Igual
que Sevilla se hermanó con Kansas City y
pusieron en el Puente del Indio esa cagadita de
monumentito que parece la estatua ecuestre de
Vicente el del Canasto, con su mano en visera,
así los empleados del veterano Monte de Piedad
de los empeños de colchones en la oficina de la
calle San José donde un día trabajó Romero
Murube se han hermanado con festolín en Isla
Mágica con los de la Caja de Ahorros San
Fernando, fundada o potenciada al menos por
Ramón de Carranza cuando presidió la Diputación.
Ya puse aquí la
guasa de la letra del himno del «Cajasol con la
libreta nueva» que compuso un ingenio sevillano.
Cajasol tiene, evidentemente, nombre de himno de
la Falange, ¡toma ya memoria histórica! Y otro
sevillano, no peor despachado de guasa, me da
hecho este artículo. Mucho celebrar el
nacimiento de la nueva Caja fusionada, la del
largo parto y feliz alumbramiento, pero nadie ha
protestado porque a San Fernando lo hayan
borrado de un plumazo en la entidad de ahorros,
en la ola de laicismo que nos invade, en la moda
de que la Reconquista sea ganada por los moros
raritos de la mezquita de Los Bermejales y no
por los cristianos de la calle Campamento y de
la calle Tentudía, por no salir del callejero
fernandino del barrio de San Bernardo.
A San Fernando
cada vez le dejan menos cosas. Su monumento de
la Plaza Nueva no sirve ni para el callejero
popular. Aunque el San Fernando bético de la
Plaza Nueva es ecuestre, El Caballo por
antonomasia es el del Cid en La Pasarela. Y a su
fiesta local, al 30 de mayo ya ven lo que le
ocurre: un año toca fiesta y otro utilizan a San
Fernando como moneda de cambio para hacer a
costa de su día un puente vacacional medio
buenecito o para ensayar sin gaseosa
experimentos de días feriados en plena Feria o
en su malhadada resaca. Madrid nunca pensó en
quitar como fiesta el día de San Isidro; ni
Pamplona le pone la mano encima a San Fermín; ni
Osuna osa tocarle a San Arcadio los que lleva
entre las piernas, tan bien despachados como el
caballo del Cid. Pero la fiesta de San Fernando,
ay, me la toquetean más que el tigito. El
vencedor de Tentudía, el que rompió la puente de
barcas, el conquistador conquistado por Sevilla,
es un derrotado de año y vez por el almanaque.
Y ahora, como
digo, borran del mapa bancario la Caja de
Ahorros San Fernando. ¿No le podían haber puesto
San Fernando a secas a lo nuevo, igual que Botín
ha dejado su emporio bancario en Santander
pelado? Ah, no. San Fernando suena a santo
políticamente incorrecto, que tuvo la osadía de
poner a los moros tajelando para el ferry de
Algeciras, excepto los que aprendieron a bailar
por bulerías en los bautizos de azotea de las
sevillanas del Pali, quienes se quedaron en las
islas del Guadalquivir de Fernando Villalón
porque no les salió de las chilabas irse.
Y viene ahora el
Cabildo Catedral y se inventa una procesión con
San Fernando y con una de sus imágenes marianas,
la Virgen de las Aguas, para la tarde de su
fiesta del 30 de mayo. Procesión que irá por el
barrio de Santa Cruz, por la carrera de la
Virgen del los Reyes cuando las obras de la
Avenida. La inventada procesión me suena a
desagravio: San Fernando está en su urna, pero
le han quitado su Caja. Lo sacan como para
presentarle excusas. También tendrían que
presentárselas a la Hermandad de los Sastres por
este invento, despreciando a la corporación que
fundó el mismo San Fernando cuando le cosió el
manto a la Virgen de los Reyes. ¿Qué mejor
procesión que haber sacado al San Fernando y la
Virgen de los Reyes los sastres desde San
Ildefonso y llevarlos en estación hasta la urna
del Santo Rey en la Catedral, en esta Sevilla
primaveral de los tambores y las cornetas? Pero
la Hermandad de los Sastres, ay, no es grata en
Palacio, porque no se pliega, y hay que
inventarse procesiones para agravio de
alfayates. Menos jugar a las cruces del 30 de
mayo con San Fernando y más reivindicar su
nombre en algo tan clásico como la Hermandad de
los Sastres o tan popular como un equipo de
baloncesto es lo que hay que hacer aquí. Por
mucha procesión que le inventen, un santo sin
equipo del Caja San Fernando ni es santo ni es
ná. Son los canónigos jugando a la cruz de mayo.