sucursal del Canal Sur encomendada ahora a un moro amigo
que es TVE en Andalucía.
Chaves está encantado de conocerse. Y nos plantea una reforma
del Estatuto que yo creo que no le interesa ni a él. Como lo
del nombre de Andalucía. Lo del santo nombre de Andalucía, el
que tantos toman en vano para vivir de una cosa de la que no
cree. Siempre dije que el Consejo de Gobierno de la Junta de
Andalucía es como un Colegio Cardenalicio donde los purpurados
no creyeran en Dios. Aquí en Andalucía creía Rafael
Montesinos, y ya se murió con su «Laus Baeticae».
Nos preguntan ahora: ¿qué es Andalucía? ¿Una nación, una
nacionalidad, una región, una comunidad? Me conformaba con que
Andalucía fuera lo que no acaba de ser: Andalucía misma. A
Andalucía unos le ponen el mote de El Sur, que suena a fábrica
de conservas, que suena a todos los sures de todo el mundo. El
Sur es también Corea del Sur, y miren la cusqui que le hace al
astillero de Sevilla. El Sur es también Carolina del Sur,
Dakota del Sur. Otros le ponen a Andalucía el mote de
Comunidad Autónoma. Hasta el hombre del tiempo lo dice: «Hará
sol en toda la comunidad autónoma». Con lo bonito que es, como
un verso: «Hará sol en toda Andalucía». Andalucía debe
llamarse ni más ni menos que Andalucía. Porque Andalucía no es
una nación, ni una región. Es una cultura. Es un sentimiento.
O no es nada. Como ahora.
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