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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Paso a nivel en La Pasarela

DOS por el precio de uno. Estrenamos no sólo nuevo mandato municipal, sino un tiempo de nostalgia. Sevilla se parece cada vez más a las láminas en sepia que entrega ABC. Los sevillanos queremos volver a ser lo que fuimos. ¿Quién ha dicho que se están cargando a Sevilla? A Sevilla la están poniendo deliciosamente antigua, de película neorrealista italiana de los años 50, proyectada entre una sinfonía de pipas de girasol en el Cine Esperanza.
Toma nota, Juncal (y ponte luto por la muerte del dueño de la torerísima Venta Pazo de Sanlúcar).
Retornan los concejales a dedo. Sevilla volverá a tener concejales a dedo. Como en tiempos de Utrera Molina y de las riadas. Tres concejales digitales terrestres, como la televisión nueva. Que no han caído en la ordinariez plebeya de las urnas, las listas, los votos y esas pamplinas, sino que han sido nombrados por el dedo de toda la vida. Antes a los alcaldes los nombraban a dedo los señoritos del Aero Club. Ahora a Marset y a Ana Gómez los nombran a dedo los nuevos señoritos del PSOE; y a Jon Ander, los nuevos señoritos de IU. De la dictadura en sepia de los señoritos no salimos.
Y como vuelven los concejales a dedo, retornan las bicicletas de los años del hambre. Por las calles del centro vuelve a haber tan pocos coches como entonces, tan pocas paradas de taxis. De un plumazo nos hemos cargado el desarrollismo en nombre del progreso. Parece que los sevillanos estuvieran todos otra vez tan tiesos que ni pueden soñar con comprarse un 600 y han de aviarse con la bicicletita para ir a los madrugones del currelo.
Y ni un autobús de Tussam, de aquellos que llamaron los Pegasos y que sustituyeron a los tranvías como signo de avance de los tiempos. Vuelta en sepia a los tranvías. Un tranvía disfrazado de Ave. Parece que más que por La Punta del Diamante está pasando por Puertollano, ni puerto ni llano. Pero tranvía al fin y al cabo. Para redondear la película neorrealista, al tranvía solamente le falta el Bizco Amate cantando fandanguillos del hambre por los estribos, unos niños como de Auxilio Social reguinchados en los topes, y en la plataforma, un canónigo parguelón e hispalensísimo aprovechándose de los trenes baratos de la bulla, a popa de un muchacho con los ojos verdes que lleva un chusco en el bolsillo del pantalón.
Pero lo mejor de todo, lo más nostálgico (reloj, no marques las horas) es la vuelta de los pasos a nivel. No se lo digan a nadie, pero cuando Don Alfredo, antier por la mañana, iba de incógnito en el tranvía desde El Prado a la Plaza Nueva, haciendo de esa especie de amigo del nazareno que es el amigo del tranviario que le va dando charlita, estaba en realidad inaugurando solemnemente el Paso a Nivel de La Pasarela. Y esto, señores, sí que me ha llenado de nostalgia. ¡Qué maravilla, esta vuelta a la Sevilla antigua de mi vieja dama! Como un signo de modernidad, en vísperas de la Expo del 92, Sevilla destruyó algo tan típico y castizo como el paso a nivel. Suprimieron el paso a nivel de Felipe II, tela de clásico, con las colas de coches que llegaban hasta Los Diez Mandamientos. Quitaron el paso a nivel de La Corza, que era como de pueblo, con casilla de peones camineros y gallinas por la cuneta. Fue a tomar por saco el paso a nivel de la Casa Cuna, en Miraflores, camino de Pino Montano. Sevilla quedó desfigurada sin algo tan clásico y nuestro como el paso a nivel. Yo, la verdad, tenía nostalgia de ese palio de la Virgen de las Mercedes atravesando el paso a nivel de Felipe II. Ahora podremos volver a ver la cofradía de Santa Genoveva por un paso a nivel. Porque que Don Alfredo, que está en todo, nos ha restituido el paso a nivel. Ha inaugurado solemnemente el paso a nivel de La Pasarela. Paso a nivel sin barreras, que son los buenos. Vayan, que aquello tiene un ver. Cada 4 minutos cortan la circulación en La Pasarela para que pase el tranvía: paso a nivel de Felipe II puro y duro. Pero con unos embotellamientos mucho mejores. Por Felipe II pasaba el ferrobús de Utrera de higos a brevas, y en La Pasarela tenemos asegurado el clásico embotellamiento del paso a nivel cada 4 minutos exactos. Enhorabuena, Don Alfredo. Va por usted lo de El Pali: «¡Que viva la Sevilla del 40!».

 

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