Clic para ir a la portada

El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Catetódromo para la Catetocracia

 
TENGO sobre la mesa del escritorio el primoroso facsímil que con prólogo de Juan Lamillar ha editado la Universidad con «Los famosos Memoriales» de Joaquín Romero Murube, y pienso que en la ceca de su ingenio, oculto a menudo en el anonimato tras las murallas del Alcázar del que era muy liberal conservador, debió de ser acuñada la guasa de la palabra: «Catetódromo». Aplicábase en los años 50 del siglo XX a la Estación de Autobuses del Prado, el valiente edificio racionalista del arquitecto Rodrigo Medina Benjumea, con los frescos del pintor Juan Miguel Sánchez en su vestíbulo. Un edificio singular de la llamada Vanguardia Imposible de la sevillana arquitectura que viene en todos los catálogos de construcciones que deben ser preservadas. Edificada entre 1938 y 1944, fue a la arquitectura sevillana lo que a Madrid la atrevida cubierta del Hipódromo de la Zarzuela que levantó Eduardo Torroja con Arniches y Domínguez, pocos años antes. De ahí, pienso, vendría la voz con que se sacó de la pila del pato de la guasa a la Estación de Autobuses: Hipódromo y Catetódromo. Si los madrileños presumían de arquitectura de Hipódromo, nosotros podíamos hacer lo mismo con nuestro Catetódromo, la estación donde llegaban todos los lugareños rústicos de la provincia en los autobuses de aceite pesado de Los Amarillos, de la Alsina, de Damas.
Cada modernidad trae a Sevilla un Catetódromo. Lo que pasa es que ya no está la finura de Romero Murube, para ponerle nombre. Para clavarlo con una palabra. La modernidad de la postguerra, que haberla húbola a pesar de los falsos tópicos de la Memoria Histórica, nos trajo el Catetódromo de la Estación de Autobuses. La modernidad de esta guerra contra la esencia de Sevilla que se trae el Ayuntamiento nos ha deparado un nuevo Catetódromo: la ciudad peatonal de la Puerta Jerez con los bancos de Ikea; de la Avenida de catenarias y tranvía; y de la Plaza Nueva de los indios tabajaras, que se prolonga en piojosos de perro y flauta por Tetuán y Velázquez. Ahí es donde verdaderamente están los catetos ahora, no en los andenes de la Estación de Autobuses. Catetos de los pueblos y catetos de los barrios. Y, no se olvide, los catetísimos y letradísimos catetos de capital e incluso de Universidad, los más peligrosos, defensores a ultranza de la modernez. Los que están convencidos de que Sevilla estaba mal hecha, y hasta que no han venido ellos a rediseñarla y modelarla desde su progresismo de la leche no va a quedar como tenía que haber estado siempre.
Más que una democracia a merced de los antiguos estalinistas que otorgan su mayoría al alcalde, Sevilla es una catetocracia. Estamos en manos de unos catetos, que están haciendo a Sevilla a la medida exacta de otros catetos, los que los votan y mantienen en el poder. El más bajo índice PISA no está en las escuelas: está en muchas mentes rectoras, que tenían la responsabilidad histórica de legar a nuestros hijos y nietos la Sevilla monumental que recibimos de nuestros mayores, y que van a dejar, en cambio, una ciudad desfigurada y desnaturalizada, pero que cuando vienen a verla deja absortos a los catetos que los votan y con la que tienen asegurado el triunfo de todas las elecciones que les echen. Y, ojo, que hay catetos de toda ralea y calaña, ¿eh? Que hay señoritos catetos, encantados con que les hayan puesto el tranvía a la puerta. Que hay empresarios catetos, entusiasmados con los negociazos que están haciendo y los mangazos que están pegando en la presente y lamentable catetocracia. Que hay intelectuales catetos, arrimados al perol, todo el día con el incensario en la mano, turiferarios de la modernez, y si quieren doy nombres y cabeceras de periódicos. Ojo, que hay catedráticos catetos, y arquitectos catetos, y artistas vanguardistas catetos. Cuanto más te hablen de la coartada de la universalidad y del progreso para lo que están haciendo con Sevilla, señal de que más catetos son.
El largo puente de la Purísima ha sido la glorificación del Catetódromo. Viendo a tanto cateto encantado pegando barzones sin gastarse un duro, me reafirmo en lo que dije aquí ayer: han convertido el centro peatonal en un gran cartel electoral, en un Parque Temático para Catetos, a fin de asegurarse el voto de los barrios... que no tienen que sufrirlo.
Articulos de días anteriores
Para buscar dentro de El RedCuadro

 
    

 


Correo Correo


Clic para ir a la portada  

Biografía de Antonio Burgos  

Libros de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés




 

 


 

 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España.

 

 

 

¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio