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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Elogio de las Delicias Viejas

ME encantaría elogiar todos los días al Ayuntamiento, señal de que Sevilla no es lo que es ni está como está. Así que lo que voy a hacer hoy es lo que me gustaría tener como tarea cotidiana en los próximos cuatro años de los que acaban de tomar posesión: coger el sahumerio. O por decirlo en términos más sevillanos por cofradieros: llamar al cuerpo de acólitos, pedirles el incensario, el carbón de la talega, el incienso de la naveta, echar una buena morterá y ponerme dale que te pego con el botafumeiro hispalense, para atufar todo esto de olor a delantera de palio, en honor del alcalde y de sus concejales. Especialmente de los que llevaran en el anterior mandato lo de Parques y Jardines, que no sé qué mote tendrá ahora, y lo de Patrimonio Artístico Municipal, que tampoco sé cómo lo llamarán en la moda de las tonterías de la Viabilidad de la Sostenibilidad de la Movilidad y de la Ojaneta de la Oficina de la Bicicleta.
¿Ha visto usted cómo han restaurado y recuperado los Jardines de las Delicias, entre el Pabellón de la Argentina y la Glorieta de México, toda esa zona verde histórica? De maravilla. Aquello estaba completamente destrozado por la llamada Cultura del Botellón, en torno al quiosco del Bar Líbano. Las esculturas de las más hermosa colección de estatuaria romántica pública de Sevilla habían sido destrozadas y mutiladas por los gamberros; las fuentes, rotas; los mármoles, desencajados; los jardines, pisoteados. Hasta que llegó la autoridad municipal e hizo lo que hay que hacer en toda Sevilla y por lo que hay que aplaudirla: poner orden, concierto, racionalidad y buen gusto. Los Jardines han sido cercados con una reja que, vamos no es que sea la de la Virgen del Rocío en la ermita, pero no está mal. Porque es mucho mejor: no hay almonteño que se la salte cuando los jardines se cierran por la noche, para evitar una nueva llegada de los Bárbaros del Sur de la Movida, las litronas, los plásticos y las bolsas de hielo.
Y, lo que es más importante, han sido perfectamente restauradas todas las estatuas románticas de estas deliciosas Delicias de Arjona. Jardín interesantísimo, por histórico, Mucho más antiguo que el Parque de María Luisa en la ordenación de Le Forestier. Los Jardines de las Delicias Viejas, llamados de Arjona por el asistente que los mandó hacer, fueron trazados por Claudio Boutelou entre 1828 y 1829. Son, por tanto, un ejemplo estricto de jardín romántico. Enriquecido, además, por la colección de esculturas que he referido, que estuvieron en un tiempo en la Plaza del Museo y proceden de los jardines del Palacio Arzobispal de Umbrete. Las esculturas estaban que daba pena: robadas, mutiladas, abandonadas. Los faunos, sin nariz; las doncellas, sin manos. Y pacientemente todo ha sido reconstruido y restaurado, y lo ha dejado el Ayuntamiento de forma que parece que todo aquello acaba de salir del bastón de mando de don Manuel María de Arjona, el interesante asistente innovador y perfeccionador de la ciudad, cuya biografía investigó y publicó el recordado historiador Alfonso Braojos, director de la Hemeroteca Municipal.
Lo que el Ayuntamiento ha hecho en las Delicias Viejas nos demuestra que tan difícil no tiene que ser dejar a Sevilla tal como ha estado siempre, pero sin añadidos ni adulteraciones. Ojalá en La Alfalfa, en la Plaza del Pan, en La Pescadería, en la Plaza Nueva se hubiera hecho lo mismo que en las Delicias Viejas de Arjona, sacarlo todo de brillo, restaurarlo, preservarlo, cuidarlo para que no lo vuelvan a destrozar.
No quiero quebrar el debido y justo elogio al Ayuntamiento ni los 100 días de gracia si digo finalmente que así, así como Las Delicias, rodeado por una verja, tenían que poner todo el centro histórico. Como en Las Delicias lo han puesto para que no las destrocen los gamberros, en el centro tenían que colocar esas verjas para que los modernos del progreso y del Pacto de Retroceso no entren a cargárselo todo. No olviden que el Distrito Casco Antiguo queda en manos del tío de la cachimba, como castigo por haber votado tanto al PP. Que cada cual rece lo que sepa...

 

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