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Renfe
va a tener que hacer a muchos sevillanos Hijos Predilectos del
Ave. Y los que ya tienen la Medalla de Oro del Ave, la tarjeta
de viajero frecuente, me lo venían advirtiendo:
-Fíjate, que el Ave ahora va mucho más despacito...
-Se ve que se va haciendo viejo, se le ha atemperado aquel
ímpetu de la juventud, que se comía el mundo por esas rectas
de La Mancha...
-Cuando vayas a Madrid, obsérvalo; va más despacito.
Tomé el Ave para un mandado en Madrid y vi que tenían razón.
Hasta en el horario que viene en el billete. El Ave que sale
de Sevilla a las 17 horas no llega a Madrid hasta las 19,35.
¿Dónde aquellos Aves antiguos que tanto en Cádiz dieron que
hablar, que llegaban a las «y 15» o todo lo más a las «y 20»?
-Es que le echan unos minutillos de más, y así no tienen que
devolver el dinero si se retrasa.
Si yo fuera un profesional del andalucismo del quejío, diría
que el Ave de Sevilla ha perdido esos minutos porque se los
han dado al de Lérida. Pero el Ave de Lérida ha hecho algo
peor: quitarle el adjetivo de «Española» a la Alta Velocidad
de Renfe. AVE significa eso: Alta Velocidad Española. Observen
ahora los reposabacebazas de papel de los asientos. Llevan
impreso el logotipo de la V; pone Renfe; y sólo dos palabras,
como un bolero de Machín: «Alta Velocidad». De «Española»,
nada. ¿Cómo va a consentir Carod que Madrid le pague un Ave y
encima tenga la desfachatez de decir que esa Alta Velocidad es
«Española»? Nada: Alta Velocidad a secas, para que no se
enfaden los que no quieren ser españoles, aunque mientras lo
son o dejan de serlo nos quitan la cartera.
Al perder la palabra «Española» también ha perdido la Alta
Velocidad kilómetros por hora. La Renfe ha dado una posible
razón. Ha dicho sobre la velocidad del Ave como las amas de
casa cuando abusan del chopepor:
-Hijo, hay que ahorrar...
El chopepor energético es que el Ave apaga ahora el motor en
las cuestas abajo. Tal como suena. Lo han anunciado con
lenguaje técnico: Renfe ha ahorrado en un año el 9,5 % de la
energía que consume el Ave Madrid-Sevilla, gracias al
aprovechamiento en algunos tramos de la inercia de los trenes,
lo cual además reduce la contaminación. Un baranda técnico
ferroviario, don Antonio Gómez, lo ha explicado en la jerga
que se traen los ingenieros: «El truco está en aprovechar la
energía cinética potencial para que el tren, en ciertos
tramos, marche impulsado por la inercia, sin necesidad de
utilizar energía de tracción».
-Joé, los rodeos que da este tío para decir que el Ave apaga
el motor en las cuestas abajo y va en punto muerto...
Menos cuento. Esta alta tecnología punta del ahorro energético
aplicada a la Renfe ya la inventó hace muchos años Carmelo, el
del Coche Correos de Guadalcanal. Con su vieja camioneta
Chevrolet, Carmelo subía desde el pueblo a todos los trenes.
Traía y llevaba viajeros, las sacas de Correos (que le pagaba
un canon por el servicio) y el paquete del ABC a la mercería
de López. Subiendo la cuesta de la estación, Carmelo gastaba
mucha gasolina a la ida. Que se ahorraba íntegramente al bajar
de vuelta. Arrancaba, y nada más enfilar la cuesta abajo de la
estación, apagaba el motor y, ¡hala, en punto muerto hasta El
Coso! Más de dos kilómetros sin gastar una gota de gasolina.
Lo que ocurre es que Carmelo le echaba menos cuento a la
energía cinética potencial y a las emisiones de dióxido de
carbono. Decía simplemente que la vida está mú achuchá. Isabel
mi mujer, que es de allí, de Guadalcanal, tan intuitiva e
inteligente que me da hechos los artículos de más éxito, ya se
lo olía. Y cada vez que íbamos a Madrid a hacer un mandado, me
decía:
-¿Tú no crees que este Ave va más despacio? A mí me recuerda
al Coche Carmelo cuando bajaba de la estación...
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