ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Alfredo, no te vayas a Bruselas

AY, qué disgusto más grande, Pepa. Qué poco dura la alegría en casa del pobre. Estábamos todos tan contentísimos, ¿qué digo contentísimos?, locos de alegría, pegando saltos, con este alcalde que nos deparó el destino. El mejor que en toda la Historia hubo en Sevilla. El que tuvimos la suerte de que nos dejara como legado Rojas Marcos, que fue quien lo colocó en el sillón y se lo puso en bandeja. ¿Como el Estadio Olímpico Inútil, dice usted? Pues sí, una rastra así, pero en clase de alcalde y sin hotel en una esquina.

Yo no he visto a la gente nunca tan contenta en Sevilla con ningún alcalde como con éste. No tienes más que ir a Los Remedios y preguntarles a los comerciantes de la calle Asunción o de República Argentina. ¡Lo que dicen de este hombre! Pues anda que de su familia... Y los conductores de los autobuses nunca han estado tan satisfechos con un alcalde como con Alfredo. Y si son los bomberos, hasta en pancartas colocadas en el puente de San Bernardo pregonan las glorias benditas de este alcalde que los tiene no digo ya dignísimamente atendidos en sus reivindicaciones, sino hasta mimados. Y si sigues por Eduardo Dato y le preguntas a los vecinos de la calle Santo Domingo, llena de devotas señoritas que se dedican a la adoración nocturna, superan los elogios a nuestro regidor.

—¡Viva el alcalde!

—¡Viva!

Pero que viva en Sevilla, por favor. Que no se nos vaya a Bruselas. Me explico que se lo quieran llevar a Bruselas. Si yo fuera de Bruselas y me enterase que en Sevilla había un político tan perfecto, eficiente, ahorrador de la peseta, dialogante, tan independiente ante sus socios de gobierno, tan blando con las espigas, tan duro con las espuelas, también me lo querría llevar.

—Es que al alcalde se lo rifan en Europa.

¿No se lo van a rifar? Su fama mundial ha tenido que llegar al Parlamento Europeo, donde se habrán dicho:

—¿Cómo vamos a perdernos una persona tan valiosísima? ¿Dónde hay que firmar para que se venga aquí cuanto antes, y nos llene esto de setas, y nos ponga un tranvía que vaya de ningún sitio a ninguna parte, y nos quite de enmedio los feísimos puestos de periódicos, por el procedimiento del quioscazo?

Donde hay que firmar es en Sevilla. Sevillanos: saquemos esos pliegos de papel barba que están diciendo firmadme. Empecemos cuanto antes la recogida de firmas, para mandarlas a Bruselas, a la calle Ferraz, a Chaves. Donde haga falta. Que no se lo lleven, por Dios. ¿Qué va a ser de nosotros sin él? ¿Qué va a ser de Sevilla? ¿Qué va a ser de los sevillanos y sevillanas? ¿Qué va a ser de la ciudadanía? ¿Qué va a ser del ciudadanío? ¿Qué va a ser de La Piel Sensible? ¿Quién va a poner fallas infantiles en forma de monumentos en la Plaza de la Pescadería? ¿Qué va a ser de las setas de la Encarnación? ¿Qué va a ser de los retrasos del Metro? Es como se lo lleven, el Metro puede ser inaugurado, y se perdería tradición hispalense tan importante como estar esperando el Metro desde tiempos del Rege Carolo. Y si se lo llevan, ¿quién va a seguir soltando la tela y la morterá a las hermandades, con su PER Cofrade, para hacerse luego la foto con la vara dorada y dar las levantás? ¿Y quién va a llevar los pasos de palio al Ayuntamiento, con lo bonito y coherente que hace un paso de palio frente por frente al despacho de un comunista que no cree en Dios y que quiere quitar los crucifijos hasta de las esquelas mortuorias? ¿Y quién va a peatonalizar Los Remedios enterito, si se lo llevan a Bruselas?

Nada, nada, firmemos, protestemos, pongamos pancartas, fijemos pegatinas en los coches, como las que piden la reconversión del taxi. Digamos como los madrileños del 2 de Mayo ante la salida de la Familia Real hacia Bayona: «¡Que se lo llevan!» Alfredo, porfa, no te vayas. ¿Qué va a ser de nosotros y de Sevilla sin ti?

El Himno Oficial del Metro.- Me lo envía un lector, don Luis Manuel Torne. Lleva música del «Tengo miedo» de Marifé de Triana. Su estribillo dice así: «Miedo, tengo miedo,/miedo de subirme,/miedo, mucho miedo,/miedo de jundirme./Tiembla noche y día/tó el vagón entero,/reza avemarías/no se abra un bujero.» (La letra creo que empieza: «Cuando a Viera no se quiere/el miedo es tu compañero,/pues te mandan a Bruselas/por no mandarte a paseo...» Etcétera)

 

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