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Señores,
esto es un rap, el rap que hace este rapsoda cuando llega la
ocasión, que no sé si es rap con soda o si es un rap con
sifón. Eso que está tan de moda, desde la Ceca a la Meca, y
que no lo canta El Mani, sino que lo baila el cani y el pijo
en la discoteca. El rap, señores, que sigue, me lo ha
inspirado Alfonso, mas no Alfonso el pepineti, el que la Copa
a mi Betis hará que pronto la ligue: es don Alfonso Rodríguez,
que es Rodríguez y que es de Celis. Concejal de Presidencia
del Ayuntamiento es, y tienes más apellidos que la esquela de
un marqués. Porque es Alfonso Rodríguez y de los Gómez de
Celis. Don Alfonso, nolis, velis, ha proyectado la peli que ha
hecho que yo me inspire.
«Conspiración en Sevilla» dicen se llama la cinta que tiene
tan mala pinta. Con su vele, vele, vele, de actores ha puesto
al Lele y a don Santiago Herrero, a don Fernando Guerrero, y
también a media CEA. Pasen, señores, y vean, la que aquí
tienen tramada, y que prendas no les duelan. Y vaya Nicolás
Muela, la que tiene organizada.
Tela.
Por la paredes se sube, pues lo dejaron de lado, y la cosa no
se explica, que Alfonso no haya citado en la trama del dinero
a don Nicolás Valero, que es el cónsul verdadero de la rica
Costa Rica.
Cuarenta mil hay en cola. Le dicen: «Alfonso, ese Sindicato de
Intereses como tela a mí me mola, no vaya de mí a olvidarse,
que sabes que me da dicha, ¿dónde puedo yo apuntarme?
Picha.»
El nombre no sé que tal a usted y a usted les parece:
¿Sindicato de Intereses? ¿Pero no es de Capital el de ésta que
está liada con la cosa de Tablada y la farsa indagatoria de
aquellas facturas falsas origen de toa esta historia?
Y que quieren derribar el sillón de don Alfredo porque así les
da la gana... Anda, Derribos Pavón está también en la trama.
La cosa se pone pocha, si don Enrique Pavón le mete pico y
espiocha: éste derriba el sillón y derriba el Giraldillo, y
derriba si hace falta los sillones y tresillos que tiene
Muebles Peralta.
Que a Alfredo quieren quitar, a Alfredo, a Alfredo Sánchez y
ellos ponerse a mandar. ¿No será en el Club de Enganches?
Y lo mejor, lo del Duque. Dice Alfonso que es el Duque el quid
de toa esta cuestión, y la verdad yo la sé. No es el Duque, es
Nervión, Alfonso se equivocó a la hora en que nombró al centro
del Cortinglés.
Dice Alfonso que ese Duque a cenar ha convidado, convida todos
los días, a los que están conjurados para cambiar la alcaldía.
Alfonso está equivocado. Yo lo sé tras gran esfuerzo. Que no
es cena, que es almuerzo, y no en Duque, en Nervión. La cosa
chunga sería, más chunga no puede ser: almuerzo en el
Corteinglés, planta de cafetería, donde almorzaron los tres,
un simple menú del día.
Agonías.
¿Qué tres? Pues los de siempre, verán: indolencia, falsedad en
cuestión de la palabra y afición a no doblarla, ¡las cosas de
esta ciudad! Esa es la conspiración que paraliza Sevilla,
porque la cosa es sencilla. ¿Qué conspira un sindicato de
señoritos sin cuento? ¿No son peor los niñatos que hay en el
Ayuntamiento? Que en su vida, digo yo, se vieron en otra
igual: millones vienen y van, cargos, poder, venga dietas de
las antiguas pesetas, ¿joé, no van a inventar conspiraciones
secretas?
No hay peor conspiración que su propia incompetencia, y
decirlo bien me duele, como sabe Tito Lele. No conspira un
sindicato, ni conspira aquí un marqués: quien conspira es un
niñato con cargo mayor que él, un cargo de doble ancho pá lo
cortito que es.
Y no pongo aquí su nombre, ni me inspiro ni conspiro, no me
tomo ese trabajo. No vayan a mí a mandarme...
Al Ca...lderón con el Betis.
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