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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Poner el nacimiento...o el aborto

 
Para saber que estamos en la tierra del Barroco no hace falta que la Canina Sublime, cuya coronación pide la Sevilla de la Guasa, haya viajado hasta Granada de estrella de la canción andaluza, aportando su mal fario a la tierra de la mala follá. Las contradicciones de los duales del Barroco te surgen por todos lados. Sevilla da Barroco y oposición de duales como Estepa da mantecados.
Primera estación: la del tranvía en Correos. Ahora el problema es que corten el tranvía, y el Ayuntamiento tomará medidas para que ese ferrobús ruidoso que pasa bajo las catetarias catenarias no sea el Manifestódromo oficial. Ya han cortado el tranvía un montón de veces. ¿Usted lo ha notado? Porque yo, no. Van a protesta cortar el tranvía. Si de verdad los manifestantes quieren liarla, que corten el Puente del Centenario. Cuando por accidente o por cartelón que se cae se corta el Puente del Centenario, la cola de coches llega de la Glorieta de San Lázaro al campo del Betis. Y contra eso nadie toma medidas.
Segundo retablo barroco: el demagógico cambio climático, a propósito del último corte del tranvía. Este Ayuntamiento que corta la circulación por el centro para luchar contra el cambio climático, de momento va a cortar también 320 árboles en El Prado, como se hartó de talar la Avenida enterita. ¿No dicen en Bali que los árboles son la mejor forma de luchar contra el CO 2? Pues en Bami decimos igual que en Bali: no cortéis los árboles, joé, que sus hojas se comen todos los gusarapis que ponen los pizarrones electrónicos de la contaminación.
Tercer retablo barroco: altar mayor. Del Salvador. Se vuelve a abrir la Colegial de la rampla de la Borriquita. Y en la barroca Sevilla, se recuerda y añora al que no está y se le pega en toda la cara con cuarto y mitad de silencio y desprecio al que está. El que no está es el pobre de Juan Garrido Mesa, que se fue de delegado episcopal a los cielos que perdimos. Todo honor y toda gloria para mi querido Juan, precursor de tantas cosas en la Iglesia de Sevilla. Pero el que removió la conciencia cívica, el animador social que consiguió el redoble de conciencia para salvar al Salvador, Joaquín Moeckel, ése sí que está. Y no sólo no le han dado oficialmente ni las gracias, ni la ciudad ni el Arzobispado le han reconocido nada, sino que encima lo han invitado al acto...¡con un saluda! Vamos, como si fuera el dueño de La Alicantina, que está al lado. Nada, nada, hijos míos: dejad para mejor ocasión que Sevilla le pida la Gran Cruz de Alfonso el Sabio y la Mitra, la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice.
Y vamos con la cuarta: el nacimiento. En estos días todo el mundo en Sevilla está poniendo el nacimiento, ¿no? Lo ponen las cajas de ahorros, las hermandades, los conventos, lo ponemos los particulares en el mejor sitio de la casa. Bueno, pues hay un sevillano, nacido en Ceuta pero sevillano de adopción y residencia, que en vez de poner el nacimiento va y muy en el espíritu cristiano de estos días (por los cojones) va y pone... el aborto. Ese sevillano se llama Manuel Chaves. Y no es el presidente de una asociación feminista, sino el presidente de todos los andaluces por voluntad democrática expresada en las urnas. Del mismo modo que el alcalde dice que lo más acorde con el espíritu cristiano de estas «entreñables» es dejar a oscuras las calles de los comerciantes que votan al PP, Chaves entiende que lo más cristiano no es eso de poner el nacimiento, que no es nada progresista ni moderno. Que lo mejor para los andaluces (y andaluzas) es poner el aborto. Gratis total, de barra libre, en los hospitales públicos, nada de clínicas raritas concertadas. Y para celebrar el nacimiento, digo, el aborto, igual que otros mandan cestas de Navidad, él manda paquetes de incentivos a los médicos, para que aparquen el juramento hipocrático y en vez de mantener las vidas, corten las que se van gestando. Con un acrónimo terrible, hipócrita. El aborto que pone Chaves no es el aborto, es el IVE: Interrupción Voluntaria del Embarazo. Y si no hay médicos que se presten al crimen del IVE, se les compensa con el IVA de los incentivos. Seré un carca y un facha (o simplemente un defensor de la vida, que se opone a cualquier clase de pena de muerte), pero, ¿y a mí, que esto de los incentivos me suena a asesinos a sueldo?
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