|
-
La
película era de Marco Bellocchio y tiene ya casi cuarenta años
encima. Nos hartamos de comentarla en cine-clubs de «Film
Ideal» y de pantalones de pana y campana, ¿no, José Luis Garci?
Era «La Cina è vicina». Entonces la China estaba lejísimos. En
el Libro Rojo de Mao cuya traducción inglesa compramos en el
Portobello londinense; en los pasquines de Pina López Gay y
los prochinos de la Facultad; en Paco Casero y el SOC, que
querían convertir la marisma de Fernando Villalón en arrozales
de una revolución cultural por tientos de José Menese.
Ahora la China no sólo «é vicina»: la tenemos encima. Los
índices dirán pronto que la economía española amarillea y se
le rasgan los ojos. Anuncian vuelos directos entre Madrid y
Shangai. Hasta la corcha irán. De empresarios. ¡Hala, todos a
comprar en China, que está tirado! Van los empresarios a China
como las amas de casa a las rebajas de Londres. Y nadie
advierte de este peligro amarillo. Voces de muerte sonaron
cerca del Llobregat: las telas chinas están acabando con el
textil catalán. El Viudo Ríus cerró el telar de Mariona Rebull:
la pieza china es tela, tela de barata. A Jesulín tendremos
que ponerle Jesulín de Shangai: de Ubrique no queda nada, de
lo barata que hacen la marroquinería los chinos. Medio Elche
ha cerrado, ante la invasión de los zapatos que aparan los
chinos, que es que lo tiran. Los bolsos, ni te cuento. Y no
descarto que fuera chino ese horror en forma de traje de
flamenca de diseño que estrenó Carmen Calvo en la Feria de
Córdoba. Hasta los capotes y muletas de la Feria de San Isidro
vendrán pronto de China.
-Vamos, como en «La Verbena de la Paloma»: un mantón de la
China, ná, China, ná, China...
El mantón de la China es el manto de la falsa prosperidad, de
nuestra claudicación productiva. Uno de cada cinco habitantes
del planeta es chino. La economía china crece a más del 9%
anual. China fabricó en 2003 más televisores que Japón y
Corea, y produjo 25 millones de ordenadores. En China la
población pasa del campo a las ciudades-dormitorio de la mano
de obra baratísima en polígonos industriales inmensos, que
pueden llegar como desde Murcia a Alicante o desde Sevilla a
Cádiz.
Los containers traen de China ropa, telas, recambios,
componentes, electrónica, zapatos, muebles, herramientas, aire
acondicionado, electrodomésticos, marcas blancas de lo que
haga falta. Todo a 100. Usted se lleva a China un paquete de
tortas de Castilleja y tiene allí a siete mil chinos que se
las hacen igualitas, pero con una diferencia importante: cada
torta le sale a 0,2 céntimos de euro. Y, una vez puestas en el
supermercado, no hay quien las distinga de las verdaderas. Se
habla mucho de la deslocalización industrial, de fábricas que
se van a la Europa del Este buscando jornales más baratos,
pero muy pocos alertan sobre la dislocación de nuestra
economía, desarticulada por China como el gran abastecedor del
mercado español, mientras nosotros sólo les vendemos chupachús.
Hasta aceite de oliva están empezando a molturar los chinos.
Como aquello es tan grande, tienen incluso climas
mediterráneos para plantar los olivos que aquí arrancamos o
que dependen de la subvención europea.
-¡Pues el día menos pensado esto va a pegar un explotío que
nos vamos a enterar...!
Y tanto. Este artículo mismo, está hecho en China. Cada mañana
llamo a mi chino de Shanghai, a Re Kua Drín. Le digo el tema y
el joío chino, como lo copian todo tan bien, me lo escribe
exactamente igual que si fuera mío. Y me lo sirve por correo
electrónico, tirado de barato. ¿A que cuela como mío? ¿Por qué
cree usted que iba a saber yo tanto de la China si no hubiera
cerrado mi escritorio, porque me conviene más que me hagan los
artículos en Shangai?
Recuadros de días
anteriores
Correo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
|