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El Recuadro   

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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Niño Jesús frente a Papá Noel

NO sé si fue Pepe Marchena o Pepe Pinto, uno de los grandes Pepes del cante flamenco no gitano, quien hizo popular la copla: «No me da pena maldita,/ que la mancha de la mora/ con otra verde se quita». A veces hay que corregir a la sabiduría popular del cante. Porque en ocasiones la mancha de la mora se empercocha más con otra verde (sobre todo las moras sevillistas, que odian a las verderonas), y no hay forma de quitarla ni con esa palabra mágica que te dicen cuando en el restaurante te has puesto perdida la corbata que vas estrenando:
-Pide cebraline...
Por los pueblos de mi Andalucía, como los campanilleros por la madrugá de La Niña de la Puebla, ha aparecido el cebraline contra el Papá Noel hortera que trepa por las fachadas, especialmente de los adosados, en forma de colgadura del Niño Jesús. Y no sé qué será peor, si la horterada de Papá Noel disfrazado de hombre-araña, como los rateros que trepan para desvalijar pisos, o si la horterada de la colgadura del Niño Jesús. ¿Han visto qué cursilada de colgadura? Con todos mis respetos para el Niño Jesús, para quienes con su mejor intención cuelgan su balcón con tal repostero y para el párroco de la tierra de San Arcadio que, echándole los dos-eso-que-dijimos del Patrón ursaonés, importó la idea de Alicante, no he visto nada más hortera que la dichosa colgadura del Dios que nace en Belén. Me recuerda la peor estética de la imaginería del nacional-catolicismo. Los escaparates de las librerías religiosas de Sevilla donde vendían imágenes, casullas de guitarra y rosarieras. Aquella estatuaria religiosa fabricada en serie en Olot, a la que el novelista Manuel Ferrand le tenía auténtica aversión, y que en un momento dado llenó Sevilla. ¿Qué digo Sevilla? ¡Hasta la Catedral! Destruyendo la capilla de San Andrés, el Cardenal Segura puso en la Catedral un retablo del Corazón de Jesús horroroso, con una de estas esculturas, que si no era de Olot, era del pueblo de al lado, y que menos mal que la quitaron en buena hora. En todas las parroquias quedan santos de Olot de aquella época, melosas imágenes de un San Luis Gonzaga amariconadete, espantosas Milagrosas con lucecitas en los rayos de sus manos y bombillitas en su aureola. Un horror.
La Navidad en Sevilla siempre fue tristona, provinciana, con el olor a especias de La Venera, donde se compraban las figuritas del Nacimiento y el corcho para poner el castillo de un Herodes malo que la gente confundía siempre con el de La Amargura, pero que no era. Este Herodes peor fue el que puso en Belén el equivalente a lo que hoy es una clínica abortista como las que descubren en Madrid y en Barcelona... y hay en Sevilla. Era un profesional de la matanza de inocentes, pero sin bata blanca y sin cuarto supuesto.
La Navidad en Sevilla fue siempre catetita, si me apuran, pero nunca hortera. Y entre el alumbrado laicista y pobretón del relativismo de los cristales de nieve de las calles del centro y las colgaduras del Niño Jesús de Olot en los barrios, hogaño pintan horteridad de horteridades y todo horteridad. Blandenguería. Sensiblería.
¡Con la imaginería barroca que tenemos aquí! ¡Con las espléndidas colecciones de Niños Jesús montañesinos que hay en las iglesias de Sevilla! Piensen ahora en las mañanas de Semana Santa, en las mesas petitorias de las estampas y las medallas de las hermandades que han de salir por la tarde. En esas mesas, casi siempre, hay un Niño Jesús montañesino magnífico y la mar de simpático, vestido con la túnica de la cofradía, con su capirotito y su antifaz levantado. ¿No podían haber hecho aquí la colgadura navideña con uno de esos Niños Jesús tan nuestros, vestido de nazareno, y no con este hortera Niño de Olot? ¿Y por qué Niño, si aquí el Niño de Belén como nos gusta de verdad es ya crecidito, hecho un Hombre, y en lo alto de un paso, y oliendo a cera, a incienso y a la flor del naranjo? En esta Sevilla que cada vez más va siendo sólo un sueño, yo imagino ahora una colgadura de Navidad sevillana. Una colgadura de damasco con la cara del Gran Poder, con el perfil del Cachorro, con la silueta del Señor de Pasión. Y con una leyenda que pone: «Déjense de Papás Noeles, teniendo aquí a este Señor que de chico fue el Niño que nació en Belén y que lo parió La Que Ayer Bajó a Esta Tierra Sevillana».
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