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El
Betis tiene tres B: B de Betis, B de Balompié y B de Borbón.
Es Real por concesión de Don Alfonso XIII, pero es más Real
que ningún otro con tal título porque los Borbones son
béticos. Doña María de las Mercedes de Borbón, la madre del
Rey, le puso la corona de su militante afición de palco y
bufanda. Aquella corona que, todo hay que decirlo, quitaron en
1931 del antiguo escudo, el redondo con las dos letras
entrelazadas: BB. Al proclamarse la II República borraron a
calzón quitado todo lo que oliera a Monarquía. Don Cecilio de
Triana, el abuelo de Carmen Sevilla, dijo:
-¿A que hasta los pavos reales del Parque van a ser ahora
pavos republicanos?
Sin la corona real, el escudo del Betis era un feísimo círculo
amostachonado. Las lenguas blancas decían:
-¿Pero eso qué es? ¿El escudo del Betis o una torta de
Castilleja?
Fue entonces cuando el Capitán Añino diseñó el escudo,
digamos, republicano del Betis: el glorioso triángulo de las
trece barras. A lo mejor ese triángulo era el masónico, vaya
usted a saber, en honor de Martínez Barrio, gran maestre de la
logia verderona.
La guerra civil dejó al Betis descuajaringado. Fue de los
vencidos en la guerra. Media plantilla en el exilio. El campo,
destrozado por las tanquetas de los Flechas Negras italianos
que lo hicieron su cuartel. Mas el Betis se puso por montera
su pasado republicano y repuso la corona real sobre el
triángulo de las trece barras. Coronó a la República. Y luego,
restaurada la Monarquía en 1975, volvió por sus reales fueros,
ganando la primera Copa del Rey. Antes que la Constitución, el
Rey promulgó en 1977 que el Real Betis es una Monarquía
Parlamentaria.
Cariño de hijo, se llama la figura. El Rey entregó su primera
Copa al club de los sueños de su madre, la Condesa de
Barcelona. El Betis pasó las fatiguitas negras en Tercera, y
la bética Doña María pasó las duquelas del destierro en
Estoril. Al cambio, Utrera. ¿No iba a ser bética Doña María,
si lo suyo era sentimiento trágico, digo, bético, de la vida?
Aunque los Reyes no votan en las elecciones ni botan con su
afición en el campo (palangana el que no bote), Don Juan
Carlos es verderón total. Bético por parte de madre, ¿qué
mejor manera de ser bético? La Copa del Rey tiene que ser para
el Betis por una razón sentimental: para que al Rey se le
caigan dos lágrimas acordándose de su madre al entregarla.
Junto a un Faraón, yo he visto los ojos del Rey humedecidos,
cuando le ha dicho:
-Curro, lo que me acuerdo de mi madre cada vez que te veo...
Seguro que el Rey le dirá a Joaquín:
-Lo que me acuerdo de mi madre cada vez que veo tu camiseta
verde y blanca...
Y tan regio es el Betis, que hasta tiene su Corte, con sus
duquesas grandes de España y todo. Las dos grandes duquesas de
Sevilla son béticas. Grandes de España y Grandes del Betis.
¡Tópicos del clasismo sevillista fuera! La Duquesa de Alba ya
tiene sus entradas para estar con su Betis en la final de
Copa. Y la otra gran duquesa nuestra, la apolínea y fantástica
Duquesa de Medinaceli, cuando le pegaba ser sevillista por
vivir en la Casa de Pilatos, el de la palangana, es militante
bética confesa: de los tiempos malos, de las fatiguitas, del
sufrimiento. O del gozo en la victoria, que por algo se llama
Victoria Eugenia. Gozo que no puede compartir con nadie de su
clase en otro Real Club, en Pineda. Como fervorosa verderona,
la Duquesa de Medinaceli, con su humor británico, se lamentaba
un día:
-Fíjate, en Pineda, cuando gana el Betis, como son todos
sevillistas, nada más que lo puedo comentar con el conserje...
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