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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El alcalde astronauta

Convencido estaba ayer de que la canción del verano era el "Mecagüentó" de la Defecación para la Ciudadanía, cuando Ramón Pi, antiguo redactor de esta Casa de ABC de Sevilla y actual y brillante cronista político en la Corte, me hace dudar. Quizá el éxito del verano sea "El astronauta", no de Georgie Dann, sino de Sánchez Monteseirín. Me escribe Ramón Pi, que se doctoró en Sevilla en la difícil Asignatura de la Guasa, y me dice: "¿Conocía usted esto?" Pregunta tras la cual me pone una dirección URL del conocido servidor de YouTube. Ya sabe usted: donde los navegantes de la red de redes colocan vídeos de los asuntos más diversos.

Picóme Pi la curiosidad. No supe si era pitorreo de Pi o pituitaria del cronista que vio que el toro tiene faena por el pitón izquierdo, cuando muy en serio, tras la referida clave de acceso a YouTube, me decía, con el usted por delante, que si no te arrollan: "Necesito una explicación. Llevo varias noches sin dormir a causa de semejante discurso. Como usted del personaje sabe un kilo, es mi última esperanza. Con gratitud eterna, Ramón Pi."

Y entré en el sitio de Internet al que me invitaba Pi y al que yo les invito ahora. Es  www.youtube.com/watch?v=2tQzraSSFxo. ¿Y qué me salió en el vídeo pequeñito de YouTube? Pues me salió una imagen como de informativo de televisión, con el alcalde de Sevilla dando un discurso, ante una grabadora de cinta magnetofónica que sostiene una periodística mano. Sobre el todo, el título del enigmático Discurso del Verano: "Alcalde de Sevilla-El astronauta". Y pinchas en el signo de reproducción de la cinta, y la maquinilla grabadora de YouTube pone el vídeo del alcalde a largar. ¿Qué dice que vende? Eso es lo que tras escucharlo y no salir de mi asombro, me estoy preguntando todavía, tan perplejo como mi avistador y ojeador Ramón Pi.

Pues héte aquí textualmente, tomado por menda, palabra por palabra, lo que Don Alfredo dice ante el mundo entero por los tecnológicos arneses de los interneses:

"Es muy bueno que haya astrónomos, estamos en la Avenida de la Astronomía, está bien que haya astrólogos, pero es fundamental que haya astronautas. Porque, ¿qué sería de nosotros los astronautas si no nos dijeran los astrólogos o los astrónomos cómo son las cosas, qué es lo que nos podemos encontrar allí, en el más allá, qué podemos hacer o qué podríamos desarrollar nosotros los que estamos allí, los que quizá pisamos el suelo de la realidad de las cosas? ¿Qué sería de nosotros si no existieran los astrónomos y los astrólogos? ¿Pero qué sería de nosotros, qué sería de todos nosotros sin la tarea de los astronautas?"

Pues de momento en Sevilla no tendríamos de alcalde a un astronauta como usted, Don Alfredo, y se lo digo con tanto cariño como respeto, ambos muy bien despachaítos. Que conste que no es Burgos quien dice que el alcalde es un astronauta. Es el propio Don Alfredo quien lo afirma. Pero no en su casa, con su mujer y sus niños, ni en la barra del bar, de copas con los amiguetes, ni en la feria de su pueblo, con los parientes, sino por el YouTube, o sea, ante el mundo mundial, donde se proclama astronauta. Todo el que entre en Internet y escuche el vídeo transcrito comprobará que Don Alfredo se confiesa astronauta como otros de la Esperanza de Triana o del Rocío del Cerro del Aguila. Cito textualmente: "¿Qué sería de nosotros los astronautas si no nos dijeran los astrólogos o los astrónomos cómo son las cosas?" El alcalde se había proclamado muchas cosas, según le fuera conviniendo. Pero qué calladito se tenía usted lo de astronauta, Don Alfredo, pillín. Gracias al nomenclator y a que pusieron la Avenida de la Astronomía en un polígono empresarial podemos explicarnos finalmente cuanto ocurre en Sevilla. Sevilla está como está porque tiene un alcalde astronauta, que ama el tranvía porque le recuerda una jartá a la nave espacial que lo depositó en el Ayuntamiento. Y ha puesto tanto granito por toda Sevilla porque le recuerda mucho la superficie de la Luna. En cuanto a La Encarnación, ahora se explica: esos platillos volantes son la metadona de este alcalde astronauta con síndrome de abstinencia de galaxia espacial. Y me hago la misma pregunta de Don Alfredo: "¿Qué sería de todos nosotros si no tuviéramos a un astronauta de alcalde?" ¿Se imaginan la maravilla?

 

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