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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La ETA, concha del apuntador

DISPONGO de la exclusiva mundial de una información de la agencia Morancos Press sobre los intríngulis del abandono del coche del triquitraque de la ETA en Ayamonte. Pueden ustedes tener por más que cierto lo que sigue: estos mamones no iban precisamente a comprar toallas a Vila Real de San Antonio.
Los corifeos de las feísimas nekanes suelen mitificar la estética de los que no tienen más ética que el tiro en la nuca. Como no sea la estética de lo cutre... Lo hallado por la Guardia Civil en las bolsas de ropa que llevaban los etarras en el Ford Focus debe de ser tan sudado y guarro como lo hacinado por un pobre viejo solitario con síndrome de Diógenes en la mugre de su piso. Todo lo perteneciente o relativo a la ETA está en el polo opuesto de cualquier grandeza. ¿Pues no que aseguran que estos asesinos de los comandos estivales, Canción del Verano de la Muerte, se van a instalar o se han instalado ya en el Algarve...porque allí los pisos francos les salen más baratitos? ¿A que después de tantos paños calientes por parte del Gobierno, de tanta tregua del Estado de Derecho y de tanto trincar la tela de la ANV en los ayuntamientos va a resultar que estamos ante la ETA de los Veinte Duros, ante los asesinos del Todo a Cien?
¿Y lo de la camiseta de la selección española de fútbol? ¿Dónde me dejan que entre lo abandonado en el Juannaja de Levante esté una camiseta de la selección española? ¡Qué falta de confianza en lo propio! Así que en Venezuela están los jugadores internacionales de fútbol que trincan de la Federación Española divirtiéndose con la Selección Vascongada de la Señorita Pepis, con sus camisetas verdes y su pancarta de «Somos una nación. ¡Oficialidad!», y van estos tiparracos y se enfundan en la gloriosa elástica roja de Zarra, de Panizo y de Piru Gainza. Menos oficialidad y más seriedad. Como lo de las gafas de bucear que les han encontrado. ¿Usted se cree que es serio que unos etarras asesinos vayan por ahí con gafas de bucear y bañadores de las rebajas? ¿Llevaban también palitas y cubitos para jugar en la arena estos mamones? La de películas de Alfredo Landa ligando suecas en Benidorm que han tenido que ver estos tiparracos, como para creerse que vamos todavía a la playa como en tiempos de la canción del verano de Los Payos: coge tu sombrero y póntelo, vamos a la playa calienta el sol, chiribiribí, pompompompóm.
Bueno, pues estos tíos tan cutres, esta ETA de los Veinte Duros, estos horteras de las gafas de bucear y la camiseta de La Roja, esta ETA modelo Gran Hermano, es la que tiene Zapatero en la concha del apuntador, para que sepan ustedes con quién nos estamos jugando los cuartos del Estado. Gracias al aire que le ha dado el Gobierno con su Tolerancia 100 a los asesinos de la T-4, lo que era la ETA de los Veinte Duros se ha puesto por lo menos de Elena Benarroch, que es de la cuerda. Y éstos son los que hemos tenido como guionistas de los últimos discursos de Zapatero. No me extrañaría que en los próximos Goya (sin premio, no me trinques nada), como son de los actores amiguetes, les den a los etarras del «accidente» y de «la decisión de los ciudadanos vascos» el premio al mejor guión. Al mejor guión de bajada de pantalones del Gobierno, que esto de la bajada de pantalones es también muy de toda esta estética cutre, muy Santiago Segura, muy Postfary. Y tampoco me extrañaría que a Zapatero le cayera un premio Mayte de teatro, por su contribución al mantenimiento de las más arraigadas tradiciones, usos y costumbres del arte de Talía. En ningún teatro de España hay ya concha del apuntador. Mal que bien, los actores se saben su papel y no tiene que estar allí el apuntador en su venera para irles soplando los pies de entrada. Menos en el gran teatro del mundo de la sala de prensa de La Moncloa o en la sala de los Pasos Perdidos del Congreso, donde, a la vista está, hay concha del apuntador. Dentro de esa concha del apuntador hemos tenido meses y meses a la ETA, dictando el monólogo de Hamlet del ser o no ser de España. No con una sola calavera en la mano, como Hamlet: con mil calaveras de asesinados en la mano. No me extrañaría, pues, que en el ordenata portátil de los etarras de Ayamonte estuvieran los discursos completos del tío que hizo el ridículo del siglo con «la Espagne vote güí, la Franse vote güí» y que nos metió para nada en el gastazo del referéndum de la Constitución europea.

 

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