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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Calamocha para el Arco

 
HAY artículos que tiran de otros, como cerezas del cesto. Y tal le ha pasado al que dediqué al difunto Calentero de la Macarena. Gorigori literario donde evocaba la lírica disputa que mantuve con el poeta Díez Crespo sobre la primacía de los calentitos de las dos únicas puertas de la muralla que los progres del XIX nos dejaron en pie. (El derribo de las puertas y murallas fue entonces algo así como ahora lo de las setas de la Encarnación, pero con la piqueta a discreción: signo de modernidad.) Francisco Collantes de Terán y Delorme, meritísimo archivero-jefe y cronista municipal, publicó durante la Tenencia de Alcaldía de Cultura de Don Antonio Sancho Corbacho...
—Cualquier cosa, usted, aquella Sevilla de no hace tanto tiempo, de 1970, en la que Sancho Corbacho era Delegado de Cultura y Curro Collantes, archivero-jefe. ¡Igualito que la de ahora!
Don Francisco Collantes, hermano del poeta Alejandro Collantes, padre del medievalista Antonio Collantes, en su catálogo fundamental «Patrimonio Monumental y Artístico del Ayuntamiento de Sevilla», a las dos supervivientes de la muralla las llamaba Puertas, no Arcos, como les dice el pueblo. Para Collantes son «Puerta de Macarena» y «Puerta del Aceite». Tengo mi teoría al respecto: a los sevillanos de la Macarena y a los sevillanos del Postigo, como tenemos lo que tenemos, no nos gusta presumir de las puertas que nos quedan en pie. Los de los barrios que perdieron sus puertas, aunque no las tienen, siguen en cambio por ahí roneando de ellas, como si aún estuvieran en pie. Te dicen que son de la Puerta Osario, de la Puerta Carmona, de la Puerta Real o de la Puerta de la Carne. Puertas, con todos sus avíos, cuando de ellas sólo queda este recuerdo del callejero popular. En cambio macarenos y postiguenses, que tenemos en pie gracias a Dios esos dos pedazos de puertas (y qué puertas), parece que les quitamos importancia, como si no quisiéramos presumir de ellas. Las degradamos a Arcos. La una es Arco de la Macarena; la otra, Arco del Postigo del Aceite. Teniendo a su lado lo que tienen, como ya dije: a la misma Esperanza el uno; a la Pura y Limpia Concepción de los cielos murillescos de Sevilla el otro.
Como la disputa calentera que citaba arriba, también podía hacerse la polémica cofradiera entre ambos Arcos. Si por el de la Macarena pasa la mismísima Esperanza (¡cualquier cosa!) y el plumerío de los armaos tras el Sentencia, digo yo que bajo el Arco del Postigo pasan también... ¡cuatro cruces de mayo, vamos! A ver si no se me olvida ninguna. El Domingo de Ramos, por el Postigo pasan Jesús Despojado, La Paz y La Estrella. El Lunes, Santa Genoveva, San Gonzalo y Las Aguas, que es como de la casa. El Martes, los Estudiantes y Santa Cruz. El Miércoles, El Baratillo. El Jueves, Las Cigarreras y la Quinta Angustia. La Madrugada, pues otras tres cruces de mayo, apunta, nene: el Gran Poder, el Calvario y la Esperanza de Triana. Y el Viernes, la Soledad de San Buenaventura y El Cachorro.
Y pasando lo que pasa por allí, el Postigo del Aceite, aun habiendo sido restaurado hace poco el escudo de piedra de la ciudad que colocó el asistente Conde de Barajas en 1573, está de desconchones que la otra noche, cuando se detenía en estación de Vía Crucis el carretero Cristo de la Salud ante la Pura y Limpia, daba penita verlo. El toro del invierno ha calamocheado y derrotado en tablas contra los muros interiores del Arco, en el barrio más húmedo de Sevilla, y aquello parece el cuadro de uno de estos modernos chuflones que ahora hacen la morisqueta de la ceja de ZP y a los que los maestrantes le sueltan la morterá por encargarles un mamarracho como cartel de toros. ¿Así va a llegar a Semana Santa nuestro Arco, con esos desconchones, mientras que al Arco de la Macarena lo acaban de poner de dulce? Al sucesor del asistente Conde de Barajas, o sea, al alcalde Monteseirín, en nombre de los hermanos de la Pura y Limpia, le pido en tiempo y forma algo tan sencillo como escobillas y cubos de calamocha, para que le den a nuestro Arco del Postigo esa manita de pintura que se merecen esas maravillas que, cuando nos demos cuenta, ya mismito, van a estar pasando por allí. Por el otro Arco pasará la Macarena, y con música de Gámez Laserna, pero anda que por el nuestro pasan cuatro cruces de mayo...
 
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