ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Fuego en la calle Asunción

Un pavoroso incendio ha destruido completamente un edificio de pisos de seis plantas, en el número 38 (me parece que es) de la calle Asunción. Afortunadamente no hay que lamentar desgracias personales, aunque las pérdidas materiales son incalculables. Los doce pisos que componían el edificio, dos por planta, han quedado completamente destruidos, así como los dos locales comerciales de la planta baja, en los que las pérdidas han sido menores, ya que ambos se encontraban cerrados tras el barquinazo que pegaron en cuanto cortaron la calle para las malditas obras de peatonalización y tenían puesto el consabido cartel de «Aruncy Se Alquila», tan clásico estos días en Los Remedios.

Este incendio ha podido constituir una tragedia, que no ha llegado a suceder gracias a las Vírgenes que dan nombre a las calles del barrio, empezando por la Asunción Gloriosa de Cantillana que rotula la vía del siniestro, ahora condenada por el Ayuntamiento a la peatonalización.

No hubo ribetes de tragedia porque afortunadamente el fuego comenzó a las 16,45, y la gente estaba despierta y pudo ser desalojada; que si llega a ser por la noche, se ve la copla. El fuego comenzó cuando una vecina del tercero izquierda se disponía a encender el aparato de aire acondicionado para ver fresquita el programa de Juan y Medio en Canal Sur. Del aparato, que, como la señora dueña del piso, tiene ya una edad, saltó una chispa que prendió en el cortinaje de la salita. Aunque un vecino acudió con el extintor que obliga la ley a tener en los huecos de escalera, no pudo dominar las llamas, que se extendieron rápidamente por toda la vivienda, alcanzando pronto a la colindante y, a través de la sostenibilidad de la movilidad de las llamas y mediante el llamado Efecto Ca-chimba, aquello hizo como una chimenea y la leña de la candela saltó hacia el piso superior, cuyos inquilinos aún se encuentran aún de veraneo en Chipiona.

Avisados los bomberos, ahí vino la verdadera tragedia. Como toda la calle Asunción está levantada, con un foso enorme en el centro, y no han dejado ni los pasillos de emergencia que estos tíos mierdas les exigen a las cofradías para la carrera oficial ni las entradas de bomberos que le piden hasta al que pone una mercería en el Barrio León, el Servicio de Extinción de Incendios, que se trasladó allí inmediatamente con dos coches bombas y un camión escala, no pudo llegar al edificio en llamas, que ardió como una tea. Intentaron entrar por la calle Virgen de Loreto, pero no había forma de que por allí pudieran entrar los bomberos. Dieron la vuelta a ver si por la calle Virgen de la Victoria podía ser la cosa, pero tampoco. Con la calle Asunción y sus transversales literalmente levantadas, como Bosnia, los coches de bomberos no pudieron entrar por parte ninguna, así como tampoco la ambulancia del 061 a la que llamaron unos vecinos para que atendiera al señor que vive solo en el quinto izquierda, que del susto le había dado un pronto y se creían que se había quedado tiesecito el pobre.

«No hay derecho a que el Ayuntamiento no cumpla en sus propias obras con las mínimas normas de seguridad para caso de incendio o de evacuación de enfermos graves», tenía que haber manifestado un concejal de la oposición, pero como no apareció por allí nadie del PP, para que no les digan que son unos pijos de Los Remedios, pues lo tengo que decir yo, que me la sudan tanto los barandas de la calle San Fernando como los de la calle Génova.

(Todo lo aquí narrado es un embuste muy gordo que me he inventado yo, una fábula con moraleja. Porque el día menos pensado ocurre de verdad en la calle Asunción una tragedia similar y los bomberos que tanto protestan por la seguridad del Metro no pueden hacer nada, porque tal como está aquello no podrán ni llegar al incendio.)

 

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