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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Un torero en la Academia

Como el que avisa no es traidor, advierto de entrada, por estatuarios, que esta Academia no es la de Córdoba. Hasta ahí podíamos llegar. Es una Academia de Sevilla. Que no existe. Pero que debería existir. La Real Academia de Tauromaquia. La Real Academia de las Nobles Artes del Toreo Según Sevilla. Real por los cuatro costados. Por el lado de la Real Maestranza de Caballería, propietaria de la plaza del Arenal. Real por el lado de Fernando VII que creó la Escuela de Tauromaquia en cuyos laboratorios, andando el tiempo, allí en el barrio de San Bernardo, el excelentísimo señor profesor doctor don José Luis Vázquez Garcés descubriría la magistral fórmula secreta para meter toda la gracia de Sevilla en un cartucho de pescao sin que se derramara ni un pedacito. Real por el lado de Don Alfonso XIII, aquel Rey que moría por Sevilla, que cada primavera plantaba sus reales en el Alcázar, que iba a los toros con su sombrero flexible de alas gachas como el de Belmonte. Y real por el lado de Doña María de las Mercedes de Borbón, la augusta madre del Rey, la serenísima pero apasionadísima madrina del currrismo militante, tan aficionada a los toros que iba hasta a las novilladas sin caballos de las plazas portátiles de los pueblos cuando le hablaban bien de un muchacho becerrista que venía arreando.
Esa Real Academia del Toreo Según Sevilla ha tenido siempre sabios numerarios, que no necesitaban discurso de ingreso, porque los veía la gente por la calle y decía:
-Ahí va un torero...
Así se volvía la gente a mirar a don Luis Fuentes Bejarano cuando salía de limpiarse los zapatos en la betunería de la Puerta La Carne:
-Ahí va un torero...
Así quedó inmortalizado por una fotografía el referido excelentísimo académico señor Don Pepe Luis, subiendo el puente de San Bernardo al lado del paso de su Cristo de la Salud, que decía la gente nada más que viendo sus andares:
-Ahí va un torero al lado del Cristo del barrio de los toreros...
Quedan muchos numerarios electos de esta Real Academia de los Toreros de Sevilla, sobre todo en su Sección de las Buenas Maneras. Lo que pasa es que nadie les ha escrito el discurso de ingreso. Cosa que hago hoy, porque él me lo ha pedido, y yo se lo he prometido, y no es cuestión de echarle bola negra zaina, con don Julio Pérez Vito. La Real Academia de las Buenas Maneras de los Andares Toreros tiene en El Vito su mantenedor y su exégeta. Debe de estar esa Academia exactamente entre el Puente Triana y el Bar El Cairo. Por ahí, por la acera de Reyes Católicos, va Julio andando con esa prestancia que los que no saben quién es, ni qué significa su nombre en la Fiesta, nada más que lo quincan, se admiran y dicen:
-Ahí va un torero...
¿Saben ustedes cómo va por Reyes Católicos, tan garboso, El Vito? Pues lo mismo que salía de la cara del toro después de poner un par asomándose al balcón, en una moneda: andando. Va El Vito con un pasito, un garbo y un compás que está diciendo que ahí va un matador de toros, que hasta hizo el paseíllo en el Velódromo de París, ¿será por paseíllo de quien hasta por el pasillo de su casa, en pijama, tiene que parecer que va haciendo el paseo, liado en la bata de franela como si fuera el capote de seda? Que ahí va el primero de aquella cuadrilla de ensueño que llevaba Jaime Ostos, con Blanco y con Luis González. Así como lo ve usted por Reyes Católicos, pero con los palos en la mano, se iba andando hacia el toro, le hacía el embroque en la mismísima cara, de la que salía de la misma salerosa manera: andando, como si no hubiese pasado nada. ¡Y casi ná lo que había pasado!
El Vito se da todos los días con sus andares toreros esa vueltecita por su Sevilla, por la orilla del río, y se pone allí a mirar la plaza de los toros. ¿Qué pensará Julio Pérez Vito delante de la plaza de los toros, enamorado paseante de su Sevilla? Hasta mirando la plaza de los toros se le nota que es un torero. Porque se para como se paraba en los tentaderos, que dejaba a las vacas clavadas de un solo capotazo. Las maneras. Las eternas buenas maneras de los toreros de Sevilla. Numerarios de la Real Academia de los Toreros de Sevilla con el solo discurso de sus andares.
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