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Tienen
en Pamplona un santo al que llaman San Fermín que dicen que es
más torero que Luis Miguel Dominguín, que Manolete y Arruza, y
el padre de Paquirrín. Y que maneja el capote mejor que la
espada El Cid. Toma el santo el capotillo cuando suena el
tararí en forma de chupinazo en los encierros de allí y dicen
que hace milagros y que salva de morir a los mozos que
borrachos se quedan como en un tris entre la suerte y la
muerte: ciegos van de chacolí.
Y en ocasión de la Copa que se jugaba en
Madrid, en donde los colchoneros, los del club de Jesús Gil, a
San Fermín le pusieron la cabeza como en estado febril. Le
rezaba el Osasuna, le rezaba preces mil, le pedían que el
capote los llevara porque sí a ganarle a nuestro Betis esa
Copa en noble lid.
He dicho "noble", mas pienso, que no es tal,
que no fue así. Porque en un brete pusieron al santo capoteril,
enfrentándolo al que tiene a su Madre allí en San Gil y al que
Gran Poder lo llaman y al que tanto reza Ruiz y lo lleva en la
solapa, en silueta, cual pin, y le pega siete besos, cuando al
palco va a salir, pidiendo que al Betis bueno lo ponga en la
Championlí.
Si el Betis reza a Dios mismo, de Juan de
Mesa el buril, el Osusuna, a un obispo de morralla y de serrín.
No es lo mismo, no es lo mismo, el de Serva la Barí, El que
creara a Sevilla y creó el Guadalquivir, que el obispo al que
le cantan dos de marzo, tres de abril y un almanaque enterito,
pero con muy mal vahí.
Y ya ha empezado el partido, y está Cayetana
Fitz, y está Chaves y está Curro, y Sánchez Monteseirín, y de
verdes corazones lo menos quinientos mil, y el hijo de aquella
bética desterrada en Estoril, el Rey Juan Carlos Primero,
¿primero?, de Championlí... Y hasta el mismo Rey de España lo
que tiene que sufrir cuando le tocan su Marcha y rojos se
pueden oír esos silbidos etarras: de España se quieren ir los
que una noche en Sevilla mataron a Becerril.
Noventa minutos dura la duda entre el no y
el sí. El corazón en un puño me tiene Milosevic. Este es mi
Betis bueno, este Betis de sufrir, ni Fernando ni Oliveira
acaban de conseguir ese gol que merecemos, por tus muertos,
San Fermín, ¿será verdad que el capote le hace ese quite y mi
me manda a la enfermería, Ramón Vila, ¿estás ahí?
Cero a cero, esto se acaba. Pues tendremos
que seguir. Seguir sufriendo y sufriendo, verde sino el de
sufrir. Hasta que de carambola, de cagalástima, sí, Oliveira
va y le pega y ese balón que hace así, como jugando a las
bolas, va el balón y se entra allí. San Fermín a por tabaco
fijo ha tenido que ir. Pero vuelve el pamplonica: vuelve en el
pie de Aloisí, y nos empata el partido, media hora más de
sufrir. Y más templado que nunca, el técnico mallorquín,
Lorenzo Serra se llama, dice lo que hay que decir: que esta
Copa ni con alas se le escapa a mi Joaquín que están estos
corazones jartitos ya de sentir tan cerquita la victoria, que
esa tiene que venir...
"Todo pasa y todo llega" es el verso que
escribí con tinta verde en el campo junto al río de Madrid
cuando Dani hizo el milagro que tenía que ocurrir. Mucho Betis,
mucho Betis, Esnaola, ven aquí, la hazaña que tú esculpiste
Dani la ha vuelto a esculpir. Y si es cuestión de capotes, ¡un
mojón pá San Fermín!, proclamo yo en estos versos de menta y
de ajonjolí, de La Palmera hasta Loja, de Loja a Benamejí. Por
milagrero que sea y obispo capoteril, si es por percal y
esclavina, ¿con capotitos a mí, con capotes, pamplonica, al
Betis vas a venir? El capote del milagro que no pudo conseguir
ese santo pamplonica con la cara un alcaucil, lo tiene ahora
en sus manos, ¿quién lo va a tener? ¡Joaquín! Lo ha cogido y
ahora le pega a la noche de Madrid las que sólo pega el Betis:
verónicas de alheli.
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