ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Ellos proclamarán la primavera

 
EL primer vencejo se ha adelantado, impaciente y novelero, en cuantito ha visto niños correteando por la rampa del Salvador, y por el teletipo de los naranjos que ya quieren estar en flor me ha adelantado Er Pograma. Ya tengo entre las manos Er Pograma. Sí, ya sé, aún no se ha celebrado el Cabildo de Toma de Horas, ni el Vicario General del Arzobispado ha aprobado la última Nómina que editará Manuel Román Silva como presidente del Consejo, la primera que como delegada de la Fiesta Mayor (que las otras son todas menores) firmará con su «conforme» Rosamar Prieto-Castro. Aunque no esté impresa la vieja Nómina, intonsa en su papel tamaño folio mayor, madre y maestra de todos los cuadrantes de horarios e itinerarios cofradieros, yo ya tengo Er Pograma. El mejor Pograma. El que refleja la magia de las estrellas sublimes y de los curiosos planetas que reinarán en esta Semana Santa tan baja, tan baja, tan baja, que el Domingo de Ramos todavía será invierno, ¿a que el incienso va a oler a alhucema?
El Pograma estrellero que tengo, que seguramente es el mismo que consultaron los verdaderos Reyes Magos para encontrar el camino que los trajo a la Cabalgata de Sevilla, es el Almanaque Zaragozano de toda la vida. El de don Mariano Castillo y Ocsiero, que viene retratado en su portada de color naranja del Museo con una indumentaria como de capataz antiguo del grabado de un Santo Entierro Grande y sepia. Por el Almanaque Zaragozano sé el prodigio que se obrará esta primavera. El mismo que ocurrió en 1913, el año que nació Don Juan de Borbón y Battemberg.
¿Saben cuándo entrará exactamente la primavera este año? Pues el Viernes Santo, día 21 de marzo, a las 5,48 horas de la mañana. Dice el Almanaque Zaragozano que es porque a esa hora entra el Sol en Aries. Mentira. No lo crean. Eso es lo que dicen los astrónomos. Que no saben nada de los verdaderos misterios de los planetas que reinan en Sevilla. La primavera llegará a las 5,48 de la mañana del Viernes porque a esa hora ya habrá entrado el Silencio con los azahares de su Pura y Limpia. Y porque a esa hora, proclamando la primavera de su Poder, estará el Señor de Sevilla acercándose al Museo. Y en los palcos habrá un silencio verde para escuchar cómo la Esperanza Macarena proclama la primavera con la Giralda al fondo. Y el Cristo del Calvario estará ante los seis relojes del Cronómetro en la calle Sierpes, que marcarán todos exactamente las 5,48 de la primavera de su Crujido. Y al que alguna duda le quedare, se convencerá de que la primavera de verdad ha venido, y todos sabrán como ha sido, al ver a la Esperanza, una Trianera que acaba de pasar el puente para hacerle a Sevilla el favor de venir. Mientras que por la Encarnación, el gitano Señor de la Salud estará vendiendo la cal de las claras del día, que cantarán la alboreá de su primavera.
Ellos proclamarán la primavera. Y entonces ya podrá venir, para que se ajusten los cuadrantes de todos los programas, la primera luna llena de la estación. Que anda que esa luna también ha escogido malamente este año el día y la hora para salir como un pandero por los alcores de Alcalá y de Mairena y llenar de plata a Sevilla. Habremos asistido a esa proclamación de ruán y terciopelos morados y verdes de la mañana porque a las 18,40 horas de la tarde del Viernes, cuando la primavera apenas tenga trece horas de vida en la ciudad sosegada y en calma, nacerá la primera luna llena de la estación... de penitencia. Y otra vez se equivocan los astrónomos. La primera luna llena de la primavera no entra en Libra. Donde entra la luna es en Sevilla, para llenar de «hermosura y luz no usada» la tarde del Viernes. Porque a esa hora, exactamente a las 18,40, estará El Cachorro pasando por el puente, y estará el barco de la Carretería entrando en la Campana, y vendrá La O por la calle San Jorge, y estará La Soledad de San Buenaventura bajo las palmeras de la Plaza Nueva. La luna, novelera como sevillana que es, vendrá con tiempo, para coger sitio, esperando las Tres Caídas de Jesús en la Costanilla, los castillos y leones del manto de Reina de Montserrat, como aquel año en que nació un Rey de España. Y cuando por la Casa de las Dueñas venga La Mortaja, las campanillas del muñidor sonarán como el carillón del reloj del eterno meridiano de la Sevilla que este año tendrá el mejor almanaque. Porque Ellos proclamarán la primavera.
 
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