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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El zapatófono de sólo hablar

PARA que luego larguen de nuestra tecnología y recuerden el «que inventen ellos» de Unamuno. Ahí lo tienen, al alcance de todos los españoles, como el No-Do...

-¿Qué era eso del No-Do?

-Pues una cosa como «59 segundos», pero en cine, y con Matías Prats padre en lugar de Carlos Carnicero, pero lo mismo: propaganda del régimen. A este paso, el día menos pensado inauguran un pantano en «59 segundos».

-Ojalá. ¡La falta nos haría que inaugurasen un pantano, con esta sequía! Sobre todo donde han suprimido el Plan Hidrológico a cambio de nada.

Como muestra de nuestra alta tecnología, ahí lo tienen, al alcance de todos los españoles: el teléfono móvil que sólo sirve para hablar.

-¿Ah, pero el teléfono móvil sirve para algo más que para hablar?

¡Qué preguntas tiene usted! Y no se dice «teléfono móvil», sino terminal. A los teléfonos móviles les dicen terminales, como a los enfermos que están buscando las tablas y los caritativos médicos progres de las urgencias de ese hospital les dan la bolilla, como a los perros, para que no sufran los animalitos, digo, los pobrecitos. Los móviles son terminales, como esos edificios perversos de Barajas o del Prat; las terminales. La terminal nacional es una cosa que está a siete mil kilómetros de la terminal internacional. Distancia que hay que recorrer en diez minutos con la lengua fuera y cargado de equipaje de manos, para no perder el transbordo del avión internacional que debe tomar tras dejar el que le trae desde su pueblo. No sé cómo está en perri lo de Madrid 2012. Eso es que los gorrones de los inspectores no vieron Barajas, que tiene la pista de cinco mil metros lisos con más tiendas del mundo: el camino que va desde la terminal nacional a la internacional, y que hay que hacerse en diez minutos como el enlace te lo haya puesto chungo la niña de Iberia.

¿Por dónde iba? Ah, sí, por los teléfonos que sólo sirven para hablar por teléfono. ¡Gran invento español! ¡Ya era hora! Un teléfono que no disponga de todas las tonterías que no nos hacen ninguna falta. Un teléfono que no haga fotos, ni envíe faxes, ni sintonice Punto Radio, ni reciba correos electrónicos, ni haga vídeos, ni tenga flash...

-Pues mi niño, en el Día del Padre, me regaló uno que hace hasta café...

-No, si el mío no sólo hace café, sino que te pregunta si lo quieres cortado o descafeinado de máquina. ¿Pero quién usa el teléfono para hacerse café?

Nos gastamos millonadas en teléfonos móviles con unos archiperres absolutamente infrautilizados. Perdón: no son archiperres, son prestaciones. No sé por qué. Porque de prestadas, nada: compradas en firme, y carísimas.

Claro que estos teléfonos móviles que anuncian y que sólo sirven para hablar y para dejarnos de tonterías, no son nada, comparados con el modelo que usa Zapatero. ¿Se acuerdan del zapatófono de aquel telefilm que era como un Julio Verne de las tecnologías que habrían de venir? Pues Zapatero usa el zapatófono, pero sin teléfono y sin nada. A pelo, que tiene más mérito. Zapatero habla, y habla, y habla. Dice que dialoga, y dialoga, y dialoga. Pero después no escucha a nadie. Igual que los nuevos teléfonos sencillitos: Zapatero está programado sólo para hablar. Ojo, hablar, De escuchar no hemos dicho nada. Ni de hacer. Zapatero ha inventado la nueva tecnología del diálogo, que es que aquí hablo yo y de escuchar, ni mijita. Ni aunque un millón de personas se echen a la calle pidiendo que no se negocie con los asesinos. Uno, dos, uno, dos, probando, ¿me se escucha, me se escucha? Pues no, porque al otro lado está Zapatero con el zapatófono.


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