ES un resultado como de Copa del Rey, de equipo de Primera eliminando a club modestito de Segunda B, porque de Su Majestad se trata. Es la carta que en vísperas del 5 de enero ha dirigido al Rey el teniente de hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería, don Alfonso Guajardo-Fajardo y Alarcón. Una carta al Rey Negro: al Monarca que debe de estar negro por lo que algunos están haciendo con su Reino. Una carta no para pedir al Rey un teléfono móvil de los hipersuperguais, el iPhone que ha sacado Appel y que, menos tanque de salmuera, tiene de todo. Una carta que tampoco es para pedirle para el niño el cochecito teledirigido que no hay quien encuentre. Tampoco es una carta pidiendo lo que se suele a los Reyes: que si el tarro de Agua de Sevilla, que si la corbata, que si los DVD completos del programa de moda de la tele. La de este teniente con mando en plaza, en plaza de los toros del Arenal, es la primera carta que se ha escrito a un Rey en vísperas del 5 de enero en la que no se le pide nada, sino que se le da. Se dan las gracias a Don Juan Carlos de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, que es su verdadero segundo apellido completo, y que aquí en Sevilla nunca debemos olvidar. Porque es el Borbón-Dos Sicilias de los Infantes Don Carlos, Doña Luisa y Don Carlitos, enterrados en la cripta de Pasión; el Borbón-Dos Sicilias de la augusta madre que lo parió, Doña María, que era lo que había que ser: bética, currista y más nuestra que el olor a incienso.

Ustedes conocen esa carta que Guajardo-Fajardo le ha escrito al Rey, porque ABC ha ido de Cartero Real sin necesidad de tener que ponerse unas barbas postizas y sentarse junto a un fotógrafo en la puerta del Cortinglés. La carta es como el prefacio antiguo de la misa, y hasta pide latines de misa en San Bernardo: justa, equitativa y saludable. Felicita al Rey al cumplir 70 tacos, le da las gracias en nombre de Sevilla y de su Real Maestranza y le reitera algo que es un bien escaso en nuestros días: la lealtad.

Cuando leí la carta del teniente me pregunté:

—¿Dónde hay que firmar para decirle eso mismo al Rey?

Por eso lo firmo aquí, por medio del recuadro, y me ahorro así el sello, que está la vida muy achuchá y han subido hasta las tarifas de Correos. Y por eso desde aquí animo a la Sevilla real a que se dirija a Su Majestad para felicitarlo. No sólo por sus 70 años, por el «¿por qué no te callas?» o por lo bien puesta que llevaba la entrepierna de su uniforme de capitán general aquella triste noche de un 23 de febrero, sino por habernos devuelto ni más ni menos que la democracia, la concordia y las libertades. Democracia, concordia y libertades por cierto cada vez más amenazadas. Cuando hay peligro de incendio, todos somos partidarios del extintor y le echamos una miraíta a ver si está en regla su fecha de revisión. Como en España están, ay, en peligro de almoneda tantas cosas, tantos principios, tantos logros que con las fatiguitas de entrega de toda su vida consiguió Don Juan Carlos, siguiendo el ejemplo que le dio su augusto padre, el Conde de Barcelona, «Rey de todos los españoles» en el destierro de Estoril... Como en España están en peligro tantas cosas, buena ocasión son estos 70 tacos que cumple Su Majestad para que no sólo las instituciones, sino todos los sevillanos que amamos la libertad y la democracia que nos trajo felicitemos y le demos las gracias a Don Juan Carlos, y le reiteremos, como menda hace aquí, nuestra lealtad y respeto.

Eso es lo que tiene que hacer la Maestranza: poner cartas de 10 que promuevan el aprecio popular y cívico por la Institución Monárquica, en vez de meterse en libros de Caballerías de elegir carteles progre-taurinos chungos de 0, con brocheta de toro, del que ha escrito Zabala de la Serna: «Miembros del colectivo Amnistía Animal quieren el cartel taurino para sus nuevas campañas». Ahora es cuando se comprueba la contradicción del cartel dichoso, que no debería nunca ser utilizado para el abono y dejarlo en el Museo. Verás tú cómo, al contrario que los ecologistas antitaurinos, los republicanos no piden copia alguna de la carta de 10 que el teniente de la Maestranza le ha escrito al Rey.