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DECIDIDAMENTE,
han desenterrado las dos Españas. No sólo las que usted
piensa, las que se vinieron enfrentando desde los grabados de
Goya hasta la guerra civil, sino que, al exhumarlas ellos
sabrán por qué y para qué, han creado otras dos.
Peligrosísimas, injustísimas. A saber: la España que, haga lo
que haga siempre tiene la razón, porque es de izquierdas, y la
España que tiene la culpa de todo, porque es carca,
reaccionaria, cavernícola y de derechas.
Y si quieren, pongo un ejemplo: las dos Españas de las
manifestaciones. Verbigracia, la manifestación del Foro de la
Familia contra la degradación moral, anuladora del concepto
del matrimonio, por un lado, y la manifestación del Poder Rosa
por el otro, a favor de las bodas entre iguales de sexo, que
es llevar el igualitarismo hasta las últimas consecuencias,
negando la Naturaleza.
Antes de la manifestación del Foro de la Familia se pasaron
mensajes, advertencias y recomendaciones: «Que no haya ni un
solo grito ni una sola pancarta contra los mari... ¡Huy, lo
que iba a decir!». Y en efecto, no hubo una sola. No les
ocurrió como a la otra manifestación, que se les coló un tío
con una pancarta en la que pedía para Carod hoy lo mismo que
para Tarancón antaño, y la que se lió. ¡Zafarrancho de
juzgados! ¡Generala de fiscales generales del Estado! La
manifestación de la Familia, aparte de que no pinchó en el
número de asistentes anunciados, y no como otros, fue un
ejemplo de respeto al prójimo. Pero esa manifestación, ay, era
de la España que tiene la culpa de todo.
Después vino la manifestación del Poder Rosa, a la que, con
grave ofensa a la legítima fiesta popular de las
Carnestolendas, han llamado impropiamente Carnaval Gay. ¿Qué
os ha hecho el Carnaval para que lo comparéis con esto? «Esto»
es que una multitud grite a compás que hay que quemar a la
Conferencia Episcopal...
-¿Ya empezamos otra vez con la quema de conventos?
Pues por lo visto, sí. Pero a lo grande. ¿A qué andarnos con
chiquitas de quemar un conventito de nada? No hay que pararse
en barras: mejor quemar a la Conferencia Episcopal entera, con
los obispos dentro. La multitud manifestante grita que hay que
quemar a la Conferencia Episcopal, y no hay fiscal general del
Estado alguno que vea nada delictivo, ni indicios. Claro:
depende de qué España esté en actitud vociferante. Como
depende de qué España se mofe de qué religión. ¿Se imaginan
que en la manifestación de la Víctimas del Terrorismo hubieran
sacado a unos tíos vestidos de mamarracho a modo de Ben Laden,
mofándose de la religión mahometana, con un simulacro del
Corán de burla, hecho con hojas de papel higiénico? Hubieran
ido los fiscales de tres en fondo y la Policía en orden de
batallón en busca de los autores de la burla...
En cambio, en la manifestación del Poder Rosa se han burlado
impunemente de la Iglesia y de los obispos. Y nadie se ha
atrevido a alzar la voz acusándolos de episcofobia,
presbiterofobia o eclesiafobia. Nada, en materia de fobias,
todas son permitidas, menos la homofobia. En esa manifestación
de la España buena contra la España mala se le ha llamado de
todo en pancartas y en gritos a un profesor de Psiquiatría, al
que se le ha negado lisa y llanamente la libertad de cátedra.
Un conocido homosexual frecuentador de platós del corazón iba
disfrazado de obispo; una cantante, de monja; el otro había
quitado a Cristo y colocado una muñeca Nancy en el
crucifijo... Y no ha pasado absolutamente nada. Es más: no
pasará absolutamente nada. ¿Qué pide usted, responsabilidades
penales o al menos políticas? Usted no sabe de quién está
hablando ni con quiénes estamos jugándonos los cuartos. ¿Usted
no sabe que hay una España que haga lo que haga siempre tiene
la razón, por el supremo argumento de que dice ser de
izquierdas y llamarse a sí misma progresista? El progreso, por
lo visto, es volver al anticlericalismo quemaconventos.
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