Qué duro es el destino.
Cuando ya nos habíamos hecho a la idea
de tener a Carmen Calvo como ministra
de Cultura, la quitan. ¿Qué va a ser
de nosotros y de la Cultura sin la de
Cabra? Qué pena más grande. ¿Quién
encabezará ahora la manifestación del
Orgullo Gay? ¿Qué va a ser de Pixie y
Dixie? ¿Y el cine español? ¿Quién va a
conseguir que entre las 25 películas
más vistas no haya ni una sola
española, dirigida por los mangones de
subvenciones? ¿Y la moda? ¿Qué va a
ser de la moda española sin ella?
¿Quién se va a poner esos modelitos
del horror horroroso para ir a los
premios Goya? ¿Quién va a sacar cada
día un nuevo habillé, carísimo todo,
de puro diseño? ¿Y los abanicos
cuadrados, Dios mío, quién
promocionará los abanicos cuadrados?
¿Y quién le va a dar la Medalla de
Bellas Artes a la camelancia de la
nueva cocina? ¿Y de los pegatineros
artistas y titirimundis del No A La
Guerra, qué va a ser, sin Calvo
largándoles subvenciones a babor y
estribor? ¿Quién va a seguir siendo
cocinera antes que fraila? ¿Quién
encontrará los anglicanismos del
castellano? ¿Quién nos descubrirá que
El Rocío es la explosión de la
primavera en el Mediterráneo? ¿Quién
pedirá que la Unesco legisle para
todos los planetas, incluyendo el
Planeta Agostini? ¿Quién nos recordará
que las señoras tienen que ser
caballeras quijotas manchegas? Dios
mío, ¿qué será de nosotros los
articulistas sin Carmen Calvo? ¿De qué
vamos a escribir, sin tener a esta
cateta viajada como ministra?
En estas tribulaciones andaba cuando
comprobé que Dios aprieta, pero no
ahoga. A Carmen Calvo quitada, Bernat
Soria puesto. De la entallada y
brillantosa gabardina de diseño que
Carmen Calvo se ponía hasta en los más
soleados días hemos pasado a la
mediática bata blanca del
investigador-estrella. Hay
jueces-estrella e
investigadores-estrella. No hicieron
ministro a Garzón, pero han hecho a
Bernat Soria. Menos da una piedra. Es
de la misma camada que Jorge Semprún.
De los exhibicionistas de lo suyo,
hombres de la bata blanca al modo del
tío de la gabardina, que pasaban por
allí y como salen mucho en la tele,
hala, los hacen ministros. Por la
misma razón que Zapatero ha hecho
ministro de Sanidad a Bernat Soria
podía haber hecho, un poner, a Miguel
Bosé: porque es de la cuerda y porque
sale mucho en la tele.
De ahí la alegría incontenible de
Bernat Soria. Ha salido retratado loco
de contento porque lo hayan hecho
ministro. Como los de la parte de
Murcia cuando les toca el Gordo de
Navidad, pero con cartera y sin
descorchar cava en plan Fernando
Alonso. Abrazando colaboradoras con
una cara de alegría como la de Palop
cuando metió al Sevilla en la final de
la UEFA. Al fin y al cabo, lo suyo es
también un gol increíble. El gol que
le ha marcado Zapatero a los obispos
con el cancerbero del Centro Andaluz
de Biología Molecular y Medicina
Regenerativa, el chiringuito que le
puso Chaves para dar por saco al PP y
a la Conferencia Episcopal.
Bien nacido sí que tiene que ser el
Ministro de la Bata Blanca. Porque es
tela de agradecido. Si es un experto
cuando coge descuidadas a las células
madre, ni te cuento cuando agarra el
incensario para pelotear a Zapatero
por haberle dado los donuts y la
cartera de Sanidad. No ha dicho que
está agradecido al presidente, no. Ni
que para qué se ha metido usted en
esto, no. Ni al palmero agradador de
señoritos con más ojana de todo Jerez
se le ocurre decir lo que ha
proclamado con todo rigor científico:
«Al presidente Zapatero yo le daría el
Nobel de la Honestidad y la
Solidaridad». Ole. Hala. Y a Bernat
Soria le doy yo ahora mismito el Nobel
de Peloteo, que se ha ganado a pulso.
¿Qué Honestidad? ¿Que la ETA no haya
dejado las armas y siga negociando con
los asesinos, en contra de los
términos de la venia parlamentaria?
¿Qué Solidaridad? ¿Que diga que no se
puede utilizar el terrorismo como arma
política el mismo que usó los muertos
del 11-M para llegar a la Moncloa? El
Nobel del Peloteo ha dicho también:
«Es un honor gestionar uno de los
mejores sistemas sanitarios del
mundo». ¡Pero si todos los hospitales
están transferidos a las autonomías!
Si el ministro de Sanidad no gestiona
ni un ambulatorio, que es como si el
ministro de Defensa no mandara en un
solo cuartel. Así que aun ida Carmen
Calvo, costura no nos va a faltar. De
momento, el de las células madre es el
pelota padre.