DOS
por el precio de uno. Estrenamos no sólo nuevo
mandato municipal, sino un tiempo de
nostalgia. Sevilla se parece cada vez más a
las láminas en sepia que entrega ABC. Los
sevillanos queremos volver a ser lo que
fuimos. ¿Quién ha dicho que se están cargando
a Sevilla? A Sevilla la están poniendo
deliciosamente antigua, de película
neorrealista italiana de los años 50,
proyectada entre una sinfonía de pipas de
girasol en el Cine Esperanza.
Toma nota,
Juncal (y ponte luto por la muerte del dueño
de la torerísima Venta Pazo de Sanlúcar).
Retornan los
concejales a dedo. Sevilla volverá a tener
concejales a dedo. Como en tiempos de Utrera
Molina y de las riadas. Tres concejales
digitales terrestres, como la televisión
nueva. Que no han caído en la ordinariez
plebeya de las urnas, las listas, los votos y
esas pamplinas, sino que han sido nombrados
por el dedo de toda la vida. Antes a los
alcaldes los nombraban a dedo los señoritos
del Aero Club. Ahora a Marset y a Ana Gómez
los nombran a dedo los nuevos señoritos del
PSOE; y a Jon Ander, los nuevos señoritos de
IU. De la dictadura en sepia de los señoritos
no salimos.
Y como vuelven
los concejales a dedo, retornan las bicicletas
de los años del hambre. Por las calles del
centro vuelve a haber tan pocos coches como
entonces, tan pocas paradas de taxis. De un
plumazo nos hemos cargado el desarrollismo en
nombre del progreso. Parece que los sevillanos
estuvieran todos otra vez tan tiesos que ni
pueden soñar con comprarse un 600 y han de
aviarse con la bicicletita para ir a los
madrugones del currelo.
Y ni un autobús
de Tussam, de aquellos que llamaron los
Pegasos y que sustituyeron a los tranvías como
signo de avance de los tiempos. Vuelta en
sepia a los tranvías. Un tranvía disfrazado de
Ave. Parece que más que por La Punta del
Diamante está pasando por Puertollano, ni
puerto ni llano. Pero tranvía al fin y al
cabo. Para redondear la película neorrealista,
al tranvía solamente le falta el Bizco Amate
cantando fandanguillos del hambre por los
estribos, unos niños como de Auxilio Social
reguinchados en los topes, y en la plataforma,
un canónigo parguelón e hispalensísimo
aprovechándose de los trenes baratos de la
bulla, a popa de un muchacho con los ojos
verdes que lleva un chusco en el bolsillo del
pantalón.
Pero lo mejor de
todo, lo más nostálgico (reloj, no marques las
horas) es la vuelta de los pasos a nivel. No
se lo digan a nadie, pero cuando Don Alfredo,
antier por la mañana, iba de incógnito en el
tranvía desde El Prado a la Plaza Nueva,
haciendo de esa especie de amigo del nazareno
que es el amigo del tranviario que le va dando
charlita, estaba en realidad inaugurando
solemnemente el Paso a Nivel de La Pasarela. Y
esto, señores, sí que me ha llenado de
nostalgia. ¡Qué maravilla, esta vuelta a la
Sevilla antigua de mi vieja dama! Como un
signo de modernidad, en vísperas de la Expo
del 92, Sevilla destruyó algo tan típico y
castizo como el paso a nivel. Suprimieron el
paso a nivel de Felipe II, tela de clásico,
con las colas de coches que llegaban hasta Los
Diez Mandamientos. Quitaron el paso a nivel de
La Corza, que era como de pueblo, con casilla
de peones camineros y gallinas por la cuneta.
Fue a tomar por saco el paso a nivel de la
Casa Cuna, en Miraflores, camino de Pino
Montano. Sevilla quedó desfigurada sin algo
tan clásico y nuestro como el paso a nivel.
Yo, la verdad, tenía nostalgia de ese palio de
la Virgen de las Mercedes atravesando el paso
a nivel de Felipe II. Ahora podremos volver a
ver la cofradía de Santa Genoveva por un paso
a nivel. Porque que Don Alfredo, que está en
todo, nos ha restituido el paso a nivel. Ha
inaugurado solemnemente el paso a nivel de La
Pasarela. Paso a nivel sin barreras, que son
los buenos. Vayan, que aquello tiene un ver.
Cada 4 minutos cortan la circulación en La
Pasarela para que pase el tranvía: paso a
nivel de Felipe II puro y duro. Pero con unos
embotellamientos mucho mejores. Por Felipe II
pasaba el ferrobús de Utrera de higos a
brevas, y en La Pasarela tenemos asegurado el
clásico embotellamiento del paso a nivel cada
4 minutos exactos. Enhorabuena, Don Alfredo.
Va por usted lo de El Pali: «¡Que viva la
Sevilla del 40!».