EUSEBIO es un sevillano clásico. Como será de clásico, que cuando ya habían pasado de moda las chaquetas de mil rayas, él seguía usando la suya, con lo que ahora, como han vuelto, está a la última. Es un sevillano pausado, de los que andan despacito. Yo creo que a estos sevillanos tranquilos («¡no correr!», que decía Alfonso Borrero) se les han quedado esos solemnes, lentos andares de tanto salir de nazarenos. Los ves por la calle y parece que les falta un cirio al cuadril. Llevan porte y planta de último tramo de Cristo. En el caso de Eusebio, el imaginario cirio es de cera color tiniebla, de tantísimos años de nazareno del Gran Poder.

Eusebio es un gran aficionado a los toros. Tan aficionado, que es de esos sevillanos que, hartos de coles, este año ya no han renovado el abono. Creo que perteneció, y activamente, a la Unión de Abonados. Ahora es miembro destacado de la cada vez más numerosa Unión de Desabonados, de los que se compran las entradas sueltas para ver a Morante o a ese novillero del que les han hablado tan bien.

Eusebio es médico jubilado. Tiene un habla sevillana preciosa, culta, muy representativa de su barrio de San Lorenzo. Esta debió de ser el habla sevillana de Bécquer. Lo sospecho porque era también el habla de Rafael Montesinos. Y con tal habla sevillana de finura en la guasa, me llama Eusebio y me dice:

-- Oye, Antonio, mira, que he llamado al 010 para preguntar y no han sabido darme razón. A ver si tú me puedes orientar, hombre: ¿tú sabes dónde hay que ir y qué papeles hay que presentar para que lo borren a uno de sevillano? Es que a la vista de cuanto está ocurriendo en Sevilla, yo quiero darme de baja de sevillano.

--¿Y con lo sevillano que eres te vas a borrar, Eusebio?

--Es que me está dando vergüenza de ser de esta ciudad donde con la cantidad de cosas que están pasando, la gente nada más que reacciona y se echa a la calle cuando el Betis ha bajado a Segunda. Yo soy sevillista, como tú sabes, y os respeto mucho a los béticos. Os admiro por lo bien que salió vuestra manifestación, modélica: ni un incidente, ni un niñato rompiendo un escaparate, ni una papelera quemada, y no como cuando los separatistas del Barsa van a Canaletas. Y eso que allí los que celebran son triunfos, y no ruinas como aquí vosotros. Pero si me dais envidia como béticos con esas 60.000 personas ordenadamente en la calle, Sevilla me da pena como ciudad. Mira, aquí están haciendo con Sevilla perrerías, y nadie mueve un dedo. Lo que tú dices, No Passsa Nada. Aquí nadie se ha echado a la calle contra la barbaridad de las setas de la Encarnación, ni contra la Torre Pelli dichosa, ni contra la Biblioteca del Prado, ni contra la peatonalización por las bravas del centro sin contar con los vecinos, ni por la birria de tranvía que nos han puesto en vez de hacer un metro subterráneo en condiciones... ¿Sigo? ¡Ni por lo de Marta del Castillo! Y del paro y la crisis, ni te cuento. Aquí nadie se ha echado a la calle cuando robaron la cubierta de la Copa Davis, ni cuando las facturas falsas, ni cuando se hartan de mandar dinero a los comunistas de Cuba, ni ahora cuando el escándalo de Mercasevilla o cuando a la Procesión de la Pluma, como tú dices, le dan más dinero que a la Cabalgata, espero que no lo hagan obligatorio, como escribías en tu romance. Y a mí, Antonio, la verdad, me da vergüenza de ser sevillano. Por eso quiero que me borren. O por lo menos que me consideren sevillano en excedencia, hasta que no haya aquí un líder que sepa encauzar el cabreo. Si había 60.000 béticos cabreados con Lopera y se manifestaron, muchos sevillanos más estamos cabreados con lo que están haciendo, pero no somos capaces de echarnos a la calle para decirle al carapapa éste y al de la cachimba que ya estamos hartos de que nos destrocen Sevilla como nos la están destrozando.