EN la mentalidad dominante de la dominadora dictadura de lo políticamente correcto en la que no nos queda más remedio que vivir, hay dos varas de medir: una para lo progre y otra para lo que no lo es (según los progres, que son los que mandan). Todo lo progre se justifica por sí mismo, por una suprema razón: porque sí, ¿pasa algo? Y lo que no sea progre, hay que justificarlo. Pasa como con las declaraciones de derechas e izquierdas. Si tú te declaras de izquierdas, aunque vivas como un marqués, aunque te importe un bledo el prójimo, aunque triunfes a base de ponerle el pie encima a los demás, aunque ganes millones de la forma más oscura, no tienes que justificar nada. Eres de izquierda, eres de los nuestros, choca esos cinco, compañero. En cambio si eres de derechas, si te atreves a proclamar convicciones y principios morales pasados de moda, atente a las consecuencias. Habrás de justificar cada uno de tus actos, porque no gozas de la inmunidad e impunidad que en esta tierra tiene todo aquel que se proclame de izquierdas.

Las dos varas de medir se están viendo clarísimas en estos días a propósito de la Educación para la Ciudadanía.

-Pues yo como usted, Burgos: a mí que me borren del topicazo de ciudadano, que me rebajen de rancho de la ciudadanía...

Pues no está mal pensado lo del rebaje de rancho que ha dicho usted, porque de mili se trata. El presidente de la Confederación de Padres de Alumnos Católicos, Juan María del Pino, me lo ha hecho ver bastante claro; será que me lo suelo encontrar en los actos castrenses que organiza el teniente general Pittarch en Capitanía, donde nos convida a Patria. Dice el presidente de la CONFAPA, buscando una salida a los objetores de Educación para la Ciudadanía, que se articule, como se hacía con la mili, una prestación social sustitutoria.

Sospecho que el señor Pino no sabe que hay dos varas de medir. No es lo mismo la objeción de izquierdas que la objeción de derechas. La objeción de izquierdas era negarse a hacer el servicio militar. Lo que voy a decir seguramente es políticamente incorrectísimo, pero digo yo que para educación para la ciudadanía, la que se recibía en el cuartel con la mili obligatoria. El saber popular afirmaba que los muchachos, en el cuartel, se hacían hombres. Y ciudadanos. Mi abuelo Antonio Burgos Sánchez, del muy esforzado Viso del Alcor, no sólo se hizo hombre en el cuartel, sino que allí aprendió a leer y escribir. Gracias a que el abuelo aprendió las primeras letras en la educación para la ciudadanía del cuartel el nieto se puede ganar la vida escribiendo.

Pero lo que acabo de poner, que es pura memoria histórica familiar, es incorrecto. Lo progre es largar fiesta del servicio militar obligatorio y hacer la loa a la objeción de conciencia. Una de las mayores carajotadas de las muchas que cometió Aznar en su gobierno fue suprimir la mili obligatoria sin sacarle el menor rendimiento electoral ante los chavales que se lucraron de la medida; quienes, lejos de agradecerlo, sacaron pancartas diciéndole que era el asesino de la guerra de Irak. Declararse objetor y no ir al cuartel, a hacerse un hombre, como decían en los pueblos, era una especie de heroísmo civil.

Y los objetores de conciencia de entonces, de la mili, pedían exactamente igual que los de ahora, los de la Educación para la Ciudadana: libertad ante la imposición de una ley que no estaba de acuerdo con sus principios. Pero, ay, los de ahora son objetores de derechas, unos fachas, unos carcas, y no unos héroes. La objeción y  la prestación sustitutoria que propone la CONFAPA nos presenta una cruda y triste realidad de la dictadura de lo políticamente correcto que nos oprime: ZP ha vuelto a poner la mili obligatoria. La mili se llama ahora Educación para la Ciudadanía. No hay en ella excedentes de cupo ni te libras por hijo de viuda o por pies planos. La del cuartel duraba apenas un año. Esta mili dura toda la enseñanza obligatoria, ¡no te queda mili, chaval! De aquella te declarabas objetor y eras ante los amigos un héroe civil. De esta nueva mili obligatoria te declaras objetor y eres un facha meapilas. ¿No ven cómo hay dos varas de medir objeciones?