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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Casas Viejas, no: resiste Sevilla

VAMOS a hablar claro: Casas Viejas no está en el Pumarejo. Casas Viejas es un pueblo de triste recordación, en la provincia de Cádiz, donde durante la II República ocurrieron lamentables hechos, anticipo trágico de los que luego habrían de venir. Casas Viejas es el pueblo de la choza de Seisdedos y del «tiros a la barriga». Pueblo que dejó de existir en la toponimia oficial y que fue Benalup de Sidonia.
Pero aquí hemos caído, como siempre, en la trampa del lenguaje, en la que los delincuentes imponen su jerga sobre los que sufren sus acciones. No es nada nuevo. La mayor victoria de la ETA, años y años, ha sido la del lenguaje. La España constitucional y democrática que está por las libertades hace mucho tiempo que rompió a hablar como los asesinos de la ETA, y llamó, como ellos, «liberados» a los criminales a sueldo; y «lucha armada» al tiro en la nuca; y «comandos» a las cuadrillas de facinerosos, que eran «legales» si no estaban aún fichados por la Policía.
Con los asaltantes de la propiedad privada del Pumarejo, con los que han allanado el inmueble de una honrada familia de industriales sevillanos, nos ha ocurrido igual que con la ETA. De la que, según la Policía, deben de ser algo así como presuntos compañeros de viaje con un fondo de Giraldillas en el Estadio Olímpico, interesadísimos los gachós por un problema que nos preocupa mucho aquí en Sevilla, por los cojones: el acercamiento de los presos etarras a la tierra donde sus puñeteras madres los parieron.
Con los asaltantes del Pumarejo nos ha ocurrido como con la ETA. Hemos dado por válido su lenguaje y lo hemos hecho nuestro. Hemos sido ya inicialmente derrotados por sus palabras. Y ha dado todo el mundo en llamar «Casas Viejas» a los hechos delictivos del Pumarejo. No, mire usted, aquello no es «Casas Viejas». Si llamamos a aquello «Casas Viejas» les estamos dando la razón a los mugrientos antisistema, así como a los concejales del Ayuntamiento, cual El Lolo, que los proclaman como héroes de no sé qué resistencias ejemplares. ¡Vaya ejemplares! Los ocupantes y los que se ocupan de exaltarlos, los dos bandos.
Y otra derrota moral de la Sevilla que cumple la ley y paga su IBI es llamar a los edificios ocupados por ese grupo de asaltantes de la propiedad privada con el mote que ellos pusieron: «Centro Social Ocupado y Autogestionado». No, mire usted, de Centro Social, nada. Ustedes están invadiendo lo que no es suyo, desobedeciendo a la autoridad judicial y resistiendo encima a las fuerzas de orden público. Y ni Centro Social ni leches: ya mismo están ustedes en comisaría, que allí sí que podrán ocupar todos los calabozos que tengan por conveniente.
Pero, nada. Todos como imbéciles, y yo el primero, sirviendo de altavoz a unos que se autotitulan Antisistema, que son además protegidos por los radicales izquierdistas que hemos de padecer en la coalición gubernamental del Ayuntamiento y que tienen coche oficial y sueldo, y despacho y secretaria, y teléfono móvil gratis, y viajes a Cuba a tutiplén, y todo lo que ustedes quieran... a costa precisamente del sistema que quieren destruir con sus banderas republicanas, sus brigadistas y sus homenajes al asesino de Ernesto Guevara, qué Ché, ni qué Ché, que le llamen Ché los que mitifican a quien sale en los documentales históricos pegando tiros en la nuca a los liberales cubanos, que menda, nanai.
Y los tíos van y se suben al puente del Centenario, y, ¡hala!, todas las televisiones a sacarlos y todos los periódicos a ponerlos en la portada, en una versión cutre y mugrienta de un Greenpeace sin ballenas. Tenían que haberlos dejado allí arriba sin echarles cuenta, hasta que se jartaran o se pegaran el jardazo por su temeridad. Tenían que haber subido, sí, los bomberos. Por lo del cartel de «Casas Viejas resiste». Para enmendarlo. Tachar «Casas Viejas» y poner «Sevilla»: «Sevilla resiste». La que resiste de verdad es Sevilla, que aguanta lo que le echen sin rechistar, apuntada al cobardón PNPN, al Partido del No Passssa Nada. La que resiste es Sevilla, que hasta aguanta que El Lolo sea el delegado del distrito Casco Antiguo. ¡Eso sí que es resistir! O aguantar, que no es lo mismo.
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