SEVILLA
está peatonalizada, quién la despeatonalizará,
el despeatonalizador que la despeatonalizare...
Ea, pues ya está
aquí el despeatonalizador. El
despeatonalizador es un niñato con una
bicicleta sin timbre, campando por sus
respetos a toda velocidad por medio de una
calle peatonal, llevándose por delante a quien
no se aparte. No por una calle peatonal de las
nuevas, sino de las de toda la vida: un tío en
bicicleta, en plan «que voy, que mancho», por
Francos, Chicarreros, Chapineros, Blanca de
los Ríos, San Isidoro, Sagasta, Córdoba,
Lineros, Dados o La Alcaicería.
Por culpa del
miedo reverencial que le hemos cogido a la
bicicleta y a los ciclistas, están haciendo
peligrosísima la histórica Sevilla peatonal,
pero nadie se atreve a protestar. ¡Con decir
que el nuevo Ayuntamiento hasta han creado una
Oficina de la Bicicleta! Sí, no se rían, no es
broma, lo que les cuento: en el Ayuntamiento
va a haber una Oficina de la Bicicleta, sin
cachondeo... pero con concejal de Izquierda
Unida (que es una forma de cachondeo de
cachimba como otra cualquiera). La bicicleta
forma parte del dogma de lo políticamente
correcto. Se ha iniciado el proceso laico de
beatificación de la bicicleta, por imperativo
de IU, los 25.000 votos mejor administrados
del mundo. Hasta el punto de que Don Alfredo
ha tenido que hocicar ante el chantaje de sus
socios. Les ha tenido que entregar el Área de
Economía a los comunistas, vamos, a los que no
creen en el libre mercado, sino en el
colectivismo intervenido por el Estado, como
en Cuba, cartillas de racionamiento y falta de
libertades incluidas. Que los comunistas
lleven el Área de Economía es como si el
arzobispo echa al deán y deja la Catedral en
manos de un masón ateo. La economía municipal
sevillana va a estar en manos de los
comunistas, más o menos vergonzantes y
disfrazados de IU. Tiramos la tapia de calle
Torneo pero ahora nos levantan el muro de
Berlín para resucitar la economía dirigista de
aquí los camaradas: ¡arriba, parias de la
tierra, subid al coche oficial!
La bicicleta
entra en ese paquete de entrega de la cuchara
ante 25.000 votos. Esta misma denuncia de la
Dictadura de la Bicicleta es, como usted bien
sabe, completamente reaccionaria: lo progre es
ir ahora como en los años del hambre. Nos
hemos gastado millones para peatonalizar
Sevilla, pero por culpa de la Sostenibilidad,
las Infraestructuras de la Viabilidad y otras
chorradas, llegan las bicicletas campando por
sus respetos por todos sitios, con total
desprecio al peatón, y hacen peligrosísimo
caminar o pasear por donde antaño daba gloria.
La Avenida mismo. Tanto cuento peatonal con la
Avenida, y la Avenida ya no es peatonal bajo
ningún concepto. Lo fue apenas unas horas,
desde que terminaron las obras hasta que
llegaron las dichosas bicicletas. Que se
sienten dueñas de aquello. El ciclista va como
lo que cantaba Juanito Valderrama: de rey de
la carretera. Y por si fueran pocas las
bicicletas, ahora, el tranvía. ¿Puede
explicarme alguien cómo puede ser peatonal una
Avenida donde si no te pilla una bicicleta, te
atropella un tranvía? ¿Esto cómo se llama? ¿Peatonalización
o despeatonalización? Las calles que eran
magníficamente peatonales, como Sierpes,
Tetuán u O´Donnell son ahora lugares de alto
riesgo donde te atropella una bicicleta si no
andas listo.
Espero que la
Oficina de la Bicicleta tire de papeles (¿será
por memoria histórica?) y vea que
antiguamente, cuando la gente no tenía más
remedio que ir en bicicleta y en tranvía (o
sea, como ahora, pero sin derrochar el dinero
público), el timbre era obligatorio. Chaves el
de las Bicicletas, el hermano de Chaves
Nogales, que tenía su tienda frente a la
Puerta de San Miguel y a quien se debería
levantar un monumento de pionero por sus
bicicletas Orbea, hacía la publicidad en verso
de los timbres que exhibía en su escaparate:
«Este timbre se aconseja/pá no pillar a las
viejas». Ahora, como las bicicletas no llevan
timbre obligatorio, las viejas van a caer como
moscas en las calles ex peatonales. Y lo más
chocante es que todo esto se hace con la
demagogia de gobernar «para el ciudadano de a
pie». Pues «el ciudadano de a pie», como no se
compre una bicicleta, va dado con la
despeatonalización.