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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Mi SMS que no recibirán

 
Conviene de vez en cuando ir contra corriente, como el salmón. Si el salmón no fuera contra corriente, río arriba, tendría el interés de un jurel o una pijota, ninguno, y no estaría estos días en las mejores mesas, con sus alcaparritas y su huevo duro troceadito. Pregúntenme lo que quieran de ir contra corriente, que tengo hecho un máster contra el aborregamiento general. Y aplicando sus enseñanzas, como me declaré enemigo en su día de los zapatos de rejilla y de los calcetines blancos, o de los platos cuadrados en los restaurantes, o de los camareros vestidos de negro, o de la tomadura de pelo de la nueva cocina, ahora soy objetor de todas las cosas absolutamente inservibles que vienen en el teléfono portátil que nos costó carísimo y que valen para todo, menos para hablar de viva voz con la gente. Nos compramos u obtenemos por acumulación de puntos unos teléfonos («terminales» dicen los cursis) que, menos café, hacen de todo.
—Pues no desespere usted, que creo que Telefónica tiene en estudio un nuevo móvil que no sólo hace café, sino que el hijo de la gran puta te pregunta si lo quieres solo o con leche; teléfono que, ya lo verá usted, es estrictamente la leche.
Venía diciendo que soy de los raritos que usan el teléfono sólo para hablar por teléfono, no para sacar fotos de la nieta y dar con ellas el coñazo al prójimo como quien le obliga a ver el vídeo de su último crucero por las islas griegas. Soy de los raritos que no usan el teléfono como cámara, ni como agenda, ni como magnetófono, ni como almanaque. Y mucho menos como máquina de expedir ese horror de las presentes Pascuas de Navidad y Reyes que es el SMS. En mi vida he puesto un SMS. Estoy hasta por ponerlo en mi curriculum y en la solapa de mis libros: «Es hijo adoptivo de Cádiz y en su vida ha puesto un SMS». Y no lo crean mérito. Es torpeza. Admiro la destreza de los chavales que con una sola mano te escriben El Quijote y la Epístola Moral a Fabio con las teclillas como lentejitas del teléfono portátil.
—¡Qué optimista es usted! Los chavales no pueden hacer esas cosas...
—¿Porque no dominan bien las teclitas como lentejas?
—No, hijo mío; porque no tienen ni zorra idea del Quijote y mucho menos de la Epístola Moral. ¿Pues no que uno de ellos, en un examen, preguntado por Quevedo, ha contestado que es el personaje de una novela de espadachines de Arturo Pérez Reverte?
Pues aunque no sepan que el tiempo muere en nuestros brazos, y ellos se lo pierden, admiro a los chavales su destreza en escribir tonterías y enviarlas a los amigos mediante SMS en las presentes Pascuas y Nochevieja. Y bien que me gustaría, la verdad, aguzar el ingenio y tener destreza en estos trabajos manuales de los mensajes cortos sobre los tacones y el conejo, para desearles a todos mis lectores, pero de un modo personalizado, muy Felices Pascuas de Navidad y Reyes y un 2008 completamente Virgen de Fátima...
—¿Cómo un 2008 completamente Virgen de Fátima, qué es eso?
—Sí, de «por lo menos como estaba, Virgen de Fátima».
Y me encantaría poner en esos textos todas las contradicciones del sistema, con la brevedad de los anónimos redactores de estos grafiti de las nuevas tecnologías. Decirles, por ejemplo, que cómo es posible que el Gobierno proclame continuamente que la economía va de cine y que nuestro bolsillo esté cada día más de película de terror, entre las hipotecas y el subidón de los precios. Que cómo es posible que una televisión privada, a la hora de celebrar los 70 años de Su Majestad el Rey, le haya obsequiado en vez de con una tarta de 70 velas, con 70 malas puñalás te den con las insidias sobre su biografía. Que cómo es posible que en esta sociedad cada vez es más antinorteamericana y más proislámica, el que esté el alza sea Papá Noel, más yanqui que la Coca Cola, y que los Reyes Magos de Oriente, que son puritita Alianza de Civilizaciones, anden de capa de armiño caída. Den, pues, por recibido esos SMS que nunca escribiré. Mensajes tan proliferados y atosigantes que hasta me hacen creer que los Reyes Magos no son Melchor, Gaspar y Baltasar, sino Movistar, Vodafone y Orange.
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